En el marco de las operaciones de adiestramiento y alistamiento para operar en pistas no preparadas, la Armada Argentina llevó a cabo un nuevo aterrizaje en la Antártida. La maniobra se realizó con una aeronave TC-12B Hurón, perteneciente a la Escuadrilla Aeronaval de Vigilancia Marítima.
El vuelo despegó desde la Base Aeronaval Río Grande y aterrizó en la Base Antártica Conjunta Petrel, como parte de los esfuerzos para fortalecer las capacidades operativas en la región. Esta operación se suma al retorno de las aeronaves de ala fija a la Antártida, iniciado en noviembre pasado tras 51 años de ausencia.
El despliegue contó con el apoyo de un P-3C Orion de la Escuadrilla Aeronaval de Exploración, que proporcionó información sobre las condiciones meteorológicas y la situación en la base. Además, el rompehielos ARA Almirante Irízar se posicionó estratégicamente en el Pasaje Drake para brindar apoyo y garantizar la seguridad de la misión.
Este tipo de operaciones forma parte de la estrategia de la Armada Argentina para mejorar la logística, el transporte y las tareas de vigilancia en el continente blanco.