El hito que supuso la exitosa rehabilitación del ARA Almirante Irízar (Q-5), buque insignia de la Armada argentina, a finales de 2017 despertó la motivación del Complejo Industrial Naval Argentino (Cinar), que ahora se atreve con otra de las deudas pendientes del país austral: el expetrolero Plata.
Talleres Navales Dársena Norte (Tandanor) –que, junto al astillero Almirante Storni conforma Cinar- incorporó a sus proyectos la transformación de este buque de 109 metros de eslora y 19 metros de manga en un buque arenero.
Según informó Tandanor, los trabajos ya han arrancado en las instalaciones de Cinar en el puerto de Buenos Aires y contemplan la retirada de 220.000 kilos de acero de diferentes partes. Paralelamente, los ingenieros a cargo del proyecto están procesando en el sector de construcciones 380.000 kilos de acero de distintos espesores para el montaje de “la cántara y otras estructuras asociadas”.
De esta forma, la firma de propiedad estatal (90%) y de sus trabajadores (10%) “continúa contribuyendo a que esta actividad, madre de las industrias, recupere su posición de liderazgo en la Argentina, tras años de letargo”, reza el comunicado.
El proyecto llega apenas un mes después de que el Irízar culminase su primera Campaña Antártica de Verano en diez años. La tragedia que casi consume al rompehielos y lo envía al fondo del océano para siempre tuvo lugar el 22 de abril de 2007, cuando una cañería que transportaba gasoil sufrió una fuga y causó un incendio en la sala de generadores, lo que destruyó el 75% de su estructura.
Desde principios de 2010, el equipo de Cinar había asumido el "compromiso" de devolverle el buque al Estado argentino, a quien pertenece desde finales de 1978, tres años después de que el Gobierno firmara un contrato con el astillero finlandés OY Wärtsilä, que se encargó de construirlo.
En este tiempo, se amplió su capacidad para trasladar a más tripulantes, se digitalizó su instrumental y se incorporó tecnología de última generación, se duplicó su capacidad de transporte gas oil antártico y se aumentó la cantidad de espacio dedicado específicamente a la investigación científica en un 600%.
Los trabajos de reparación y modernización corrieron a cargo de la empresa española Sener. La actuación abarcó desde el desarrollo de la ingeniería básica y de detalle hasta la elaboración de las especificaciones técnicas de compra de equipos y sistemas relevantes, pasando por la asistencia técnica, incluidas las pruebas de mar y de hielo. Para realizar estos trabajos, Sener empleó su software Foran de diseño y construcción naval.