Pero, ¿constituye la Federación Rusa una seria amenaza para Europa?
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Pero, ¿constituye la Federación Rusa una seria amenaza para Europa?

Las capacidades actuales de la Federación Rusa para un enfrentamiento con Occidente, están muy lejos de las capacidades que poseía al finalizar la Guerra Fría
Putin kremlin
Discurso de Vladimir Putin en el Kremlin
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El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, en su discurso del 12 de diciembre, manifestó la necesidad de que los aliados multipliquen su gasto en defensa por encima del 2% del PIB, un valor que se acordó en la cumbre de Gales de 2014, dado el peligro que supone la amenaza rusa para Occidente en el caso de que se llegara a producir una confrontación militar.

Pero, ¿realmente esta amenaza es tan grande como para que los europeos tengan que aumentar su gasto en defensa? En este artículo, comento brevemente las capacidades militares rusas y, en función de ellas, analizo la credibilidad de esta amenaza para concluir sobre la conveniencia de aumentar nuestra preparación para un posible conflicto. Aunque siempre es difícil determinar éstas con precisión, dado que las verdaderas capacidades son un secreto bien guardado por las naciones, y en particular Rusia, algunos datos generales sobre su economía y sobre el conflicto de Ucrania proporcionan bastante información para poder extraer interesantes conclusiones.

El poder nacional y las capacidades militares de una nación están en la actualidad muy ligadas a su capacidad económica y tecnológica. En este sentido, hay que señalar que la Federación Rusa tiene un PIB estimado para 2025 de 2.195.707 millones de dólares que le coloca en el número once de la clasificación mundial, muy por debajo de naciones como Alemania, Reino Unido, Francia o Italia. Además, su riqueza se debe más a la explotación de recursos naturales (productos energéticos, materias primas, agricultura) que a sus capacidades industriales caracterizadas por su obsolescencia, escasa renovación, poca digitalización y reducida diversificación. Por otra parte, la concentración del poder y la falta de transparencia política ha generado un elevado grado de corrupción y una cleptocracia cuyo fin es la obtención de beneficios personales. Todo ello dificulta el desarrollo de soluciones innovadoras, en todos los ámbitos, así como el empleo y la explotación de las tecnologías más avanzadas, lo que merma su economía e impide que sea más productiva y eficiente. Esta situación constituye una traba importante para sostener el esfuerzo de guerra que requeriría la entrada en conflicto con Europa.

Aunque sobre el papel las capacidades militares rusas son considerables, el desempeño de sus fuerzas armadas en el conflicto de Ucrania ha mostrado importantes debilidades. En efecto, a pesar de disponer de mayor base de reclutamiento y capacidad industriales, los militares rusos han sido incapaces de derrotar decisivamente a las Fuerzas Ucranianas desde su ilegal invasión en febrero de 2022. Los militares han sufrido pérdidas significativas tanto en personal como en equipos. Y sus prestaciones operativas han sido mermadas por una estructura de mando y control rígida e inflexible al estilo soviético, un cuerpo de unidades entrenadas y profesionales debilitado y la confianza en tácticas con un alto nivel de bajas. Respecto a la dirección y gestión de las operaciones se observan importantes fallos en inteligencia al no prever la oposición ucraniana a la invasión, ni al apoyo que Ucrania recibiría de Occidente, lo que impidió una rápida y triunfal entrada sobre la capital Kiev y obligó a retirar las tropas en abril.

Todo ello ha hecho que la conquista de Ucrania esté siendo mucho más lenta de la esperada, en la que no se aprecia acciones ofensivas a gran escala ni ganancias territoriales importantes, a pesar que a comienzos de 2024 el Grupo de Fuerzas operativas de Rusia sumaban 470.000 tropas. Entre sus problemas hay que señalar su carencia de oficiales bien entrenados, escasez de pilotos para operar aviones y limitaciones de munición.

Los problemas de reclutamiento también son importantes debido al elevado número de bajas (estimadas en unas 600.000 en octubre de 2024) a pesar de los altos salarios ofrecidos para los que firmen contratos para combatir (los soldados procedentes del reclutamiento no participan en el conflicto). El empleo de compañías militares privadas, como el grupo Wagner, o el de tropas norcoreanas en el conflicto, en octubre de 2024 muestra las dificultades rusas para dotarse de personal que quiera combatir en esa guerra y evitar una movilización a gran escala, algo que parece quererse evitar debido probablemente al bajo apoyo social a este conflicto.

