Aunque el programa no está finalizado, la recepción por parte del Ejército de Tierra español de los últimos 15 vehículos de combate Pizarro supone un hito importante en una historia que empezó hace 25 años. Ha sido un largo camino el que se ha recorrido para llegar a que en la actualidad las unidades mecanizadas españolas cuenten con un vehículo de combate de vanguardia, diseñado y construido en España, que está a la altura de las demandas operativas más exigentes, y que está participando en despliegues exteriores en cumplimiento de nuestros compromisos internacionales.
El camino no ha sido fácil. Allá por mediados de los años noventa se comenzaba a perfilar el proyecto de un vehículo de combate acorde a los requisitos operativos nacionales, que finalmente se materializó en la opción colaborativa del Ascod entre la entonces Empresa Nacional Santa Bárbara y Steyr. Un proyecto de cooperación industrial bilateral que se mostró como la opción preferida para abordar el programa, y en cuyo proceso de arranque el Ejército y la DGAM jugaron un papel relevante.
La primera fase, finalizada en España en 2003, se realizó en un marco industrial complejo en el que tanto Santa Bárbara Sistemas como Steyr, tras alguna etapa intermedia, se integraron en un gran grupo internacional, dando lugar a lo que es hoy en día General Dynamics European Land Systems (GDELS). Esa fase permitió dotar a las unidades mecanizadas con una serie inicial de 144 vehículos en dos variantes, combate y puesto de mando, con un coste de 270 millones de euros.
La experiencia obtenida llevó a la decisión de abordar una segunda fase, iniciada en marzo de 2004. Esta nueva fase tendría un doble objetivo. Como objeto principal se planteaba complementar las necesidades operativas, sin dejar de lado un aspecto complementario pero igualmente significativo, relacionado con el impulso a la participación de la industria española en el programa. En su diseño inicial se contempló la adquisición de un total de 212 vehículos que se redujeron a 190 en 2009 y, posteriormente, a 119 unidades en 2011 tras la decisión de reconducción de los programas especiales de verano de 2012. El coste de esta fase es de 787 millones de euros para un total de 83 vehículos de combate y 36 de zapadores. Estos últimos se recibirán entre 2019 y 2021.
A pesar de los problemas surgidos en el inicio de esta segunda fase por el esquema de participación industrial establecido, la realidad es que el programa ha permitido el impulso de la industria española en el sector de vehículos de combate. Empresas como Santa Bárbara Sistemas, contratista principal, SAPA, Piedrafita, Tecnobit, e Indra, entre otras, han alcanzado una importante experiencia que servirá de base en otros programas, entre los que el más significativo será previsiblemente el futuro 8x8.
En el plano internacional, la experiencia del Pizarro ha jugado un papel relevante en la adjudicación a GDELS del contrato del Scout británico o en la colaboración de SAPA con el US Army. No debe olvidarse la importancia que ha tenido la presencia en España para el grupo General Dynamics de cara a su posicionamiento en Europa.
El salto cualitativo operativo e industrial viene también acompañado por un cambio en los esquemas de gestión del programa tras su centralización en DGAM. La colaboración entre DGAM, Ejército y empresa, muy necesaria, cierra el círculo que los tres organismos iniciaron cuando se comenzó con el diseño del proyecto.
La experiencia de estos 25 años ha culminado con la fabricación y entrega de 250 vehículos, con una inversión inicial superior a los 1.000 millones de euros, y ha permitido establecer bases sólidas de colaboración entre usuario, industria y administración. El Pizarro servirá como caso de estudio para abordar futuros programas terrestres de envergadura analizando sus tres parámetros básicos: costes, plazos y requisitos.