La 31 cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico -APEC- en Santiago de Chile tendrá un silencioso convidado de piedra, la ruptura de relaciones en materia de Inteligencia entre Japón y Corea del Sur.
No existe claridad cuándo empezó el distanciamiento, pero en agosto de este año, Japón tomó la decisión unilateral de sacar a Seúl de la lista blanca de socios privilegiados en su comercio exterior. A las pocas semanas, Corea dio por caduco un acuerdo de cooperación en materia de Inteligencia, llamado Gsomia (General Security of Military Information Agreement), el cual incluía al conjunto de los servicios de cada país. Paralelamente, se observó una fuerte fricción ante el vaciamiento de agua radiactiva de Fukushima al Pacífico anunciado por Japón.
Mirado desde América Latina, es un distanciamiento sorpresivo. A ambos se les veía con intereses políticos relativamente confluyentes.
No debe olvidarse que en Japón vive desde mediados de los años 40 una comunidad norcoreana bastante activa, la Chongryon, formada por descendientes de trabajadores que huyeron de la península durante la ocupación nipona. Es una entidad híbrida, que controla redes de juegos de azar, colegios privados, centros culturales y actúa como embajada de facto del régimen de Pyongyang en Tokio. Y aunque de los 700.000 descendientes de coreanos en Japón, la mitad llegó a pertenecer a Chongryon, su número ha ido disminuyendo fuertemente, producto de rencillas internas y el poco entusiasmo de los jóvenes. El resto se agrupa en otra entidad, llamada Mindan, asociada a Seúl. Asimismo, debe tenerse en consideración que Pyongyang ha reconocido que durante varios años secuestró ciudadanos japoneses sin motivaciones conocidas. Además, Tokio y Seúl son aliados activos de EEUU. En suma, había un grueso de materias comunes que requerían de una buena cooperación de las Inteligencias de los dos países.
Ahora bien, desde la perspectiva de la historia de relaciones internacionales, este quiebre entre ambos países tiene algunas explicaciones del todo lógicas.
Una histórica: las relaciones entre ambos se venían deteriorando en los últimos años por la decisión de tribunales surcoreanos de ordenar a empresas japonesas el pago de compensaciones por la explotación de mano de obra durante la ocupación nipona (1910-1945). Para Japón el asunto lo zanjó un acuerdo bilateral en 1965. Una discrepancia de difícil solución.
Otra explicación es geopolítica: un pequeño archipiélago rocoso llamado Dokdo por los coreanos y Takeshima por los japoneses, ha motivado una disputa histórica con crispaciones cada cierto tiempo.
La tercera explicación responde a intereses futuros en el ámbito tecnológico. Ha surgido una rivalidad indesmentible tras la irrupción de grandes corporaciones surcoreanas (Samsung, LG, Hyundai). Por eso, el embargo japonés afecta la exportación de componentes básicos para semiconductores, chips y pantallas imprescindibles para fabricar computadoras y smartphones.
Complejo resulta visualizar lo que se viene. La Inteligencia es un aspecto clave en la seguridad de los Estados, incluso para varios de ellos es fundamental para su sobrevivencia misma. Corea y Japón son ya grandes potencias tecnológicas y se han adentrado a una etapa de rivalidad sin precedentes.