Viajo a Centroeuropa con frecuencia al objeto de mantener reuniones con amigos que trabajan para distintas empresas y organismos estatales y he tratado en diversos artículos el desconocimiento que hay en España sobre estos países que tenemos tan cerca, a dos o tres horas en avión, y las oportunidades de negocio que hay en Europa Central y del Este para nuestras empresas. Ahora quiero tratar con mayor detalle la situación de la defensa en estos países y contrastarlo con lo que sucede en España. Entre ellas, me interesa en particular, la que lleva a que sus poblaciones y gobernantes tengan una actitud tan distinta a la que hay en nuestro país.
De manera generalizada es sorprendente que estos países destinen a la defensa un porcentaje de su PIB que supera con mucho al que se destina en España, que no llega al 1%. Y lo hacen siendo bastante menos ricos que nosotros, lo cual supone, comparativamente, un esfuerzo adicional a sus gobiernos y ciudadanos.
Se recuerda que muchos de ellos tienen unas infraestructuras, sanidad o gastos en educación que están en una situación precaria en comparación con la media de la UE. Los recursos e inversiones que se dedican a incrementar unos capítulos siempre se hacen a costa de minorar los gastos en otros. Por ello, el tema es todavía más llamativo.
A modo de ejemplo citaremos lo que sucede en los dos países más grandes: Polonia y Rumanía. El primero de ellos está incrementando el gasto cada año. Esto ha sido facilitado debido a que Polonia incluyó hace unos años en su constitución dedicar el 1,95% de su PIB a la defensa. Actualmente, desbanca a España en distintas estadísticas OTAN a pesar de tener un PIB mucho menor y una población cercana a la nuestra. En el caso de Rumanía, en el Parlamento se llegó hace unos años a un amplio consenso entre los principales partidos para ir aumentando su presupuesto para destinar el 2% del PIB a gastos en defensa. Por otro lado, es conveniente recordar que a los socios de la OTAN se les pide, y así lo acordamos, destinar el 2% del PIB a gastos en defensa.
La percepción del político y la información que se facilita a la ciudadanía condicionan el gasto en defensa
A lo largo de los años he podido comprobar que en España la sensación de la población es que no se entiende, ni se ve, la necesidad de gastar en defensa. Especialmente, si es a costa de gastos sociales. Nuestros gobernantes no hacen ninguna pedagogía, o si la hacen es para oponerse a incrementar estos gastos. En muchos casos, desgraciadamente, es por pura ignorancia y en otros casos por manifiesto interés personal de buscar el voto fácil.
Hay mucha demagogia y oportunismo político sobre el asunto. Es una realidad que el gasto en defensa español ha ido reduciéndose continuamente durante años, en vez de explicar en el parlamento la realidad. Si se hiciera, nuestros ciudadanos tendrían un nivel de información similar al que tienen las poblaciones de los países de nuestro entorno. Sus gobernantes tratan la cuestión de manera seria y rigurosa, buscando amplios consensos, y también exponen las implicaciones industriales, de generación de riqueza y puestos de trabajo para sus economías, del efecto multiplicador que tiene el gasto de I+D+i, etc. En general se considera el asunto como cuestión de estado que requiere de amplios acuerdos.
El tema, además, es sencillo de exponer y entender: sin defensa no hay nada, ni educación, ni sanidad, ni paz, ni libertad. La defensa y la seguridad de las poblaciones son previas a todo lo demás. Sin defensa y seguridad no se puede vivir en paz. En el Parlamento, desgraciadamente, no se habla de ello.
Países que tenemos muy cerca, en África, a muy pocos kilómetros, también lo entienden. La preocupación de los padres no es que sus hijos vayan al colegio, es que no los maten por el camino a la escuela o una vez allí. Lo mismo sucede con los hospitales y centros médicos ¿De qué sirven si hay violencia y no se puede ir a los mismos? En muchos países, es el Ejército el que mantiene el orden y se ocupa incluso de construir las carreteras y las infraestructuras básicas, como los pozos de agua, etc.
También nuestra población tiene la sensación de que las armas son la causa de todos los males, cuando la realidad es que las causas son, desgraciadamente, que hay gente que está dispuesta a atropellar los derechos y libertades de los demás. El primer deber del gobernante es asegurar esos derechos. Esto lo tienen claro en Centroeuropa.
Es muy llamativo para los gobernantes de otros países, y para observadores internacionales, ver que desde las elecciones de diciembre los distintos partidos españoles no incluyen los temas de seguridad y defensa en sus negociaciones. En otros países es una cuestión que está en el primer puesto. Los riesgos de atentados, etc. les obligan a ello.
El caso de las naciones más neutrales
Es curioso que los países más neutrales y pacíficos del mundo también estén en Centroeuropa. El caso paradigmático es Suiza. Pero de lo que no se habla es de que la nación neutral por excelencia, que ha evitado las dos guerras mundiales y que no ha tenido conflictos en dos siglos, es también la nación más armada del mundo.
Gracias a ello evitó que los alemanes, desde 1940, a pesar de existir el plan Tannenbaum para su invasión, al estar rodeada por la Alemania nazi y la Italia de Mussolini, finalmente no intentaran llevarla a cabo. El país estuvo movilizado desde 1935, con unas fortificaciones a lo largo de los Alpes desarrolladas desde el siglo XIX que la hacían inexpugnable, de muy difícil conquista; o a un coste altísimo. Además, mantiene unos búnkeres perfectamente camuflados, con una red de túneles, etc. en los que se pueden refugiar la población y las unidades militares, junto con una planificación para la destrucción y voladura del país: puentes, túneles, vías férreas, carreteras, pasos, etc.
