El anuncio del canciller alemán, Olaf Scholz, el pasado 27 de febrero, de que su país va a inyectar 100.000 millones extra a su defensa a la vez que va incrementar el gasto militar por encima del 2%, ha coincidido con la consideración cada vez más favorable de las autoridades de compras militares del país hacia la adquisición de aviones estadounidenses F-35, para renovar la Luftwaffe (Fuerza Aérea alemana). Con estos elementos la ecuación estaba hecha, y el resultado acaba de hacerse público. Berlín ha reconocido su intención de adquirir hasta 35 cazas F-35. Una fuente parlamentaria del país ha revelado la operación, que incluye la adquisición de otros 15 aviones de combate europeos Eurofighter.
La fuente, que ha hablado bajo anonimato con la cadena pública alemana Deutsche Welle, ha explicado que los F-35 se dedicarán sobre todo al transporte de misiles nucleares estadounidenses, que es una capacidad que Alemania debe mantener por sus compromisos con la OTAN. La retirada prevista de cazas Tornado del arsenal germano había abierto un intenso debate sobre qué avión sustituto debía adquirir Berlín para atender este compromiso, dado que el Eurofighter, de fabricación alemana, británica, italiana y española, no puede realizar esta función.
En su momento Alemania se inclinó por adquirir aviones F-18 a la también estadounidense Boeing, que sí pueden equiparse con estas armas, según trascendió en 2020. En aquel momento, la posibilidad de comprar aviones F-35 estaba totalmente descartada, hasta el punto de que el mismísimo jefe de la Luftwaffe, el teniente general Karl Müllner, tuvo que dejar su puesto en 2018 en gran medida por haber mostrado su apoyo a la compra de este modelo estadounidense; sobre todo por haberlo hecho después de que hubiese sido advertido de que acabaría despedido si volvía a citar si quiera el nombre de este caza, del que se había mostrado partidario para suceder al Tornado.
Sin embargo, la opción del F-35 volvió al tablero hace un par de meses. Entonces trascendió que el avión de combate de quinta generación estadounidense volvía a ser candidato para Alemania, tras haber sido desterrado sin condiciones previamente.
Consecuencias para el FCAS
La posible compra de F-35 ha levantado en los últimos años importantes recelos en Alemania, inmersa en el desarrollo también de un aparato de próxima generación de diseño europeo (el FCAS), por lo que hablar de un desarrollo del otro lado del Atlántico no parecía lo más conveniente para la credibilidad del nuevo proyecto. El consejero delegado (CEO) de Airbus Defence and Space, Dirk Hoke, llegó a advertir de que el programa del FCAS, desarrollado junto a Francia y España, quedaría sin validez si Berlín acaba adquiriendo aeronaves estadounidenses F-35. Deutsche Welle se hace eco en su información de la mala señal que el pedido previsto de aviones norteamericanos puede suponer para el progreso del FCAS, donde además se están produciendo rencillas entre París y Berlín en torno al liderazgo del proyecto. Sin embargo, Scholz ha mostrado que este programa de colaboración europea supone una “prioridad absoluta”, y la reacción frente a la invasión rusa de Ucrania suma enteros para acabar consolidándolo.
En la actualidad, cinco países del viejo continente participan en el programa norteamericano del F-35 (Gran Bretaña, Italia, Noruega, Países Bajos y Dinamarca) y cuatro más (Polonia, Grecia, Finlandia y Suiza) también han optado por adquirir el modelo.
España podría ser el próximo
La nueva coalición que gobierna el país, encabezada por el canciller Scholz, apuntó al llegar al poder que comprará el reemplazo de los Tornado a principios del nuevo mandato de cuatro años. Si la adquisición prevista sale adelante, Alemania será el décimo país europeo en contar con F-35 en su flota. España, cuya Armada ha mostrado en distintas ocasiones su interés por la versión embarcable del avión (F-35B), y a quien Estados Unidos ha señalado como uno de los principales clientes potenciales del modelo, podría ser el próximo, sobre todo ahora que el Gobierno ha anunciado que se establecerá un calendario para incrementar los presupuestos españoles de Defensa hasta el 2% del PIB.
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