La amenaza China, junto a la de otras potencias emergentes, ha llevado a la Fuerza Aérea de Estados Unidos (USAF) a concluir que necesita acelerar sus planes para contar en la década de 2030 con una fuerza mucho más capaz. El objetivo, revelado el martes por el secretario de la USAF, Frank Kendall, durante un discurso en el Simposio de Guerra 2023 de la Asociación de Fuerzas Aéreas y Espaciales en Aurora (en el estado norteamericano de Colorado), incluye disponer de dos aviones de combate colaborativo (CCA, por sus siglas en inglés) por cada aparato tripulado contemplado en esta modernización.
La denominación CCA alude al uso de drones asociados a cazas. En este caso, la intención de la USAF es contar con un millar de estos CCA, de modo que puedan asignarse un par a cada avión tripulado. En concreto, los tripulados previstos para este proyecto son 300 aviones de combate de quinta generación F-35 y 200 aparatos de próxima generación de dominio aéreo (NGAD), que es el avión de 6ª generación que ahora desarrolla el país.
Estos aparatos no tripulados, conocidos como drones esclavos, servirán a los cazas en tareas de vigilancia y reconocimiento, podrán identificar sistemas de defensa antiaéreos, interferir señales e incluso atacar objetivos. Se trata de unos desarrollos más baratos que los aviones tripulados, de modo que su posible pérdida en combate no suponga un coste excesivo, además de que no conlleva ninguna baja humana. La intención de la USAF es acelerar su proceso de modernización y remodelación, para enfrentar a China y a otras potencias emergentes, según las explicaciones de Kendall, que reveló el plan de adquirir aviones “a un ritmo superior al previsto”.
En todo caso, ha advertido el secretario de la USAF, el uso de estos CCA no llevará a una reducción del número previsto de aviones de combate tripulados.
Se trata de una iniciativa incluida en la solicitud realizada por la USAF para el presupuesto militar de Estados Unidos 2024, en el que figuran en torno a una veintena de nuevas actuaciones, entre programas y mejoras.
Programas NGAD, FCAS y GCAP
Estados Unidos ya ha comenzado a volar un prototipo del NGAD, según reveló en 2020 un alto cargo de la Fuerza Aérea de Estados Unidos (USAF). Incluso aseguró que el aparato, del que de momento no ha transcendido más que alguna imagen de su posible aspecto, ya “ha batido muchos récords”, sin especificar cuáles. De este modo, EEUU evidenció que su proyecto de avión de combate de sexta generación, con el que se superará las capacidades de los F-35 y F-22 (quinta generación) es el más avanzado, por encima de los dos que ahora se desarrollan en Europa (FCAS y GCAP, este con implicación también de Japón), que aún deberán esperar unos años hasta ver volar sus primero prototipos.
En 2021 EEUU llegó a proponer a sus aliados europeos que estos programas de ambos lados del Atlántico avancen sincronizados de modo que no se produzcan duplicidades. Se trata de dar a los proyectos un enfoque de “transferencia y alineación estratégicas” con los aliados que redunde en beneficio para todos.
En total, por tanto, los países de la OTAN están inmersos en al menos tres grandes programas de aviones de combate de sexta generación. Se trata, además del NGAD estadounidense, del franco-germano-español NGWS/FCAS (siglas de Armas de Nueva Generación/Futuro Sistema Aéreo de Combate) y del GCAP (derivado del Tempestbritánico, conocido por las siglas FCAS, pero que no hay que confundirlo con el programa del NGWS, y del F-X japonés), en el que están implicados Reino Unido, Japón e Italia.
Los tres proyectos incluyen iniciativas relacionadas que contemplan el desarrollo de nuevos drones, armas, sensores y arquitecturas de mando y control, por ejemplo.
Distintas voces, también de responsables de algunas de las compañías implicadas en ambos proyectos (como los líderes de Leonardo y Airbus) han advertido que el futuro de los dos programas europeos sólo será posible si acaban fusionándose en uno solo.