Liddell Hart: Fundamentos de estrategia y ¿Por qué no aprendemos de la Historia?
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Liddell Hart: Fundamentos de estrategia y ¿Por qué no aprendemos de la Historia?

Basil Lidelld Hart
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Se ha editado en español un interesante trabajo de sir Basil Liddell Hasrt, el famoso capitán que enseñó a los generales, uno de los teóricos de la estrategia militar más destacados del pasado siglo. Se trata de Fundamentos de Estrategia y de ¿Porqué no aprendemos de la Historia?. Originalmente se publicaron como Why Don't We Learn from History? (1944) y Strategy: The Indirect Approach (1967). El contenido de Fundamentos de estrategia es una parte de una obra mucho más amplia, titulada Estrategia (Capítulo 4), que es un estudio clásico sobre estrategia militar. Lo que es inédito, y conviene subrayarlo, es la parte dedicada a la historia, y este es el mérito que hay que reconocer a su editor. Es decir, que se trata de dos obras unidas en un mismo volumen. 

Desde el punto de vista del pensamiento estratégico resultan de obligada lectura. Las ideas sobre la aproximación indirecta han inspirado a generaciones de militares, tanto en los estados mayores como en el campo de batalla. Asimismo, sus reflexiones sobre estrategia han influido también a empresarios, economistas, diplomáticos, estadistas o historiadores, quienes han encontrado en sus libros inspiración para su desarrollo personal y profesional.

En 1938, mientras el mundo contenía el aliento ante la anexión de Austria por parte de Alemania, Liddell Hart dictó una conferencia en la Universidad de Londres titulada We learn from history that we don't learn from history (Aprendemos de la historia que no aprendemos de la historia). Tras ser publicada como un opúsculo, eminentes personalidades le sugieren desarrollar en extenso las notas de la ponencia en forma de libro. Este no vería la luz hasta 1944. Cuando falleció en 1970, justo estaba trabajando en una edición revisada y ampliada, que publicó ya a título póstumo su hijo Adrián. Sabemos precisamente por éste, por la correspondencia privada del propio Liddell Hart y por ciertas anotaciones de sus memorias, que el autor tenía la idea de refundir en un único libro el capítulo 4 de Estrategia y el texto definitivo de ¿Por qué no aprendemos de la historia?. El resultado es que todas éstas sirven para remarcar ciertas ideas-fuerza.

El punto de partida es que resulta provechoso utilizar las conclusiones basadas en un análisis de la historia como fundamento sobre el que construir un nuevo edificio para el pensamiento estratégico. En primer lugar, es necesario establecer con claridad qué es estrategia en el ámbito militar. Si la entendemos como el arte de emplear las batallas como medio para conquistar el objeto de la guerra, como el plan que cartografía el curso propuesto para las diferentes campañas que componen el conflicto y regula qué batallas se librarán en cada campaña, tendremos un resultado defectuoso. Uno de los defectos es que se inmiscuye en la esfera de la política o el plano superior de la guerra, que debe ser necesariamente responsabilidad del Gobierno y no de los líderes militares a quienes emplea como agentes para el control ejecutivo de las operaciones. Otro es que restringe el significado de estrategia a la mera utilización de las batallas, con lo cual transmite la idea de que la batalla es el único medio para alcanzar el fin estratégico. El resultado es que es muy fácil confundir los medios con el fin y llegar así a la conclusión de que, en la guerra, todas las demás consideraciones deberían subordinarse al objetivo de combatir una batalla decisiva, que fue precisamente la dinámica de desgaste de la Primera Guerra Mundial. Su gran aportación fue el concepto de aproximación indirecta. Además, en estas páginas encontramos reflexiones sobre estrategia y táctica; sobre el objetivo nacional y el propósito militar; qué es la gran estrategia y qué significado tiene la guerra de guerrillas.

El contenido dedicado a cómo tenemos que aprender correctamente de la historia está dividido en cuatro partes y un capítulo de conclusiones. Afirma que si existe algún valor en una visión tan personal como la que pueda ofrecer sobre la materia, la suya se debe principalmente a sus circunstancias personales. Al igual que la gran mayoría de las personas, ha tenido que ganarse la vida trabajando, si bien ha sido siempre con el raro privilegio de intentar descubrir la verdad de los hechos en lugar de tratar de encubrirla, algo a lo que tantos otros se ven impelidos contra su voluntad por los condicionantes de su oficio. Escribir historia, señala, es ardua tarea y una de las más agotadoras. Escribir historia es, también, el más exasperante de los afanes. Justo cuando uno cree haber desenmarañado una cadena de evidencias, tropieza con una nueva complicación. Además, es sumamente fácil quedar otra vez enredado o toparse con algún dato incómodo e incontrovertible precisamente cuando uno parecía estar llegando a una conclusión irrefutable.

La confianza que depositamos en la experiencia se basa en que esta debería "hacernos no solo más perspicaces (para la próxima vez), sino más sabios (para siempre)". La historia nos enseña, así, toda una filosofía personal. Para el ámbito militar, la historia es la mejor ayuda en la medida en que nos recuerda con cuánta frecuencia las cosas pueden ir mal. Escribe que una visión histórica de largo plazo nos ayuda no solo a mantener la calma en tiempos turbulentos, también nos recuerda que siempre hay luz al final del túnel. Incluso cuando no somos capaces de vislumbrar un rayo de esperanza, el interés histórico sobre lo que ocurrirá nos permite continuar avanzando. "En nuestros días, la única esperanza para la humanidad sería que mi particular campo de estudio, la guerra, se convirtiera en una materia de interés puramente arqueológico. Porque con el advenimiento de las armas atómicas estamos obligados más que nunca a llegar, universal y colectivamente, a escribir la última página del libro de historia de la guerra, so pena de que sea la última de la historia". Así, la mejor oportunidad para evitar una mutua devastación es lograr un mejor entendimiento de la guerra moderna. También lo es asumir responsabilidades colectivas por la forma en que todo, a causa de la ciencia y la tecnología, ha quedado fuera de control, pues todos estos adelantos han superado la capacidad de reflexión. Desde esta perspectiva, lo que podemos aprender de la historia no es qué hacer, sino por qué esforzarse y comprender lo que hay que evitar en ese esfuerzo.

Sir Basil Liddell Hart (1895-1970) nació en París por ser su padre pastor metodista de la comunidad británica en Francia. Combatió y fue gaseado en la batalla del Somme durante la Primera Guerra Mundial, dejándole secuelas para toda la vida. Además de periodista, fue considerado uno de los más destacados pensadores militares de su época, el Clausewitz del siglo XX. Sus ideas sobre el arte de la guerra inspiraron las doctrinas que desembocaron en el concepto de guerra relámpago. Al final de la Segunda Guerra Mundial tuvo la gran oportunidad de entrevistar a algunos de los principales generales alemanes, obteniendo una visión de primera mano de sus acciones durante la guerra. Publicó una veintena de obras sobre las dos guerras mundiales o destacadas figuras militares como Escipión, Foch, Sherman o Napoleón.

Ficha técnica: 

Fundamentos de Estrategia y ¿Porqué no aprendemos de la Historia? 
Sir Basil Liddell Hart 
Arzalia Ediciones
230 páginas



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