Los legisladores estadounidenses han limitado las compras de aviones de combate F-35 en 2025. Durante ese año fiscal el Departamento de Defensa no podrá recibir más de 48 nuevos aparatos del controvertido modelo. La resolución, recogida en la denominada Ley de Autorización de Defensa Nacional (NDAA) para el año fiscal 2025, recoge que no se podrán recibir más unidades del caza de quinta generación entre tanto no se demuestre que las mejoras del programa exigidas por el Congreso no se han realizado.
Únicamente será posible aceptar 30 aparatos de la versión F-35A, que es la de despegue y aterrizaje convencional empleada por la Fuerza Aérea (USAF); nueve F-35B, capaces de despegar en pistas cortas y aterrizar verticalmente, y empleados por el Cuerpo de Marines, y nueve F-35C, configurados para despegar desde portaaviones ayudados por catapultas y aterrizar en los mismos buques retenidos por cables, y que están destinados a la Marina de guerra estadounidense.
El límite de 48 aparatos supone 20 menos de los 68 solicitados por el Pentágono para este 2025, y todavía más por debajo de los 70 anuales que el fabricante, Lockheed Martin, apuntó anteriormente que era necesario vender a Estados Unidos para mantener la estabilidad de la producción, que actualmente es de 156 unidades al año.
De acuerdo con el portal Flight Global, la USAF es la más perjudicada, aunque vaya a recibir el grueso de las aeronaves autorizadas, ya que contemplaba un total de 42 unidades para el nuevo ejercicio. Por su parte, tanto la Marina de guerra como el Cuerpo de Marines recibirán cuatro aviones menos de los previstos cada uno con las nuevas restricciones.
El descontento con el programa F-35 entre los legisladores y el propio Departamento de Defensa no es una novedad. Un informe del Pentágono publicado el mes pasado concluye que la fiabilidad, el mantenimiento y la disponibilidad general de la flota de F-35 estadounidenses siguen estando por debajo de las expectativas 18 años después de que volase por primera vez.
El mayor programa militar de la historia
Los problemas en la instalación de armas, los alargados tiempos de reparación y las dificultades para garantizar la ciberseguridad del sistema siguen acuciando al mayor programa militar de la historia, al que se estima un coste solo para Estados Unidos de 1,7 billones de dólares durante su vida útil.
La citada cabecera especializada centra en dos áreas principales el descontento del Congreso con el avión de combate de Lockheed Martin. Por un lado apunta al retraso en la certificación de la versión más moderna del F-35, conocida como TR-3 (siglas en inglés de Actualización Tecnológica 3). Y por otro se refiere a que las tasas de disponibilidad de los aparatos estén muy por debajo de sus objetivos, ante las complicaciones en su mantenimiento.
Menor disponibilidad de la esperada
La oficina de Responsabilidad Gubernamental (GAO) concluyó tras una revisión en 2023, en la que reconoció ser incapaz de justificar el incremento de costes del aparato, que la tasa de disponibilidad del caza para las tres variantes oscilaba entre el 50% y el 57%, lo que supone una cifra muy alejada para el objetivo del programa del 90% para el F-35A y el 85% para los F-35B y F-35A.
Se calcula que el coste del programa supone 400.000 millones de dólares para el suministro de 2.470 aviones para Estados Unidos, sin contar los cientos de aparatos exportados. Si se tiene en cuenta el gasto necesario para el ciclo de vida previsto de los aparatos americanos la cifra se eleva a los 1,7 billones de dólares.
Interés de Musk y Lockheed Martin por el espacio
A la vista de las dificultades del programa, el magnate Elon Musk, designado por el presidente estadounidense electo Donald Trump como jefe del futuro Departamento de Eficiencia Gubernamental afirmó recientemente: “Por favor, en nombre de todo lo sagrado, ¡detengamos la pero relación calidad-precio de la historia que es el programa F-35”.
Lockheed Martin se ha defendido de estas acusaciones afirmando que su avión de combate es el más avanzado, con mayor capacidad de supervivencia y conectado del mundo. El fabricante ha añadido que es “un elemento de disuasión vital y la piedra angular de las operaciones conjuntas en todos los dominios”.
Se da la circunstancia de que tanto Lockheed Martin como Elon Musk, a través particularmente de su compañía SpaceX, tienen intereses en el competitivo sector espacial.