(Especial CEEAG para Infodefensa) Los conflictos futuros serán híbridos, incluirán una amenaza asimétrica y es probable que ocurran en terrenos complejos o urbanos. Las fuerzas deben ser capaces de retener la movilidad, tener un alto nivel de letalidad orgánica para compensar las dificultades de apoyo mutuo y estar preparados para luchar entreverados con enemigos regulares e irregulares, ya que la penetración operativa será inevitable.
Desde 2007 la contrainsurgencia ha alejado el enfoque de Gran Bretaña de las operaciones convencionales. Con el interés regresando ahora hacia posibles combates de guerra a gran escala contra adversarios equivalentes, es vital que el ejército británico no olvide las lecciones tácticas y operativas de Irak y Afganistán que tanto le ha costado obtener guerra de alta intensidad -aunque no necesariamente convencionales- es un momento oportuno para explorar qué lecciones, de más de una década de guerra de baja intensidad, se deben conservar. Este artículo proporciona un análisis de la Operación Panther’s Claw (Garra de Pantera), un intento de las fuerzas británicas y aliadas para limpiar parte de la provincia de Helmand en Afganistán en 2009, con el fin de identificar lecciones de combate que mantengan relevancia para la guerra de alta intensid.
La doctrina general de combate tiende a asumir una alta densidad de fuerza, con una línea de frente, GLOC [Líneas de comunicaciones terrestres (sigla por su denominación en inglés: Ground Lines of Communications)] y una clara distinción entre el área de contacto, profunda y posterior. En la Operación Panther's Claw, las fuerzas británicas tenían una densidad de fuerza mayor que la que se puede lograr en una guerra a gran escala y ,sin embargo, no pudieron evitar que el enemigo se infiltrara en el área de operaciones. Esto refuerza las conclusiones que anticipan conflictos futuros sin una línea de frente clara y un área de operaciones fragmentada, en el que las unidades luchan con flancos expuestos.
Los orígenes de la Operación Panther's Claw radicaron en el intento de los talibanes en 2008 de tomar la capital provincial de Helmand, Lashkar Gah. Hubo varias operaciones, incluida la Operación Panther's Claw en el verano de 2009. Una fuerza liderada por británicos de 3.000 efectivos de la Fuerza Internacional de Estabilización y Asistencia (ISAF), que intentó despejar y mantener parte del centro de Helmand. Casi la mitad de la fuerza estaba empleada manteniendo partes de Nad-e Ali y Laskhkar Gah. Los talibanes no se habían amilanado ante el avance de dos grupos de batalla, no se vieron disuadidos por la presencia de blindados, helicópteros de ataque y aviación, y continuaron luchando a pesar de las grandes pérdidas. El fuego de armas ligeras y granadas propulsadas por cohetes, junto con múltiples ataques con IED, causaron numerosas bajas en la ISAF. En algunas ocasiones, las fuerzas británicas solo podían avanzar unos pocos cientos de metros por día.
Mientras las fuerzas de la ISAF intentaban despejar el terreno alrededor de Malgir, los Guardias Galeses que mantenían el Canal de Shamalan enfrentaron un promedio de un ataque de IED por día, apuntando a vehículos de reabastecimiento terrestre empleados debido a la escasez de helicópteros. Las áreas de Nad-e Ali y Babaji permanecieron permeables. Se pudo suprimir la colocación de IED por parte de los talibanes, pero cubriendo la ruta con posiciones tripuladas. En otros lugares, los ataques a los convoyes por una combinación de ataques con IED y emboscadas continuaron; si bien los Guardias Galeses podían proteger la ruta, no pudieron detener el movimiento encubierto de los talibanes a través de ella.
La división teórica entre guerra contrainsurgente, convencional e híbrida es artificial. La omnipresencia de la hibridez es posiblemente una reacción al predominio militar occidental en las operaciones convencionales y, por lo tanto, se orienta a atacar vulnerabilidades que no se resuelven fácilmente con la sola fuerza militar. Vietnam fue un «conflicto que fue a la vez una guerra revolucionaria, una guerra convencional de escala limitada, una lucha política interna y una competencia más dentro de la Guerra Fría». La insurgencia se anidó dentro de un conflicto más amplio, contribuyendo a una situación intratable. Aunque el concepto de guerra híbrida no es nuevo, aislar la insurgencia y la contrainsurgencia como tipos específicos de guerra es quizás un fenómeno más nuevo.
