Por primera vez en su historia, la Armada Uruguaya tiene la posibilidad de elegir un buque mayor, diseñado en base a sus necesidades y con capacidades acordes a lo que el personal técnico de la fuerza recomienda. Esta adquisición, que se calcula en los 250 millones de dólares, proveerá a la fuerza de tres buques polifuncionales, con capacidad de embarcar un helicóptero mediano, realizar misiones de control de aguas jurisdiccionales, tareas SAR y eventualmente ser armado (necesidad que idealmente debería ser cubierta desde el ‘vamos’) para misiones de guerra convencional pues, al menos por ahora, serán las naves insignia de la fuerza naval. El proceso de selección, que lleva años en proceso, ha descartado ofertas de varios países por considerarlas que no se apegaban a los requisitos de la Armada, incluyendo opciones de Italia, Ucrania, Holanda, Turquía, España y Portugal, llegando a un ‘short list’ de cuatro buques, dos alemanes, uno francés y uno chino. De estos, el Lurssen PV80 se ha mantenido sólidamente como primero en las calificaciones técnicas, el segundo y tercer puesto ha rotado entre el Fassmer OPV80 y el DCNS Gowind 1500, con este último actualmente ocupando la segunda posición y finalmente el CSOC 1800T de China.
Desde muchos ambientes hoy se asegura que la ‘final’ es entre el buque provisto por Lurssen versus la opción francesa de DCNS, que recientemente ha realizado un fuerte empuje de ventas en la región, con visitas del buque prototipo de la clase, el L’Adroit, seguido inmediatamente por la llegada del presidente Francés, François Hollande. Este empuje, de carácter comercial pero también con un alto contenido político, juega un papel importante al momento de tomar decisiones no técnicas, sino geopolíticas. Estas decisiones, que invariablemente serán tomadas por el poder político uruguayo, deberán medir el peso de las gestiones realizadas a nivel de relaciones exteriores por Francia en contra de los informes técnicos que indican que la opción recomendada por la Armada es de Alemania, país que históricamente es más apegado a mantener una perfil bajo a nivel político y respetar que los procesos comerciales sigan su curso natural.
Parte de este empuje incluye las recientes declaraciones del embajador de Francia en Uruguay, Sylvain Itte, a un medio radial local, que fueron interpretadas como que con lo visita del presidente Francés al país, la compra de los buques seria completada. Mientras que el embajador aclaró que simplemente era una propuesta y no sabía si el tema se iba a tratar en la visita, comentando además erróneamente que DCNS ofrecía construir un buque en Francia y dos en Uruguay, opción que hace tiempo fue descartada, en la versión impresa de la entrevista se mantuvo la impresión de que el trato se cerraría en estos días.
Estas presiones, voluntarias o no, no hacen bien al proceso de adquisición, que ha sido manejado en forma extremadamente transparente por la Armada y que ha permitido a todos los concursantes tener el máximo de garantías para sus proyectos. Precisamente desde la propia Armada se ve con preocupación que un buque que en hoy en día está clasificado segundo y que hasta hace poco estuvo tercero, que visitó el puerto de Montevideo en un ambiente de secretismo muy poco entendible y con buena parte de los sistemas que originalmente lo equipaban desmontados, esté recibiendo un empuje político muy fuerte. Esta presión no debería interponerse a lo que la Armada ha presentado en forma técnica y esa evaluación debería ser la base fundamental sobre la que la adquisición se debería decidir.
Es más, luego de que la Armada presento su informe final, la gran incógnita es saber qué es lo que está esperando el Gobierno Nacional para definir la adquisición, pues desde Alemania ya se han confirmado planes de financiación a muy largo plazo, con excelentes tasas de interés y garantizados por el gobierno de ese país. Todos los actores políticos y privados involucrados en el proceso, desde comisiones parlamentarias hasta el propio presidente de la Republica, pasando por el Ministerio de Defensa, cámaras comerciales y otros, han dado su apoyo incondicional a la adquisición, por lo que la decisión no debería demorarse más, sobre todo a sabiendas de que la situación operacional de la Armada es crítica y la construcción del primero de estos buques demorara por los menos un año y medio.
Esperemos ahora que en los próximos meses, se llegue a esta esperada conclusión y pronto la Armada de Uruguay pueda contar con los medios necesarios para cumplir cabalmente sino todas, al menos buena para de las tareas que tiene asignadas.