Desde mediados de 2016 el programa de modernización de las Fuerzas Armadas del Perú ha venido experimentando un aletargamiento producto del cada vez más reducido apoyo gubernamental. Tal situación se acentuó entre 2018 y 2021, mientras que el gobierno peruano que asumió las riendas del aparato estatal está dando muestras de un profundo desconocimiento del verdadero rol de los institutos armados y de la importancia de mantener actualizados los equipos y materiales para la Defensa de Perú.
Para el ejercicio fiscal 2022 se espera que SIMA Perú continúe avanzando con el proyecto de modernización de los submarinos 209/1200 de la Marina de Guerra del Perú, donde los trabajos en el BAP Chipana ya está en sus etapas finales y el casco del BAP Antofagasta ya ha sido seccionado.
En marzo o abril se deberán entregar las dos primeras lanchas de interdicción marítima CB-90, se espera botar el segundo buque multipropósito, el futuro BAP Paita, antes de 28 de julio. La Marina y SIMA trabajan en el requerimiento para la construcción de las siguientes seis patrulleras PGCP-50, ya se ha asignado presupuesto para la construcción de otras dos Plataformas Itinerantes de Acción Social (PIAS) y su construcción debe empezar en las primeras semanas de 2022.
Otros dos proyectos que siguen su curso son la construcción de Buques de Patrulla Oceánica y la construcción de cuatro buques de cabotaje y desembarco en playa, mientras que la Marina y SIMA continúan evaluando las alternativas que le ofrece la industria internacional para hallar el futuro reemplazo de las fragatas Lupo.
En la Fuerza Aérea del Perú, el esfuerzo para renovar el parque aéreo se está orientando hacia el brazo de transporte. El énfasis en materia de aviones de transporte de ala fija ha girado hacia el mercado de segunda mano. En cuanto a aeronaves de ala rotatoria, está pendiente la compra de helicópteros de búsqueda y rescate, donde uno de los princpales candidatos es el H145M de Airbus Defence & Space, y se tiene un requerimiento para la adquisición de más helicópteros de porte mediano, un programa en el que el aparato con más probabilidades es el Mi-171Sh para estandarizar la flota con la Aviación del Ejército. Pendiente sin embargo, los resultados de las investigaciones sobre los recientes accidentes de helicopteros Mi-171Sh en el que han perdido la vida militares peruanos.
La aviación de caza no atraviesa un buen momento en la FAP por su reducida operatividad, aunque el instituto armado hace esfuerzos para mantener sus cazas Mirage 2000 en condiciones de vuelo. La suerte de los MiG-29 está en duda.
En el Ejército del Perú se espera el despliegue de los vehículos protegidos A200 de tracción 4x4 en el Vraem (Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro) para evaluar en el campo las reales capacidades de estos vehículos en la complicada geografía de la zona. Pendiente la compra de un primer lote de vehículos blindados 8x8, donde la habilitación de presupuesto continúa siendo el factor clave. Asimismo, se ha abierto la posibilidad para que la industria, a través de Diseños Casanave Corporation, le ofrezca al Ejército diferentes tipos de drones de combate, principalmente aquellos denominados kamikaze.
También pendiente la compra de un segundo lote de 300 camiones militares, que para fines de estandarización se debería pactar con el fabricante alemán Rheinmetall MAN Military Vehicles, a pesar del algún inconveniente en las entregas del primer lote.
En resumidas cuentas, el año 2022 no se presenta como un período no muy halagüeño para el programa de modernización del equipamiento militar de las Fuerzas Armadas del Perú. La inestabilidad política puede afectar negativamente a los proyectos de compra, particularmente con un gobierno como el de Pedro Castillo que hasta el momento no se ha mostrado interesado en el desarrollo de un sistema de defensa nacional fuerte, moderno y competente. La tendencia en materia de adquisiciones desde hace unos años sugiere que se le intenta imprimir un carácter más policial que militar a los institutos armados del Perú.
Por otro lado, la incertidumbre económica puede también que juegue un rol negativo en el sector Defensa al ajustar los presupuestos, particularmente en el rubro de inversiones y adquisiciones. La minería, una de las industrias que más aporta ingresos al Estado peruano está siendo objeto de ataques, varios de carácter terrorista en campamentos mineros, y varias compañías mineras ya están cerrando sus operaciones en el país andino. Por otro lado, la entrega masiva de bonos en lugar de la promoción del empleo es otra controvertida política del gobierno de turno que tarde o temprano habrá de agotar las arcas fiscales.