En su enfoque de la contrainsurgencia, el ejército británico exhibió “una comprensión selectiva y altamente distorsionada de su propia historia corporativa”, enfocándose en los éxitos e ignorando las derrotas al extraer lecciones aprendidas. De hecho, muchas de las lecciones identificadas en este artículo son producto del fracaso estratégico británico. Que los británicos evaluaron incorrectamente la fuerza, composición y motivación de los talibanes para disputar el espacio de batalla; que no estableció objetivos apropiados; y que emprendió la campaña inicial de 2006 con una subinversión numérica casi catastrófica, son lecciones operativas significativas en sí mismas.
Las ideas que pueden extraerse de la Operación Panther’s Claw son relevantes en especial para las fuerzas ligeras y medianas convencionales . En las primeras etapas de la campaña de Helmand, sólo combatieron las fuerzas ligeras de la 16 Brigada de Asalto Aéreo, evidenciando una marcada falta de masa. Las fuerzas posteriores hicieron un mayor uso de blindados para compensar esta deficiencia. La adaptación mediante la introducción de armas combinadas, movilidad protegida y blindados desdibujó la distinción entre fuerzas ligeras y medias, con fuerzas ligeras tendientes a un incremento de blindaje y armamento cuando se les dio la oportunidad. También se debe tener en cuenta que la necesidad de aumentar el blindaje y armamento se debió en parte a una sobre dispersión inicial de las fuerzas, al desplegar en 2006 tropas en el norte y el centro de Helmand en lugar de concentrarlas en un esfuerzo principal. En comparación, los talibanes cuando mantenían el terreno o se concentraban temporalmente para una acción ofensiva podían, en el mejor de los casos, desplegar fuerzas ligeras.
Las fuerzas irregulares, ligeras, de reconocimiento y especiales pueden infiltrarse, penetrar o bien operar dentro de la Línea Delantera de Tropas Propias y lanzar acciones hacia la profundidad, patrón de comportamiento identificado en las operaciones rusas y ya demostrado en Ucrania. La amenaza que representan las fuerzas ligeras e irregulares es directamente aplicable - tanto en naturaleza como en efecto - en la contrainsurgencia de Helmand o en una futura campaña híbrida. La dispersión de la fuerza de la ISAF se produjo en Helmand debido al requerimiento de una fuerza de apoyo en tierra para brindar seguridad al "desarrollo de la gobernanza, los servicios y la infraestructura".
En futuras operaciones, los militares británicos enfrentarán un serio desafío para generar masa, y esto, combinado con la amenaza de fuegos masivos, requerirá una fuerza general más pequeña que adopte una mayor dispersión como medida de protección. El terreno del valle del río Helmand presentaba desafíos de una forma particular que probablemente no se encuentren en otros lugares, pero muchas de sus características, como operar en terreno poblado, cerrado, con abundante cobertura y oportunidades de ocultación, presentan desafíos relevantes.
Tal vez, se tendrá que generar rápidamente una fuerza dentro de los primeros 30 días de la operación para evitar o prevenir una ventaja inicial adversaria. La fuerza utilizada sería cualquiera que pudiera movilizarse a tiempo. Mientras que las fuerzas pesadas lucharían para lograr un despliegue rápido, las fuerzas medianas (como la brigada Striker) ofrecen al menos la posibilidad de lograrlo. Sin embargo, al llegar al teatro y operar dentro del mismo, ambas unidades implican un movimiento físico propio, un despliegue rápido por carretera y el mantenimiento de la fuerza a través de la logística terrestre. En este aspecto, los talibanes demostraron desempeñarse bastante bien, con su capacidad para retrasar, desgastar y limitar las fuerzas convencionales. Incluso el movimiento de carreteras fuera del teatro presenta riesgos y vulnerabilidades.
