Los drones se han convertido en muy poco tiempo una amenaza casi omnipresente en el campo de batalla moderno. Su empleo generalizado en conflictos como la guerra de Ucrania ha obligado a redefinir las misiones y medios de las unidades de Artillería Antiaérea en la mayoría de los ejércitos para responder a este desafío.
Para hacer frente a los UAV, la industria ha desarrollado un amplio abanico de nuevas soluciones tecnológicas, los sistemas antidrón, principalmente en las áreas de la detección y la inhibición de las señales, al tiempo que otros sistemas ya en servicio, que podríamos denominar tradicionales, como los cañones antiéreos de alta cadencia, se han mostrado muy eficaces para neutralizar y abatir los drones.
Dentro de la primera categoría, en España, ya están operativos en el Mando de Artillería Antiaérea del Ejército de Tierra y también en el Ejército del Aire y del Espacio modernos sistemas pensadas desde el diseño para combatir los UAV como el Cervus III y el Crow, ambos desarrollados por la industria española. En esta línea, el Ministerio de Defensa acaba de cerrar un contrato con Indra y EM&E Group para adquirir el sistema antidrón Aracne una combinación de las dos defensas posibles: inhibición por radiofrecuencia (softkill) y disparo (hardkill).
Los ejércitos aliados, incluido el español, también han tirado para hacer frente a los UAV de medios en servicio, en un segundo plano desde hace años; es el caso de los vetutos cañones antiaéreos, que de repente vuelven a estar de moda.
El Ejército de Tierra ha llevado a cabo ejercicios con sus cañones 35/90 mm Oerlikon donde ha llegado a derribar drones. Estas baterías, de fabricación suiza, constan de dos piezas, cada una con un cañón bitubo, un puesto de mando y la unidad de sensores, que está conectada con fibra óptica capaz de llegar a varios cientos de metros. Cuando el radar del puesto de mando detecta el objetivo, automáticamente los cañones se orientan hacia él y se programa el disparo en función de la trayectoria, el viento y otros datos meteorológicos. Tiene una cadencia de 1.100 disparos por minuto.
Cuando los proyectiles están a ocho metros del objetivo explosionan, proyectando una pantalla de bolitas de tungsteno, como grandes perdigones, lo que genera una tela metálica en el aire que daña el misil o cualquier otra amenaza aérea que la atraviese, incluidos los. No obstante, puntualiza Defensa en un artículo, "el empleo de las baterías 35/90 para este cometido resulta demasiado costoso, por eso se está trabajando en la adquisición de otros sistemas antidrones".
Escopetas
Otro armas tradicionales como las escopetas han resultado ser efectivas contra los UAV. Las Fuerzas Armadas españolas también ha derribado drones en ejercicios con escopetas de postas. Su alcance es de unos 40 metros y a esa distancia -si el tirador tiene puntería- son bastantes efectivas para neutralizar sistemas aéreos no tripulados.
Pero, de momento, su uso está reservado a casos muy extremos. La apuesta por esta arma supondría equipar al soldado, aparte de su fusil, con una de estas escopetas que usaría en situaciones excepcionales.