Ante la prolongación del conflicto y la resistencia de las tropas ucranianas, Rusia ha tenido que movilizar significativamente su industria de defensa expandiendo líneas de producción, reactivando plantas de producción inactivas y contratando a empresas civiles para suministrar productos de uso militar. A pesar de ello, Rusia tiene limitaciones importantes sobre la longevidad y fiabilidad de su producción. Su industria no se ha renovado y la innovación está estancada teniendo que simplificar su producción en ciertos casos para evitar retrasos. El mantenimiento y puesta a punto de sus equipos está consumiendo los inventarios existentes, lo que le obligará a fabricar nuevas plataformas cuyo tiempo de suministro será mayor. Sus armas más complejas, como los misiles, tienen una importante vulnerabilidad al depender de componentes occidentales que están sujetos a embargo debido a las sanciones impuestas. 

Rusia tiene dificultades para asegurar estos suministros y su precio se ha encarecido sensiblemente, aunque ha logrado evitar el embargo, comprando estos componentes a países intermedios como Kazajstán, o sustituyéndolos en algunos casos por componentes procedentes de China (microelectrónica, máquinas herramientas). Pero, la limitación más seria es la fabricación de munición, donde no se cumplen las expectativas del Ministerio de Defensa en la producción de obuses de 122 y 152 mm necesarios para el conflicto. Y los intentos de adquirir munición firmando contratos con Bielorrusia, Irán, Corea del Norte y Siria, resultan insuficientes para alcanzar el inventario deseado. Estas limitaciones industriales constituyen una importante fuente de desgaste de su poder combativo.

Además, Rusia muestra debilidades en algunas tecnologías clave en los conflictos armados actuales, como son los relacionados con la gestión de la información, equipos ciber, guerra electrónica para hacer frente a drones y munición guiada de precisión, vehículos autónomos no tripulados, analítica de datos o sistemas autónomos.

A pesar de ello Rusia, mantiene capacidades intactas que todavía no se han usado en la guerra de Ucrania, como por ejemplo sus sistemas de defensa aérea. En particular, resulta preocupante sus fuerzas nucleares tanto estratégicas –compuesta por misiles, submarinos nucleares, aviación de largo alcance–, como tácticas. Su empleo, no obstante, resulta difícil dadas las capacidades nucleares de los EE.UU., Reino Unido o Francia en esta materia, lo que supone un elemento de disuasión especialmente importante para que intente emplearlas.

Conclusión

Las capacidades actuales de la Federación Rusa para un enfrentamiento con Occidente, están muy lejos de las capacidades que poseía al finalizar la Guerra Fría. Ni su economía, ni las capacidades de sus Fuerzas Armadas, permiten que Rusia inicie acciones ofensivas de gran alcance sobre las naciones europeas que forman parte de la Alianza Atlántica.

Según el Instituto de Investigación sobre la Paz de Estocolmo, el gasto de defensa ruso es la cuarta parte de todas las naciones europeas de la OTAN (sin contar con los EE.UU.). Si examinamos las capacidades económicas, tecnológicas y militares de estas naciones, se observa un balance claramente desfavorable para la Federación Rusa. Esto sugiere que el objetivo del 2% del gasto en defensa parece por el momento suficiente para afrontar esta amenaza. En particular, si consideramos otras necesidades europeas más perentorias en otros ámbitos (v.g. cambio climático, inmigración del norte de África, lucha contra el terrorismo, etc.).

No obstante, sí resulta importante mantener un constante apoyo a las Fuerzas Armadas de Ucrania en armamento, material o entrenamiento hasta lograr un cese del conflicto y el retorno a la paz. Ciertamente, esa ayuda precisará de un mayor gasto en defensa de los europeos, una labor en la que probablemente se cuente con el respaldo de los EE.UU. Pero esto no significa necesariamente que Europa tenga que multiplicar su gasto en defensa para hacer frente a una posible escalada del conflicto y a una ciertamente improbable invasión de su territorio mediante una fuerza expedicionaria rusa que, dadas sus limitaciones, sería detenida con relativa facilidad con las capacidades operativas y los recursos humanos y materiales que actualmente poseen las naciones europeas.



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