(Especial CEEAG para Infodefensa) La aparición a fines del año pasado de un nuevo tipo de coronavirus denominado Covid-19 (acrónimo del inglés coronavirus disease 2019), está cambiando la situación político-económica a nivel global. Tanto este nuevo virus como sus efectos eran desconocidos para la comunidad científica antes de que estallara el brote en Wuhan (China), en diciembre de 2019.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), consideró inicialmente el Covid-19 como una "epidemia", lo que corresponde a la propagación de una nueva enfermedad en un gran número de personas en una región específica. En poco tiempo, el 11 de marzo del presente año, tardíamente para algunos, se declaró la "pandemia". El cambio se refiere a una enfermedad que se ha propagado a escala mundial.
Lo anterior puede y ha sido comparado con lo ocurrido durante la “gripe española”, cuyo origen fue establecido en Kansas (EE.UU) y que, es importante recordar, demoró 18 meses en expandirse por el mundo, favorecido por el desplazamiento de soldados desmovilizados al término de la Primera Guerra Mundial, pero, al mismo tiempo, otorgando tiempo para la preparación y planificación de las acciones para enfrentar ese flagelo.
Históricamente no es la primera vez que el mundo se ve enfrentado a este tipo de situaciones y seguramente tampoco será la última pandemia que afecte a la humanidad; la diferencia en este caso, es que el Covid-19 , más conocido como corona virus, se produce en un mundo globalizado, con una fuerte Interconexión de los mercados productivos y financieros.
En la actual pandemia, la rapidez de la propagación del virus y las consecuencias de ello, exceden con mucho lo netamente sanitario, puesto que han repercutido en ámbitos tan diversos como los sociales, económicos, de las relaciones internacionales y de seguridad mundial, tal como lo ha advertido la OTAN.
No hay duda de que este escenario tomó por sorpresa tanto a los organismos multilaterales como a los gobiernos, quienes difícilmente podrían haber imaginado un contexto tan complejo y más propio de la ficción cinematográfica que de la realidad.
Henry Kissinger, en el artículo titulado La pandemia de coronavirus alterará para siempre el Orden Mundial, publicado en el Wall Street Journal, expresó: que “Ningún país, ni siquiera Estados Unidos, puede en un esfuerzo puramente nacional superar el virus. Abordar las necesidades del momento debe, en última instancia, combinarse con visión y programa de colaboración global”.
La paradoja es que una pandemia de carácter global como el Covid-19 ha debido ser enfrentada por cada uno de los países, aisladamente y con estrategias propias elaboradas sin mayores coordinaciones con otros Estados.
Los organismos multilaterales como la Organización de las Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional o la Unión Europea, han tenido una escasa participación. La OMS, el organismo sanitario especializado del multilateralismo, ha sido fuertemente criticada, especialmente por Estados Unidos y Japón debido a sus errores iniciales y a sus erráticos aportes para enfrentar al virus.
Es probable que los efectos globales de esta pandemia podrían haberse atenuado o disminuido con una adecuada respuesta de las organizaciones internacionales y estableciendo una dirección adecuada de los esfuerzos que coordinara las capacidades existentes y el destino de ellas, evitando el espectáculo que hemos presenciado en una competencia sin cuartel por los escasos recursos médicos, donde ha primado la capacidad económica por sobre todo.
Sin perjuicio de lo anterior, lo ocurrido supera ampliamente el ámbito de la OMS, dejando en evidencia las incapacidades de los organismos multilaterales que, como se ha constatado, no han sido capaces de asumir la coordinación y control de una amenaza como el Covid-19 .
Por su parte, Estados Unidos renunció a asumir cualquier tipo de liderazgo, refugiándose en un espíritu nacionalista que lo llevó a cerrar prontamente la llegada de vuelos desde China, asumiendo una visión estrecha del problema y sin visualizar que la pandemia se globalizaba rápidamente, cometiendo el error de mantener abiertos las fronteras con Europa desde donde el Covid-19 se habría propagado, con mayor intensidad, a su territorio. Otras potencias como China y Rusia han centrado sus esfuerzos en aumentar su prestigio e influencia internacional más que en asumir cualquier tipo de liderazgo.
Así las cosas, los liderazgos locales que en muchos casos no creyeron inicialmente en la gravedad del problema, refugiándose en una mezcla entre populismo y nacionalismo, han debido establecer estrategias para enfrentar la pandemia, donde su principal interrogante ha sido la dicotomía que se presenta entre salvar el máximo de vidas de sus connacionales o preservar su economía para el futuro.
La adopción de medidas restrictivas a la libertad individual, especialmente aquellas destinadas a salvar vidas, son facilitadas por el miedo que ha cundido en la población que ha estado dispuesta a abdicar de sus libertades a cambio de una prometida seguridad.
No hay duda que las diversas formas con que está conduciendo la crisis será escrutada en el futuro inmediato y al respecto Kissinger indica: “Cuando termine la pandemia de Covid-19, se percibirá que las instituciones de muchos países han fallado. La realidad es que el mundo nunca será el mismo después del coronavirus”. Pensando en el futuro complementa: “La pandemia de coronavirus alterará para siempre el Orden Mundial”. En este orden, es esperable que en un futuro cercano, escucharemos términos como “economía de pandemia”, economía post pandemia”, etc., confirmando que el mundo no podrá seguir siendo el mismo.
Observando el pasado no encontramos pandemias que afectaran con la rapidez y de la manera integral que lo está haciendo el Covid-19 al actual mundo globalizado, sin embargo, es posible encontrar semejanzas en las guerras mundiales del siglo pasado y sus consecuencias que generaron alteraciones al orden mundial.
Los cambios que en el orden mundial se produzcan después de esta pandemia y la forma en que ella se está enfrentando, tanto a nivel local como mundial, los observaremos en el corto plazo. Sin duda el mundo no será el mismo que antes de la crisis y las repercusiones afectarán directamente la calidad de vida de las personas. La profundidad de los efectos dependerá de cómo los líderes actuales sean capaces de manejar la crisis y para ello no pueden dejar de visualizar el futuro.
En lo multilateral es esperanzador la actitud tomada por la Comunidad Europea que se encuentra coordinando la “salida” de las medidas adoptadas unilateralmente por cada uno de sus integrantes, para así evitar que un desplome de la economía post pandemia afecte globalmente a la sociedad y por extensión a la paz y seguridad mundial.
Debemos esperar, la actitud que tomará EEUU (quien tiene elecciones presidenciales en corto tiempo) y el rol que decida asumir en la post pandemia. Es sabida la vocación multilateralista de la comunidad mundial, la que, siendo importante, no es definitoria en materia internacional.
Está por verse entonces que es lo que los liderazgos mundiales propondrán a la humanidad post pandemia.
© CEEAG Todos los derechos reservados. Este artículo no puede ser fotocopiado ni reproducido por cualquier otro medio sin licencia otorgada por la empresa editora. Queda prohibida la reproducción pública de este artículo, en todo o en parte, por cualquier medio, sin permiso expreso y por escrito de la empresa editora.