Hasta hace unos años mantenía unos efectivos de unos 500.000 soldados, cifra que ha sido reducida hasta los 200.000 actuales. El país tiene una población de algo más de ocho millones, pero tiene la capacidad de movilizar a tres millones de manera inmediata. Cada año reciben formación unos 120.000 efectivos. El ejército profesional que tiene es casi nulo. La mayor parte son reclutas, varones, a los que se las da una formación militar inicial de casi 6 meses desde los 18 años de edad hasta los 35.
Tras esa formación se les entrega su equipamiento militar, incluidas las armas reglamentarias, fundamentalmente armas cortas y fusiles de asalto, para que las mantengan en sus casas. Las mujeres son admitidas como voluntarias. Es curioso que, sin embargo, no se oiga que haya problemas de asesinatos o violencia, todo lo contrario. Es un dato para la reflexión cuando se dice demagógicamente que el problema de la violencia son las armas.
En 2013 se hizo un referéndum al objeto de estudiar la abolición del reclutamiento forzoso. La población, con un 73%, votó mayoritariamente en contra de su abolición. Compárese esto con el sentir de la población española.
Algo parecido sucede en Finlandia, donde la población también está muy armada y los reclutas están en situación de reservistas hasta los 50 años de edad y se les puede llamar para realizar ejercicios o maniobras; especialmente durante los 5 años siguientes a su formación inicial, en los que permanecen en estado de asignados a unidades. La doctrina militar está basada en el concepto de defensa total. El objetivo, al igual que en el caso suizo, es la disuasión.
Otro caso interesante es Austria. País que tras la segunda guerra mundial se ha mantenido neutral y que, al igual que Suiza y Finlandia, tampoco forma parte de la OTAN. En 2013 también celebró un referéndum, no vinculante, apoyado por los socialistas y los verdes, para estudiar la abolición del servicio militar obligatorio. Tan solo contó con una participación del 52% de los electores. El 60% de ellos votó en contra de su abolición y la introducción de un ejército profesional.
Otro dato para la reflexión. La objeción en estos países está contemplada, pero conlleva condenas a trabajos y cárcel.
En Centroeuropa todavía está en el ambiente y en el recuerdo colectivo de la memoria histórica de la población lo sucedido con los turcos hace ya siglos. El imperio otomano sitió Viena y permaneció en buena parte de Hungría, y resto de países de los Balcanes, incluida la parte de Buda, de lo que es su capital Budapest, durante casi 150 años. Se recuerda que el croissant que todos conocemos, que convirtieron los franceses en su desayuno nacional y lo dieron a conocer al mundo, surge para celebrar que el sitio de Viena fue finalmente levantado. Por ello, es por lo que tiene ese nombre cuya traducción del francés es “creciente” haciendo referencia a la forma de media luna que tiene, por el simbolismo que conlleva, y que cada vez que se come uno se está comiendo al enemigo turco.
Actualmente ya muy pocos países del Centro y Este de Europa mantienen ejércitos con soldados de reemplazo, y en aquellos que tienen ejércitos profesionales, los políticos se cuestionan si fue una buena decisión; igual que sus poblaciones, que en muchos casos no entienden el motivo de haber cambiado el sistema de reclutas. Polonia, que tiene en la actualidad un ejecito profesional, desde el conflicto de Ucrania ha realizado modificaciones en su legislación y ha abierto la posibilidad no solo de que soldados en la reserva realicen ejercicios y maniobras, sino también de que se pueda movilizar de manera forzosa a jóvenes reclutas para que reciban instrucción militar.
Los países más pequeños también hacen esfuerzos que las estadísticas OTAN inicialmente no reflejan. El motivo es que los presupuestos de defensa son reducidos; especialmente las partidas para inversiones. Sin embargo, las cifras se distorsionan debido a que las compras importantes se efectúan por acuerdo de gobierno de manera extrapresupuestaria. En esa situación están, por ejemplo los dos aviones de transporte comprados por Eslovaquia a Italia, cuya primera unidad ya está en fabricación. Asimismo, este país está comprando nueve helicópteros Blackhawk a Estados Unidos mediante FMS (Foreign Military Sale - una modalidad de compra gobierno a gobierno), por importe de unos 300 millones, o varios radares móviles por importe de otros 60 millones de euros. Todo ello, para reemplazar su equipamiento, de la época soviética. Hungría y los otros países están en una situación similar. Es de destacar que Estados Unidos ha concedido créditos a estos países para la compra de material mediante FMS que luego ha condonado. Así tenemos que a Polonia le ha concedido créditos por importe de 567 millones de dólares, de los cuales ha perdonado unos 467 millones. El resto de los países de Centroeuropa y del Éste recibieron un total de créditos de 1.875 millones para compras FMS, habiendo sido condonados 1.859 millones.
La lección no escrita que transciende en la actitud que mantienen estas naciones es que para ser libre hay que ser fuerte. Los polacos son muy beligerantes por la historia que han tenido y la lección han decidido no olvidarla. Los países bálticos también, pero están a la merced del resto, pues no tienen casi capacidad de autodefensa por tener una dimensión muy reducida. Por ello se sumaron rápidamente a la OTAN, para estar a su resguardo. La historia les ha ensañado que si se es débil se está a la merced de la buena voluntad del fuerte y del capricho del gobernante de turno. También que los tratados y las buenas intenciones sirven de poco. La cuestión es que cuando a un pueblo lo han aniquilado ya es tarde para hacer nada. Esto ha ocurrido a lo largo de los siglos en repetidas ocasiones.