El consejero delegado del fabricante aeronáutico francés Dassault Aviation, Eric Trappier, ha vuelto a levantar las reservas que parecían dormidas sobre el porvenir del denominado Futuro Sistema Aéreo de Combate (FCAS). Trappier ha comparecido en la Asamblea Nacional francesa esta semana, en la que, ante la pregunta de un diputado, ha admitido sobre este proyecto que “no es fácil disipar las dudas cuando uno mismo las tiene”. De este modo, el líder de la compañía responsable de la parte industrial francesa en este programa compartido con Alemania y Francia, evidencia por enésima vez sus suspicacias sobre una iniciativa que tiene como estrella el desarrollo de un avión de combate de sexta generación.
Las palabras de Trappier llegan en el momento en el FCAS atraviesa la denominada fase 1B, en la que se ponen las bases de un demostrador del avión. La iniciativa incluye, más allá del desarrollo de un nuevo caza, otros avances de calado, como nuevos drones que operarán en coordinación con el futuro avión y una avanzada nube de combate para coordinar todos los recursos
El programa llegó a paralizarse hace unos años durante un tiempo en buena medida por las aspiraciones francesas por liderar la parte de desarrollo del Avión de Combate de Próxima Generación (NGF), en el marco de un complicado reparto de papeles sobre todo con Airbus, que lidera la parte industrial por Alemania (por España la encabeza Indra). Ese parón, que aparentemente concluyó en diciembre de 2022 con la renovación del acuerdo, llevó a atrasar hasta 2040 la expectativa de contar con el futuro sistema operativo.
Avances en el GCAP
Entre tanto, Reino Unido, Japón e Italia han evidenciado su compromiso con su propio programa en torno a un caza de sexta generación (GCAP), para el que el pasado diciembre crearon una empresa conjunta para impulssar la obtención de su solución en torno a 2035. Esta empresa conjunta está formada por las tres firmas líderes del proyecto: BAE Systems, por parte británica; Leonardo, representando a Italia, y Jaiec, a su vez formada por Mitsubishi y SIAC, por el lado de Japón.
El pretendido protagonismo francés incomoda entre sus otros dos socios del programa FCAS. Al tiempo que París da periódicamente señales de que es capaz de buscar su propia solución de sexta generación, sin compartirla con ningún otro país. Así quedó patente en 2023 cuando se presentó el plan de modernización del caza Rafale, que en el futuro podrá operar con la aeronave no tripulada Neuron, de modo que Francia obtendrá una década antes, en torno a 2030, capacidades muy similares a las previstas en el FCAS.
Contraste con el Neuron
Por cierto que Trappier destacó en su comparecencia de esta semana en sede parlamentaria el éxito del Neuron, como programa liderado por Francia en el que también participan otros cinco países europeos. De su intervención se deduce, en contraste, que el FCAS arrastra dificultades derivadas del hecho de que no hay un país líder sino tres socios a partes iguales.
“En el Neuron, se firmó un contrato hasta el primer vuelo”, apuntó Trappier, según recoge el medio francés Zone Militaire. En cambio, en el FCAS, “ahora mismo, vamos por partes: tenemos la fase 1A, la 1B y ahora tendremos que negociar la fase 2. Es complejo y lleva mucho tiempo. No estoy seguro de que sea un modelo de eficacia”.
Dassault Aviation cerró 2024 con una cartera de pedidos de su avión de combate Rafale de 220 unidades, a la que ahora hay que sumar las 26 de la versión naval que acaba de encargar la India y otra veintena más adelantada por el presidente de Francia, Enmanuel Macron. El éxito cosechado en torno a este modelo, del que se acumulan más de 300 pedidos de exportación, es el doble del de su inmediato competidor, el Eurofighter, desarrollado por los otros dos socios del FCAS (Alemania y España), junto a Reino Unido e Italia. Aunque en el número de encargos total el Eurofighter, con cuatro países involucrados, supera al caza francés.