Las Fuerzas Armadas belgas dispondrán de sus primeros cuatro aviones de combate de quinta generación F-35A en 2025. El anuncio lo ha realizado el ministro de Asuntos Exteriores y de Defensa del país, Didier Reynders, y supone un retraso de dos años respecto a la fecha inicialmente contemplada, que marcaba 2023 como año para recibir las primeras unidades.
El Gobierno belga recibió en el último trimestre de 2018 la aprobación parlamentaria de un plan militar que incluye 4.011 millones de euros para la compra de 34 aviones de combate de quinta generación F-35A. El proyecto incluye dos centros de simulación de vuelo, equipos y sistemas de apoyo operativo y técnico de los aparatos, y sistemas de cascos de piloto de alta tecnología. El programa belga se estima en un total de 15.000 millones de euros, contando el ciclo de vida de los aparatos.
El Gobierno del país anunció en febrero de 2016 su plan para comprar 34 nuevos aviones de un modelo que en aquel momento aún estaba pendiente de decidir. Entre los candidatos para hacerse con el proyecto, además de la compañía norteamericana Lockheed Martin, que finalmente resultó ganadora con su modelo F-35A Lightning II, también figuraron la también estadounidense Boeing, fabricante del F/A-18E/F Super Hornet; la francesa Dassault Aviation, que ofreció el Rafale; la sueca Saab, con el JAS-39E/F Gripen, y Eurofighter, desarrollador de la aeronave del mismo nombre y que está financiada por Reino Unido, Alemania, Italia y España.
En la actualidad, cinco países del viejo continente participan en el programa norteamericano del F-35: Gran Bretaña, Italia, Noruega, Países Bajos y Dinamarca, a los que el pasado octubre se sumó Bélgica como comprador. Otros cuatro países europeos –Grecia, Rumanía, España y Polonia– forman parte de la lista de principales potenciales compradores de este modelo, de acuerdo con un escrito oficial presentado este mismo mes a la Cámara de representantes de Estados Unidos.
De las tres variantes diseñadas del caza F-35, la A, que es la encargada por Bélgica, es la más ligera y ágil, y está preparada para el despegue y el aterrizaje convencional (CTOL) en pistas habituales. Esta versión ha sido concebida para sustituir a los antiguos aviones de combate F-16 y A-10.
El Ministerio de Defensa belga tiene previsto invertir 300 millones de euros en las bases aéreas de Florennes y Kleine Brogel, que son las que acogerán los nuevos cazas.