Cuanto es suficiente
EDICIÓN
| INFODRON | INFOESPACIAL | MUNDOMILITAR | TV
Firma invitada >

Cuanto es suficiente

|

El presupuesto promedio de la Fuerza Aérea norteamericana durante los últimos 50 años fue de unos 130 mil millones de dólares (constantes 2016). En 1970 suponía unos 110 mil millones y en 2016 alrededor de 170 mil. La tendencia creciente fue más acusada en los últimos 25 años, periodo para el que el promedio anual se eleva hasta los 150 mil millones de dólares.

En ese mismo periodo de medio siglo los militares de la USAF se redujeron en más de la mitad, pasando de 700 mil efectivos a unos 300 mil. El inventario de aviones en servicio pasó de unas 10.000 unidades de aviones de todo tipo en 1970 a la mitad en 2016. De ellos se estima que más de las tres cuartas partes de la flota tiene actualmente más de 20 años de servicio. Los costes de operación de los sistemas se han mantenido en el entorno de un tercio sobre el total, mientras que los costes de mantenimiento medios por avión se han multiplicado por seis.

Estos datos, ofrecidos por un estudio independiente publicado recientemente por encargo de las autoridades del Pentágono[1], reflejan algunas conclusiones interesantes. Mientras que los presupuestos se han incrementado en términos constantes, se han reducido las estructuras de fuerza en pro de disponer de menor número de sistemas pero con mayores capacidades tecnológicas. Algo que debería haber llevado a incrementar la capacidad de disuasión y a una mayor capacidad operativa.

El primer factor está ligado a la cantidad de fuerza necesaria para hacer frente a las amenazas previsibles. El segundo a la disponibilidad operativa de las unidades en servicio. Ambos factores se cuestionan por dos razones fundamentales.

En primer lugar, en cuanto al número, cuando las amenazas convencionales de corte clásico parecen resurgir es dudoso que un menor número de sistemas, aunque sean tecnológicamente muy avanzados, tenga capacidad de disuadir a potenciales adversarios que cuentan con un mayor número de sistemas en servicio. Máxime cuando la diferencia de nivel tecnológico se ha ido reduciendo progresivamente. Es significativo el caso de China, que preocupa especialmente en Estados Unidos, donde se mantienen niveles de fuerza abrumadoramente superiores y donde se han desarrollado sistemas, que aunque todavía tienen un nivel tecnológico inferior han permitido reducir la brecha tecnológica como factor diferencial.

En segundo lugar, si los costes de mantenimiento, en general, se han mantenido porcentualmente estables, pero los costes unitarios para mantener operativos los sistemas se han elevado, la conclusión es que los niveles de disponibilidad de los sistemas pueden haberse visto afectados. De esa manera se ha podido producir una especie de agotamiento de la capacidad de apoyo logístico de sistemas con alto componente tecnológico, por no citar las dificultades en las reposiciones de las posibles pérdidas que son inevitables si se produce un conflicto. Este factor puede generalizarse para la mayor parte de fuerzas armadas occidentales, donde la caída de la inversión en adquisición durante la última década, ha venido acompañada también por ajustes, en ocasiones ciertamente dramáticos, en los costes asociados a operación y sostenimiento de las fuerzas.

Surge de nuevo la pregunta de ¿cuánto es suficiente? Una cuestión planteada hace medio siglo desde la RAND Corporation[2], en plena guerra fría, con una reformulación en 2005, a la vista de la evolución de los nuevos entornos estratégicos tras la segunda guerra de Irak, y que puede tener aún más valor a la vista de las intervenciones militares que se han producido desde entonces.En política de adquisiciones estos factores llevan a plantear como afectan los grandes programas de adquisición a la capacidad de disuasión y a la disponibilidad operativa.Recientemente el Ministerio de Defensa australiano ha realizado una evaluación de su programa F35[3]. Un programa con un coste de unos 15.000 millones de dólares americanos, que se inició en 2002, en un momento en el que el avión era un concepto con costes desconocidos e incierto calendario de desarrollo.

La Fuerza Aérea australiana recibió los dos primeros aviones en 2018. Los últimos se entregarán previsiblemente en 2023. Un proceso de adquisición que ha supuesto dos décadas. La previsión inicial contemplaba la entrega de 72 aviones con una opción de 28 adicionales. Finalmente no parece que la Fuerza Aérea australiana vaya a recibir más de 58 unidades.

Entre las primeras unidades entregadas y las últimas hay diferencias de configuración significativas que obligarán a inversiones para homogeneizar la flota y evitar obsolescencias prematuras. Además la entrada en servicio de estos aviones implica cambios profundos en el sistema de apoyo logístico y en la formación y adiestramiento de pilotos y unidades aéreas, con costes adicionales importantes a los que habría que añadir los derivados de actualizaciones de infraestructura de las bases.

El proceso de dos décadas para alcanzar la capacidad operativa final ha llevado además a tomar medidas con carácter interino para asegurar la operatividad de los sistemas que los F35 tienen que sustituir.

El debate entre tecnología y cantidad ha llevado a la OTAN a buscar nuevas fórmulas bajo lo que se ha denominado los cuatro 30`s. El objetivo es disponer de 30 batallones, 30 buques de combate, y 30 escuadrones de aviones, que deben estar disponibles en un plazo máximo de 30 días. Un objetivo que se aprobó en la cumbre de la Alianza celebrada en Bruselas en julio de 2018 y que pretende establecer un nivel de fuerzas adecuado en cantidad y calidad para hacer frente a amenazas que están evolucionando de forma constante.

Desde el punto de vista financiero se presenta además el dilema de cómo afectan las inversiones en sistemas extremadamente costosos durante dilatados plazos de tiempo en el resto de capacidades menos avanzadas tecnológicamente pero no menos necesarias. El desequilibrio en los volúmenes de financiación necesarios puede llevar a su vez a otros desequilibrios en las capacidades operativas que deberían evolucionar de forma equilibrada.

Las decisiones sobre determinados programas realizadas de forma independiente sin considerar las necesidades de forma conjunta tienen así un impacto evidente sobre el resto de programas y necesidades operativas. No se trata solo de abordar de forma metodológica las consecuencias que tiene abordar un programa determinado. Hay que considerar también el impacto que tiene la decisión de abordar programas concretos sobre el conjunto de la política de adquisiciones y en definitiva sobre la globalidad de las capacidades operativas. Un dilema no siempre fácil de resolver.

[1] Harrison, Todd. The Air Force of the Future. A comparison of alternative force structures. CSIS. Washington D.C. October 2019. Este estudio resume a su vez las conclusiones obtenidas por tres análisis realizados por “think tanks” independientes sobre la futura estructura de la fuerza aérea norteamericana.

[2] Enthoven, Alain y Smith, Wayne. How much is enough? Shaping the defence program 1961-1969. RAND Corporation. Santa Mónica. 1971.

[3] Layton, Peter. Australia´s F-35s: lessons from a problematic purchase. Lowry Intitute. November 2019.



Los comentarios deberán atenerse a las normas de participación. Su incumplimiento podrá ser motivo de expulsión.

Recomendamos


Lo más visto