El gobierno canadiense lleva camino de seguir los pasos de Australia y cambiar sus planes de obtención de submarinos convencionales por otros de propulsión nuclear. El propio primer ministro, Justin Trudeau, ha revelado que están considerando sumarse al pacto Aukus, suscrito por Estados Unidos, Reino Unido y Australia, para obtener las nuevas naves. El Aukus conforma la alianza que llevó a Canberra a romper el compromiso que ya había adquirido con Francia para la obtención de una docena de submarinos convencionales.
Canadá también está inmersa en la actualidad en un proceso de adquisición de entre seis y 12 de este tipo de buques de propulsión convencional, en un programa en el que se han seleccionado seis competidores. Ese ese el número de empresas elegidas para participar en el proceso de solicitud de información (RFI, por las siglas de este concepto en inglés), entre ellos la firma española Navantia, que opta con su diseño S-80. Este concurso apunta ahora a quedar en agua de borrajas, tras las revelaciones de Trudeau.
El primer ministro canadiense ha concretado que ya ha tenido “excelentes conversaciones” con Estados Unidos, Reino Unido y Australia sobre su posible adhesión al Aukus, lo que le llevaría a hacerse con submarinos de propulsión nuclear. Estos días también ha trascendido el interés de los miembros de esta alianza por incorporar además a Japón.
Notable giro
En la actualidad, la flota canadiense de este tipo de buques está compuesta por cuatro unidades de la clase Victoria, adquiridas de segunda mano a Reino Unido en la década de 1990. La sustitución de estas unidades por otras de propulsión nuclear que ahora se plantea el país supone un notable giro en los planes conocidos previamente, que apuntaban hacia la adquisición de una renovada flota hasta tres veces mayor que la actual, pero de submarinos convencionales.
Coincidiendo con el interés canadiense por formar parte del Aukus, desde Australia se evidencian tensiones en torno a este proyecto. La incorporación de submarinos nucleares estadounidenses de segunda mano a la Armada australiana, que contempla el plan como paso previo a la entrada de buques de nuevo cuño, apunta hacia un retraso que pone en peligro la estrategia. Las demoras en la construcción de nuevos submarinos para EEUU puede llevar a Washington a no desprenderse tan rápido de sus Virginia, con los que se quiere llenar el vacío de capacidades en Australia desde inicios de 2030, mientras llegan las futuras naves del proyecto Aukus, previstos para la siguiente década.