Una palabra que no por manida deja de estar de actualidad. En el mundo en que vivimos la innovación constante debe ser una de las principales premisas para toda organización que quiera ser competitiva. Recientemente se han celebrado varios encuentros que han planteado la necesidad de innovar y cuál es el papel que debe jugar la administración como motor o generador de cambio.
Siguiendo a la Real Academia entendemos por innovar la acción de alterar algo introduciendo novedades. Si se nos permite la osadía añadiríamos a esta definición una oración subordinada:"para producir un bien o para mejorar la situación de partida". Porque para empeorar siempre hay tiempo.
La acción o el hecho de innovar implican la necesidad de conjugar una serie de factores que deben ir acompasados. En primer lugar, el llamado "factor humano" como elemento esencial. Quién realiza o recibe las acciones correspondientes, es el elemento básico puesto que en definitiva se trata de aportar el talento, la voluntad y la motivación de actuar para alcanzar el fin pretendido. A menudo se plantea, de forma errónea, la innovación exclusivamente en términos materiales. Evidentemente las personas necesitan un elemento material o equipamiento para favorecer sus acciones, se trata así de un factor adicional pero no exclusivo.
En tercer lugar, es importante plantearse cómo se hacen las cosas para alterar ese algo del que nos habla la Academia. En otros términos estaríamos hablando de los procesos y las relaciones entre los diferentes agentes. Un factor igualmente relacionado con el elemento material puesto que en el mundo actual tiene mucho que ver con la "sociedad digital" y las tecnologías de información. Finalmente, un elemento evidente para la innovación es el dinero. No es el factor esencial pero determina el nivel de esfuerzo que se pretende dedicar. El factor "cuanto" que al final afectará al tiempo en el que las acciones producirán sus efectos y que tiene estrecha relación con cómo se utilice.
Por tanto quién, qué, cómo y cuánto son las preguntas esenciales que responden a dos ámbitos principales: procesos y recursos (personas, material, y dinero). Sin olvidar que ambos tienen que responder a unos propósitos de carácter ético o moral traducidos en los objetivos perseguidos. En otras palabras más actuales "misión, visión y valores" para innovar.
En el hecho de innovar la Administración juega un doble papel: como organización en sí misma y como facilitador de las acciones de otros agentes. Su papel no es solo actuar como motor de la inversión sino también como facilitador o regulador de la actividad de agentes ajenos.
En el caso de la defensa, el papel de las administraciones públicas como elementos generadores de actividad económica es evidente, puesto que sin inversiones difícilmente se podrá promover la actividad industrial y por tanto la innovación. Pero no debe olvidarse el papel que puede jugar como elemento regulador porque la elaboración de una legislación adecuada,correctamente aplicada con procedimientos de gestión eficaces pueden ser factores muy importantes para producir ventajas competitivas.
El establecimiento de objetivos y políticas claras, normas y procedimientos sencillos y eficaces que permitan obtener eficiencia en el empleo de los recursos disponibles y el hecho de favorecer medidas de coordinación y sinergias son factores tan importantes para la innovación como unos sólidos y consistentes mecanismos de financiación.