El pasado miércoles 19 de febrero, el presidente colombiano, Gustavo Petro, anunció la designación del mayor general Pedro Sánchez como nuevo ministro de defensa.
Sánchez, ascendido en diciembre pasado del grado de brigadier al de mayor general (de la Fuerza Aeroespacial-FAC), reemplazará a Iván Velásquez como titular en la cartera de Defensa.
El anuncio de Petro (en un evento protocolario) tomó por sorpresa no solo a los cuarteles, sino también al comandante de las Fuerzas Militares, almirante Francisco Cubides, así como al resto de la cúpula de las FFMM. El malestar por la decisión responde al nombramiento de un general —que hasta hace solo dos meses ostentaba el rango de brigadier— al frente de la tercera cartera ministerial mas importante del país y en momentos de alta sensibilidad para la seguridad y el orden público nacional.
Experiencia y cambio de paradigmas
El nuevo ministro, Pedro Sánchez, destaca por una amplia experiencia operacional y en el área de combate. Fue comandante del Comando Conjunto de Operaciones Especiales (Ccoes) y recientemente jefe de la Casa Militar. Ahora, en su nuevo cargo, dirigirá a un grupo de altos oficiales que hasta hace solo una semana eran sus superiores jerárquicos, no solo en rangos sino en antigüedad y ascensos.
Este cambio se da en medio de la apuesta del Gobierno por los procesos de Paz Total en el marco de la difícil situación de orden público y de seguridad ciudadana.
A pesar del deseo presidencial de contar con un militar con la experiencia para plantear soluciones para combatir a las organizaciones criminales trasnacionales de forma efectiva, históricamente no han sido exitosos los comandos generales encabezados por oficiales no pertenecientes al Ejército.
Frente a esto, Pedro Sánchez tendrá el reto de alinear y postular a oficiales que no solo acepten sino que ejecuten sus lineamientos, siendo ya claras las reservas por parte de Cofac y Coejc, respecto a las primeras solicitudes del nuevo ministro. Según pudo saber Infodensa.com, se esperaran decisiones y solicitudes de baja del servicio por parte de oficiales (generales y almirantes) en las próximas semanas, particularmente en el tema de la ejecución de los planes de trabajo divisionarios y de comandos.
Propósitos
El nuevo titular de la defensa tendrá como propósito recuperar el orden público en los 11 focos de emergencia humanitaria señalados por la Defensoría del Pueblo, con cerca de 19.000 efectivos y presencia activa en más de 300 poblaciones colombianas y que solo en el nororiente del país causaron el desplazamiento de 54.000 personas.
Además deberá conseguir la aprobación de un documento Conpes (Consejo Nacional de Política Económica y Social) para financiar el proyecto de renovación de la flota de cazas colombianos, así como para introducir tanto al Ministerio como a las Fuerzas Armadas en la digitalización y el uso de la Inteligencia Artificial para la predictividad en los sistemas de gestión y toma de decisiones. Por otro lado, también está por delante el financiamiento de los programas de mantenimiento de sistemas, armas y equipos de las fuerzas, hoy en promedio con solo un 42 % de disponibilidad operacional.
¿Y los retos?
Cabe señalar que desde 1991, Colombia no tenía a un militar (activo o en retiro) como ministro de la defensa, que deberá además sortear la actual situación presupuestaria, que presenta un déficit para el desarrollo de misiones contrainsurgentes y antiterroristas, en medio de un enfrentamiento entre el presidente y el Congreso (Parlamento) de la República.
Además, el nuevo ministro deberá trabajar con un alto mando que no ha apoyado su designación y que por primera vez se ha mostrado en desacuerdo con el jefe de Estado, que evidentemente desea un cambio en el planeamiento, en la dirección y en los resultados de las operaciones militares.
La responsabilidad, no solo material sino política, sobre la seguridad y el orden público nacional recaen ahora casi exclusivamente sobre el estamento militar.