El nuevo consejero delegado (CEO) de Airbus, Guillaume Faury, que lleva en el cargo desde el pasado abril, ha alentado a la configuración en el futuro de un único programa europeo de aviones de combate. En la actualidad existen dos grandes proyectos de desarrollo de sendos cazas. Por una parte se encuentra el denominado FCAS, acometido por Francia, Alemania y España, y del que forma parte Airbus, y el Tempest, en el que están involucrados Reino Unido, Italia y Suecia. Faury también ha advertido de la necesidad que tiene el continente de reforzar su industria de defensa.
Ante este panorama, "Europa necesita un proyecto fuerte para asegurar su soberanía aérea y espacial", ha apuntado Faury en una entrevista concedida al rotativo británico The Sunday Times.
El máximo responsable del gigante aeroespacial y de defensa no olvida que verbaliza esta ambición en medio de importantes tensiones en torno al Brexit y los desencuentros entre Estados Unidos y Europas a cuenta de la OTAN. Ante estas circunstancias se pregunta: “¿Podemos hacer un proyecto hoy en el momento del Brexit? Probablemente no. Por lo tanto, es importante que el FCAS siga avanzando”. Sus pretensiones, por tanto, quedan para más adelante: “¿Habrá la posibilidad de tener un proyecto europeo en una etapa posterior? Yo espero que sí”.
Guillaume Faury no es el primer líder de un gran grupo de la industria militar europea que habla sobre la conveniencia de unir a largo plazo los dos programas de cazas que ya se desarrollan en el continente.
El CEO de la firma italiana Leonardo, Alessandro Profumo, explicó el pasado marzo, hablando sobre el trabajo que entonces ya estaba desarrollando su empresa para entrar en el programa Tempest, que su deseo pasaba por converger finalmente el proyecto liderado por Reino Unido “con Francia y Alemania”. De este modo se refirió a su fusión con el FCAS, del que entonces aún no formaba oficialmente España, que se unió el pasado junio.
La fusión de ambos proyectos es una idea sobre la que además distintos expertos han vaticinando que acabará ocurriendo. De no ser así, Europa repetirá su fórmula actual de desarrollo de varios aviones de combate que compiten entre sí (Eurofighter, Rafale y Gripen), lo que dificulta la competitividad frente a otros modelos, principalmente norteamericanos, y desaprovecha las sinergias que una unión de mayor entidad podría brindar.