El jefe de Estado Mayor de la Fuerza Italiana, el general Luca Goretti, ha sumado su voz cualificada al coro de personalidades de alto nivel en el sector aeroespacial europeo que prevén una fusión entre los programas de futuros sistemas aéreos de combate FCAS, desarrollado por Francia, Alemania y España, y Tempest, liderado por Reino Unido y con participación italiana y sueca.
Goretti ha recordado que su país se unió al programa Tempest en la creencia de que dentro de él podría desempeñar un papel más destacado que dentro del FCAS, de acuerdo con la agencia Reuters. En todo caso, Alessandro Profumo, consejero delegado de Leonardo, la firma italiana más implicada en el programa Tempest, ya explicó en marzo de 2019 que su deseo pasaba por la convergencia de ambos proyectos.
También el consejero delegado de Airbus, una de las tres compañías que lideran el FCAS, Guillaume Faury, alentó, poco después de llegar al cargo hace dos años, a la configuración en el futuro de un único programa europeo de aviones de combate.
En el ámbito militar el general Goretti tampoco está solo. Su homólogo alemán, el jefe de la Luftwaffe, general Ingo Gerthartz, verbalizó el pasado verano sus esperanzas de unión de ambos proyectos. “Puede ser que vayamos por caminos diferentes”, reconoció antes de apuntar: “Esperemos que al fin nos fusionemos”. El general Gerhartz reveló además que ya había mantenido conversaciones con sus homólogos en Italia y Reino Unido sobre esta posibilidad.
Para el general Goretti, según ha explicado ahora, resulta normal que en la actual fase conceptual de ambos programas los distintos países implicados traten de evaluar distintas opciones en tecnología. A partir de ahí, ha detallado, “es natural que estas dos realidades se fusionen en una, porque invertir enormes recursos financieros en dos programas equivalentes es impensable”.
Un informe firmado el año pasado por dos miembros de la Comisión de Asuntos Exteriores, Defensa y Fuerzas Armadas del Senado francés ya advirtió, en esta misma línea, de los perjuicios “para la construcción de una base europea industrial y tecnológica de defensa” que entrañaría no sumar esfuerzos en los programas FCAS-Tempest. Al mismo tiempo, sin embargo, el mismo texto consideraba “muy posible que los dos programas entren en competencia directa”.
En todo caso, en la constelación de empresas tras ambos proyectos, algunas de ellas implicadas en los dos, ya se han producido más que palabras sobre la búsqueda de sinergias. El director general de Airbus DS Reino Unido, filial británica de Airbus, Richard Franklin, reveló hace unos meses su interés en encontrar vías de colaboración que incidan la interoperabilidad de los programas FCAS y Tempest.
Sinergias desaprovechadas
El programa FCAS está liderado por las compañías Airbus, como principal socio industrial de Alemania en el proyecto; Dassault Aviation, por parte de Francia, e Indra, por el lado español. En un segundo nivel también están implicados los proveedores de motores Safran, de Francia; MTU Aero, de Alemania, e ITP, filial española de la británica Rolls Royce. Además participan, entre otras, las compañías de electrónica y sensores Thales (Francia) y Hensoldt (Alemania), y la misilística MBDA, propiedad de la británica BAE Systems, la franco-germana, y en menor medida española, Airbus, y la italiana Leonardo).
En el caso del programa Tempest, las empresas principales son la británica BAE Systems, Leonardo UK (filial británica de la firma italiana Leonardo), MBDA y Rolls Royce.
La fusión de ambos proyectos es una idea sobre la que, al margen de los citados, distintos expertos han vaticinado que acabará ocurriendo. De no ser así, Europa repetirá su fórmula actual de desarrollo de varios aviones de combate que compiten entre sí (Eurofighter, Rafale y Gripen), lo que dificulta la competitividad frente a otros modelos, principalmente norteamericanos, y desaprovecha las sinergias que una unión de mayor entidad podría brindar.
El Brexit y Francia como obstáculos
Por otro lado, Reuters recoge la opinión de expertos que consideran el desencuentro político y diplomático por el Brexit como un escollo para esta fusión, como también lo es la consolidación de posiciones en la que las empresas implicadas están inmersas en sus respectivos programas. El caso del reciente pacto de Estados Unidos y Reino Unido con Australia Aukus, que contempla la construcción de submarinos nucleares para el último, lo que dejó sin efecto un acuerdo previo entre Canberra y París, tampoco ayuda.
Para terminar de complicarlo todo un poco más, algunos especialistas en el sector han vaticinado que finalmente se desarrollarán dos aviones de combate: uno que implique a varios países europeos y otro exclusivamente francés. De ese modo tendría lugar un proceso similar al experimentado en programa del Eurofighter, de Alemania, Reino Unido, Italia y España, que Francia abandonó al principio para acabar desarrollando su propio modelo: el Rafale, fabricado por Dassault.