Trubia y Santa Bárbara Sistemas, un lugar y una empresa que son nombre y apellidos. Hace más de dos siglos que la fábrica de armas se ligó a la localidad asturiana, dos siglos de hierro y acero, pero también de innovación, de láseres y robots de precisión. Trubia y Santa Bárbara han vivido juntas una transformación de la mano de General Dynamics, han pasado de ser algo local, nacional en el mejor de los casos, a ser un referente internacional. Y quieren seguir creciendo. Y para eso tienen un plan.
Santa Bárbara quiere repetir el éxito del Pizarro y lo quiere hacer con el programa del vehículo de combate sobre ruedas VCR 8x8 Dragón. Lo conseguido en los años 90 con el Pizarro fue una hazaña. En aquel momento, el Gobierno apostó por el desarrollo nacional de un vehículo de cadenas en vez de comprar en el extranjero otro ya existente. Y Santa Bárbara dio el paso adelante. Así nació el Pizarro, un desarrollo que partió de 0, del principio de prueba y error, del trabajo duro, de la adquisición de capacidades, el aprendizaje… Y Trubia fue donde todo comenzó, donde todo comienza siempre para Santa Bárbara. “El principio de la fabricación de todos nuestros productos”, explica director general ejecutivo de Santa Bárbara Sistemas, Juan Escriña. Hoy, el mayor contrato de aquel Pizarro está en el extranjero, en Reino Unido, donde lo han llamado Ajax. Hoy son ellos los que nos compran a nosotros. A esa hazaña la llaman círculo virtuoso en oposición al círculo vicioso. Ahora, Santa Bárbara se ha marcado un nuevo círculo virtuoso, el Dragón, y entrar así también en el mercado internacional de los blindados de ruedas. Y Trubia está preparada.
La factoría asturiana lleva más de 225 años de producción ininterrumpida. Pocas fábricas en el mundo pueden presumir de algo parecido y menos al nivel tecnológico que lo hace Trubia. Escriña lo resumía con una frase hecha, de esas que se usan a menudo para no decir nada pero que en este caso da completamente en el clavo, “en Trubia aunamos tradición y modernidad”. La tradición de más de 200 años de trabajo y la modernidad de las últimas tecnologías, desde las soldaduras dirigidas por láser que ensamblan las primeras piezas a los sistemas de protección del vehículo, una patente de la propia Santa Bárbara. En los últimos años la empresa ha sufrido una transformación sin precedentes precisamente para convertirse en un referente internacional. 17 millones de euros de inversión en nuevas tecnologías y líneas de producción en los últimos cuatro años a los que ahora se suman otros 20 millones para fabricar el Ajax y el Dragón.
Lo cierto es que muy pocos países en el mundo tienen las capacidades que Santa Bárbara Sistemas ofrece en la actualidad. En Europa solo hay dos, Alemania y la propia España. Antes eran más, pero Francia abandona ahora la producción de vehículos de cadenas, por lo que solo le quedan ruedas, e Italia hace tiempo que solo tiene ruedas.
La transformación de la empresa ha sido profunda. Trubia no es nueva en casi nada, 225 años de fábrica de armas la avalan, pero para todo hay una primera vez. La factoría asturiana rompió moldes hace 100 años con el primer carro de combate español, el Trubia A4. La fábrica produjo cuatro prototipos. Luego llegaron más carros, el Trubia 1936, el Trubia Naval. Luego la fábrica se centró en la artillería. Los moldes volvieron a romperse con el Pizarro y los romperá de nuevo con el Dragón, pero todo tiene un proceso.
Después de medio siglo de desarrollo netamente artillero, en los 90 los vehículos volvieron a ser una opción industrial, y el contrato para hacer el Leopard dio a la empresa los conocimientos tecnológicos que necesitaba, no podía venderlo porque la patente era alemana, pero aprendió mucho. Luego, gracias a General Dynamics, se empezaron a hacer también componentes para otros vehículos, estos estadounidenses. Entonces apareció en juego el Pizarro y a esos conocimientos tecnológicos ya adquiridos se unió la soberanía sobre el producto, la capacidad de venderlo y hacerlo en cualquier mercado. Gracias a eso Santa Bárbara superó las dos últimas crisis económicas. Ahora llega el Dragón y se abre un nuevo mercado, el de las ruedas, y Santa Bárbara quiere convertirlo en un nuevo círculo virtuoso.
El apoyo gubernamental está claro. Hace tan solo dos días visitó la fábrica trubieca la propia ministra de Defensa, Margarita Robles, para que nadie se llame a equívocos. “El Ministerio de Defensa y el Gobierno hacen una apuesta inequívoca por la industria española”, dijo la ministra. E insistió mucho en Santa Bárbara y Trubia. “Nosotros entendemos que Asturias es un motor esencial y fundamental para España, queremos hacer esa apuesta por Asturias y desde ese punto de vista esta visita ahora absolutamente imprescindible”, sentenció Robles.
SBS tiene el 1,5% de trabajadores del sector industrial en Asturias, una cifra que aumenta si se tiene en cuenta que trabaja con 180 proveedores de la región. Dichos suministradores generaron un volumen de negocio, en 2018, de 66 millones de euros gracias al sector de la Defensa. Con esas ratios, el retorno de la inversión es del 2,5%, lo que produce un efecto multiplicador cada vez que se consigue un contrato. Todo un récord, sin duda. Ahora, con el Dragón se incrementarán los puestos de trabajo en la fábrica en un 66%, hasta los 938 empleados en 2023.
La fábrica produce en la actualidad vehículos blindados sobre cadenas (Ascod/Pizarro/Ajax) y mantiene sistemas de artillería (obús SIAC 155/52). Su estrella es sin duda el Ascod, del que ya se han fabricado en sus distintas versiones (Pizarro, Castor, Ajax) más de 1.000 unidades.
Pero Santa Bárbara no solo es Asturias. La empresa tiene instalaciones en Madrid, donde está el centro de I+D+i con unos 200 ingenieros, y en Sevilla, donde se integran los productos finales. Pero Trubia es Trubia, “el principio de la fabricación de todos nuestros productos”.