Dos factores que no se tienen usualmente en cuenta al momento de delinear las perspectivas para un nuevo año para el sector Seguridad y Defensa de Perú han irrumpido con gran fuerza en 2020 en la forma de la pandemia del nuevo coronavirus y las erráticas medidas adoptadas por el gobierno peruano de turno para hacerle frente que han generado una grave crisis económica en el país andino.
Al presuroso y adecuado cierre inicial de fronteras se le sumó una extensa reclusión de la población en sus viviendas, a sabiendas de la alta tasa de informalidad que campea en el Perú, generando enorme pérdida de empleo y consecuentemente, una sustancial reducción de ingresos tributarios para el Estado, la fuente primordial de sustento del presupuesto del sector Defensa.
Para paliar tal situación, el gobierno está recurriendo a captar deuda pública, de manera excesiva, aunque en 2021 se espera un importante rebote estadístico, afectando positivamente las cuentas nacionales.
El gobierno peruano tuvo escasos reflejos para suministrar pruebas moleculares, camas UCI (Unidades de Cuidados Intensivos), plantas generadoras de oxígeno medicinal, terapias adecuadas, teniendo como grave consecuencia una alta tasa de mortalidad. Más recientemente ha perdido opciones para la adquisición de nuevas vacunas contra el Covid-19 y no ha evaluado terapias preventivas como el uso de ivermectina para paliar la demora con las vacunas.
Tal es el contexto que servirá de marco en el 2021 para los programas de inversión y modernización de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional. El Perú celebra su bicentenario en 2021 y también habrá cambio de gobierno, lo que abre la posibilidad a alguna compra de oportunidad como muestra de apoyo al sector, en particular si a la administración entrante le acompañan mejores cifras en las cuentas nacionales.
Ante la imposibilidad de disponer de presupuesto para la compra de transportes aéreos de nueva producción, la Fuerza Aérea del Perú ha aprovechado la crisis en la industria aeronáutica comercial para adquirir un Boeing 737-300 y lamentablemente se frustró la compra de un Boeing 737-400, ambos con varios años a cuestas. También se adquirirán un par de aviones de transporte y tanqueros Lockheed Martin KC-130H al Ejército del Aire de España.
La FAP está haciendo esfuerzo para recuperar la operatividad en su parque aeronáutico.
Para la Policía Nacional del Perú, se espera que Antonov concluya el ensamblaje final del An-178 que construye para la Aviación Policial e inicie las pruebas de validación correspondientes.
El Ejército del Perú está a la espera de la incorporación de vehículos protegidos 4x4 para su despliegue en el Vraem y en duda la habilitación presupuestal para la compra de un lote inicial de vehículos blindados 8x8. Tampoco se conoce la suerte de la siguiente edición de la feria Sitdef (Sitdef 2021).
Continúa la construcción del segundo buque multipropósito clase Pisco, el equipamiento y pruebas de la tercera dupla de patrulleras marítimas PGCP-50, la extensión de vida útil de los dos primeros submarinos 209/1200 ( de un total de cuatro sumergibles a trabajar), y se le suma el proyecto de construcción en el astillero local SIMA de dos buques de patrulla oceánica para la Marina de Guerra del Perú, un proyecto que puede afectar negativamente – junto al contexto anteriormente descrito - la proyectada compra de dos nuevas fragatas misileras para iniciar el reemplazo progresivo de las veteranas fragatas Lupo.
No se tienen nuevas sobre la donación de una segunda corbeta por parte de la Armada de Corea del Sur, y Brasil sigue esperando la respuesta del Ministerio de Defensa sobre la probable compra de dos submarinos 209/1400 de la Marinha de Brasil. Por lo pronto, en enero próximo se estarían recibiendo las dos lanchas Defiant 45 adquiridas a Metal Shark Boats.
El 2020 ha sido un año atípico, se espera un retorno paulatino a tiempos más estables en 2021, siempre y cuando otros sectores contribuyan en ese rumbo.