De toda Centroamérica solo Nicaragua sigue apostando a los tanques. En las últimas décadas, el resto de los países de la región ha invertido en blindados tácticos y las orugas han ido quedando para los museos o para el olvido.
Precisamente, Nicaragua renovó su flota de tanques en 2016. Adquirió al menos 50 unidades rusas del modelo T-72B1. Este modelo sustituyó a los T-55 y T-54, también de fabricación soviética y que ya habían cumplido su periodo de vida útil.
De hecho, los T-72B1 son parte de la largamente anunciada renovación de los equipos del Ejército nicaragüense, que en la década de 1980 alcanzó el nivel más alto de militarización en Centroamérica y —en términos relativos— de América Latina. El T-72 es uno de los carros de combate en servicio más producidos en el mundo, después del T-34. En la actualidad hay en activo 40.000 unidades repartidas por todo el mundo y con un sinfín de modificaciones y adaptaciones.
Mientras que el modelo que llegó a Nicaragua —el T-72B— data de 1985, su versión T-72B1 cuenta con blindaje NDZ e incorpora ladrillos de blindaje reactivo ERA Kontakt-1 en el frontal y los laterales del casco, así como en el frontal superior de la torreta. El tanque posee también un sistema de control de misiles y visión nocturna, además de un iluminador infrarrojo para el tirador a un lado del cañón.
El jefe del Ejército nicaragüense, el general Julio Avilés, dijo en su momento que la llegada de vehiculos es producto de un proceso de gestión sin condiciones en el marco de cooperación con Rusia.
Según Avilés, el país no cuenta con deudas pendientes por la adquisición de los equipos y maquinarias. Con esto rectifica la información que había circulado acerca de que Nicaragua compró los tanques por un total de 80 millones de dólares. La cifra generó debates en el país, el segundo con el mayor índice de pobreza multidimensional de la región, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), organismo dependiente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).