Los retos de la nueva cúpula de las Fuerzas Militares Colombianas
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Los retos de la nueva cúpula de las Fuerzas Militares Colombianas

Posesión de la nueva cúpula colombiana. Foto Erich Saumeth C.
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El presidente colombiano, Iván Duque, posesionó el pasado 17 de diciembre a la nueva cúpula de las Fuerzas Militares (FFMM) de esta nación y que está integrada por los generales Luis Navarro en el comando general de las FFMM; Nicacio de Jesús Martínez en el Ejército; Ramsés Rueda en la Fuerza Aérea; y el almirante Evelio Ramírez, como comandante de la Armada.

Serán estos los oficiales que tendrán a cargo la materialización de una serie de programas proyectados desde hace varios años por las diferentes fuerzas y con los cuales se busca la creación de capacidades mínimas disuasivas, a día de hoy, bastante escazas para el conjunto de las FFMM colombianas.

En el Comando General de las Fuerzas Miltiares (CGFM) deberá viabilizarse la implementación de un sistema de Comando, control, comunicaciones, computación e inteligencia (C4i) común para todas las fuerzas, como medio integral para procurar y asegurar información, producir inteligencia, coordinar respuestas y desplegar de la manera más eficiente y rápida medios y recursos que garanticen la seguridad nacional.

Por su parte, en el Ejército se hace necesario definir tiempos y recursos para la adquisición de un tanque principal de batalla (MBT), como sistema disuasivo que integre. Pero sobre todo que complemente a las unidades de caballería e infantería mecanizada que en tiempos recientes han recibido nuevos vehículos (4x4 y 8x8) destinados al transporte de personal o al patrullaje y exploración, pero con limitadísimas capacidades de autoprotección, debido a la utilización exclusiva del calibre 12.7x99 mm, pero ya con la necesidad de acoplar armas de calibres de 20, 25 o 30 mm, así como afustes para misiles Atgm, sistemas que a la fecha y de manera inexplicable siguen estando ausentes en esta fuerza. De igual manera, esta institución deberá seguir adelante con su intención de hacerse a un sistema de defensa antiaérea de corto alcance, es decir dentro del rango Vshorad (hasta siete kilómetros) con la posibilidad de que el mismo pueda ser móvil.

La Fuerza Aérea, por su lado, ha venido recordándole de manera insistente a las pasadas administraciones la urgente necesidad de renovar su flota de cazas de combate, así como la de adquirir y desplegar un sistema de misiles de mediano/largo alcance con el cual poder complementar su Sistema Integral de Defensa Aérea Nacional (Sisdan), sin que a la fecha y a pesar de la evidente necesidad geopolítica, se hayan obtenido los apoyos presupuestarios para tal fin.

Y finalmente la Armada Nacional (ARC), que necesita volver a priorizar programas tales como la construcción de su cuarto Patrullero de Zona Económica Exclusiva del tipo Cotecmar OPV-93C, así como de apurar en tiempos su programa de Plataforma Estratégica de Superficie (PES), como medios disuasivos para confrontar posibles amenazas sobre áreas marinas e insulares sobre las que existen intereses positivos de otras naciones. La ARC necesita también hacerse a un sistema Vshorad, luego de haber probado con su demostrador de tecnología Dante no solo la necesidad, sino la posibilidad de poder desplegarlo de manera eficiente.

La industria

Por otro lado, es indispensable continuar con el apoyo al Grupo Social Empresarial de la Defensa (Gsed) y a las compañías que lo integran, entre ellas, Indumil, Codaltec, Ciac y Cotecmar, que vienen adelantando el desarrollo de una serie de sistemas tecnológicos de aplicación dual (drones, radares, simuladores, fusiles, pistolas, embarcaciones, etcétera) que no solo han dinamizado el sector industrial de la defensa, sino que han propiciado la investigación científica en diversos sectores con muy buenos resultados en tiempos recientes.

Este apoyo, que debe traducirse en la adquisición de las nuevas tecnologías diseñadas, por parte no solo de las Fuerzas Armadas, sino del sector público nacional, es vital para asegurar los procesos de investigación e innovación que involucran la creación de tecnología y conocimiento y que van de la mano con uno de los principales postulados y políticas del nuevo gobierno colombiano que apunta al impulso de la “economía naranja”.



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