Si bien Bolivia fungió como pionero en la utilización de carros de combate en la Guerra del Chaco contra los paraguayos en 1932, no fue hasta mediados del siglo XX que los tanques comenzaron a formar filas de manera más visible en los cuerpos acorazados de América Latina. Es el final de la Segunda Guerra Mundial lo que da inicio a un desprendimiento de blindados por parte de las potencias.
Además, el nuevo armado geoestratégico que propuso el inicio de la Guerra Fría marcó el reparto de este tipo de vehículos en Latinoamérica a cambio de apoyos. El altísimo coste de los tanques hubiese actuado como impedimento para los países de la región si no fuera —principalmente— por las entregas tanto de Estados Unidos como de la extinta Unión Soviética.
De todas formas, lo que llegaba era material casi obsoleto o necesitado de mantenimiento a mediano plazo; ‘donaciones’ redituables para los países punta y dependencia material y política para las naciones receptoras. En líneas generales, las industrias de Defensa de la región tienen grandes limitaciones, salvo alguna excepción, por lo que los materiales de repuesto, las modernizaciones y las infraestructuras necesarias hay que buscarlas al otro lado del mundo.
Con el correr de las décadas se han sucedido análisis diversos sobre los motivos por los cuales muchos de los parques acorazados latinoamericanos no terminan de cobrar envergadura. Porque no solo se trata de una cuestión presupuestaria, también se ha cuestionado la jerarquía táctica de este tipo de vehículos alegando las diferencias geográficas en los terrenos de combate. Suelos pantanosos y corrientes de agua, climas tropicales, vegetación densa, altos niveles de humedad, como así también infraestructuras débiles, son algunas de las características que definen al subcontinente y que —a priori y según los entendidos— restan contundencia a la utilización de tanques pesados.
Leopard 1BR. Firma: R. Caiafa
Por ejemplo, como reseña el corresponsal de Infodefensa Gonzalo Mary en su artículo para este Especial, el Ejército Argentino incorporó el SK-105 Kürassier en 1981 —fabricado en Austria por Steyr en 1967 como vehículo cazacarros— por su peso ligero y su elevada velocidad, que lo hacen especialmente adecuado para el terreno montañoso por su capacidad mejorada para ascender respecto a los tanques pesados. Argentina se interesó por el Leopard 1, el AMX-30 o el M60 Patton, pero eran demasiado pesados para las autopistas y los puentes nacionales.
Según ha compilado Infodefensa para este apartado, América Latina es heterogénea en las conformaciones de sus parques, pero tiene el envejecimiento de sus flotas como factor común. El hecho es que los tiempos que corren ponen de relieve otras prioridades según los contextos. En el caso de Colombia —cuenta el corresponsal de Infodefensa Erich Saumeth en su pieza— se aprecia un aumento en la adquisición de plataformas blindadas livianas para luchar contra grupos guerrilleros nacionales. O —según comenta desde México, José A. Quevedo— para responder a la violencia de algunas organizaciones que se dedican al narcotráfico y sin modelos de batalla ni planes de adquisición.
Para el 2020, el Ejército ecuatoriano inició una serie de procesos de modernización de su parque blindado en el Centro de Mantenimiento Blindado y se le realizó mantenimiento a diversos sistemas y partes de las más de 100 unidades del AMX-13. Estos vehículos constituyen la punta de lanza de la caballería nacional.
En el caso de Uruguay —señala Gabriel Porfilio para esta publicación—la última adquisición ha sido una donación por parte de Brasil de 25 tanques ligeros M41C. “Estos son muy similares a los que ya tenía Uruguay pero con diferencia en su cañón principal: su cañón original de 76mm fue llevado a 90mm. Pero la obsolescencia del material y lo costoso de su mantenimiento ha forzado al Ejército charrúa a analizar otras posibles soluciones”, refiere. Y apunta que, por su parte, el Ejército de Paraguay cuenta con una modesta fuerza de tanques compuesta por 15 blindados M3 Stuart y tres blindados M4 Sherman. Los primeros fueron recibidos en 1970, donados por Brasil; mientras que los segundos, por Argentina en 1980
Presentación TAM 2C2A. Firma: Andres Rangugni
Sin embargo —como se mencionaba anteriormente— existen algunas excepciones. Ya entrado el siglo XXI, países como Chile o Venezuela han adquirido sistemas de alta tecnología en cuanto a blindados se refiere, como los Leopard 2A4 y T-72B1, respectivamente. De esta forma, estos Ejércitos como así también los de Nicaragua, Brasil o Perú echan por tierra la idea de abandonar los CC a cambio de vehículos con ruedas. La potencia de fuego y la protección blindada no son para nada comparables y si bien los programas de adquisiciones o modernización no van a la par, una gran cantidad de países latinoamericanos —como se podrá leer en este Especial— hace esfuerzos por mantener una flota acorde a sus posibilidades.
Tanque Leopard 2A4. Firma: Ejército de Chile
En el caso de Bolivia, a comienzos de 2016 el entonces ministro de Defensa se refirió a la necesidad de reemplazar los medios blindados existentes, no obstante, desde esa fecha —indica nuestro corresponsal Carlos E. Hernández en su reportaje— no ha trascendido mayor información al respecto y en la actualidad no se conoce ningún plan específico para dotar al Ejército boliviano de nuevos tanques o vehículos blindados de combate.
De toda Centroamérica, solo Nicaragua sigue apostando a los tanques. Una de las voces de Infodefensa en la zona, Alberto López, asegura en su nota que Nicaragua renovó su flota en 2016 y adquirió al menos 50 unidades rusas del modelo T-72B1. Este modelo sustituyó a los T-55 y T-54, también de fabricación soviética y que ya habían cumplido su periodo de vida útil. En las últimas décadas, el resto de los países ha invertido en blindados tácticos y las orugas han ido quedando para los museos o el olvido.
En lo que compete al Caribe insular, solo Cuba y República Dominicana cuentan con tanques de guerra. El primero de los casos es emblemático —cuenta Hernandez para este Especial— porque las limitaciones financieras que ha tenido Cuba durante más de 30 años le han impedido sostener un Ejército de las dimensiones como el que tuvo durante casi tres décadas en el siglo XX. Pese al hermetismo, se estima que cierta cantidad ha sido desguazada, otros han sido convertidos en plataformas de artillería autopropulsada de campaña y antiaérea, y cientos permanecen almacenados en reserva. “Su arsenal blindado está conformado en su totalidad por material obsoleto, con una antigüedad promedio que supera los sesenta años. En conclusión, es de suponer que en un futuro no muy lejano se inicie el reemplazo definitivo de los modelos más antiguos con tanques más modernos, aunque no en las cantidades recibidas antaño; casi con seguridad suministrados por China y Rusia”, recopila el corresponsal para Infodefensa.
T 72B1 Venezuela. Firma: Ejército de Venezuela
En fin, el hecho es que por cuestiones de coste, logística o doctrina militar algunos ejércitos latinoamericanos han quedado relegados y detenidos en el tiempo respecto a su flota de carros de oruga. Muchos carecen de estos sistemas de armas y no se conocen planes que contemplen su adquisición en un futuro inmediato. El contexto actual de la invasión rusa a Ucrania y los acontecimientos en Israel no favorecen la disponibilidad de recursos, sin embargo algunos países de América Latina —con Chile y Brasil a la cabeza— persiguen la tan ansiada renovación de flota.