Existe un precedente histórico para la hibridez propiciada por los británicos en un conflicto entre fuerzas equivalentes. Después del 6 de junio de 1944, los partisanos franceses apoyados por los británicos atacaron unidades mecanizadas y blindadas alemanas en ruta a Normandía. No causaron bajas significativas, pero retrasaron la llegada de los alemanes, evitando que contraatacaran la cabeza de playa aliada en Normandía en su etapa inicial, la más vulnerable. Similar fue la experiencia británica con los talibanes, que no pudieron desalojar a las fuerzas británicas, sino que las restringieron y retrasaron constantemente; por ejemplo, durante la Operación Panther’s Claw, un movimiento de 25 km por carretera, de tropas blindadas apoyadas por ingenieros de combate, tomó 16 horas, demostrando que no se puede garantizar una solución para asegurar las GLOC.
El tema de la masa presenta problemas adicionales. La dispersión forzada impide por naturaleza la capacidad de concentrar la fuerza en el momento crítico del contacto con las fuerzas enemigas. Aunque el dilema entre los imperativos de concentración y dispersión de fuerza debe resolverse a favor de la dispersión, deja a las unidades aisladas y vulnerables a ser expulsadas o derrotadas en detalle. El apoyo mutuo sin concentrar físicamente las fuerzas se ha propuesto como una capacidad esencial. Sin embargo, en caso de combate en un terreno complejo o urbano, esta solución puede resultar poco confiable, siendo la ruptura del apoyo mutuo esperable en la guerra urbana. Lo que quedó claro de la Operación Panther’s Claw, cuando las unidades lucharon en forma aislada, fue la importancia de contar con un poder de fuego orgánico relevante.
En Helmand, las fuerzas de la ISAF rara vez lograron una superioridad inmediata y decisiva contra los talibanes. Los Vikings estaban armados con ametralladoras pesadas calibre .50 y lanza granadas de 40 mm, una alta potencia de fuego que, sin embargo, presentó dificultades para lidiar con los ataques insurgentes. La única plataforma británica desplegada que tuvo una capacidad de lograr superioridad fue una variante del CVR Scimitar , que tenía potencia de fuego para silenciar decisivamente a las fuerzas insurgentes con su cañón de 30 mm, de una manera que la plataforma Viking no podía. Los tanques de batalla principales también proporcionaron una gran superioridad, permitiendo a las fuerzas danesas realizar su misión sin atascarse en tiroteos inciertos prolongados. La experiencia subraya la necesidad de una potencia de fuego orgánica significativa a nivel de pequeña unidad. Esto tiene implicaciones para futuras adquisiciones y estructuras de fuerza; por ejemplo, los nuevos vehículos de infantería tendrían mejor desempeño con un cañón de calibre al menos de 30 mm como armamento principal, en lugar de un HMG o GMG .
Si bien las diferencias en los requerimientos de protección contra fuerzas insurgentes y convencionales son importantes, en Helmand, las plataformas operativas como Viking en grupos de menos de tres vehículos constituían un riesgo. Como no había una diferencia sustancial en la protección entre Viking y CVR, pero sí una discrepancia radical entre la potencia de sus respectivos armamentos, se puede inferir que cualquier medio que opera contra fuerzas irregulares que no sea una fuerza blindada ligera carece de potencia, siendo deseable para una fuerza mediana un nivel de potencia de fuego similar al concepto Striker, dado el rol de derrotar a las fuerzas ligeras y disuadir a las fuerzas más pesadas.
También hay un argumento convincente para afirmar que la letalidad, no la protección, es el determinante principal de si las unidades pueden ser amarradas o no. En muchos casos, la movilidad estaba determinada por la violencia que las unidades podían infligir.
A medida que el ejército británico se adapte a enfrentar nuevas amenazas, las experiencias de las operaciones de contrainsurgencia serán especialmente valiosas en el contexto de bajas densidades de fuerza, falta de apoyo mutuo y penetración operativa. La evidencia sugiere fuertemente que la penetración operativa es una realidad inevitable para las fuerzas terrestres británicas y no era específica de Helmand ni de la contrainsurgencia. Al tratar con este fenómeno, sería un error intentar evitarlo. Las conclusiones que se pueden extraer, son la mayor importancia de la letalidad e independencia de las unidades pequeñas, mejores capacidades de ISTAR, logística reforzada y negar a los enemigos la libertad de movimiento a través de patrullas ofensivas en áreas posteriores. Sin embargo, estas son adaptaciones que simplemente mitigan parte del impacto que presenta el futuro entorno operativo. No resuelven los problemas en cuestión. Puede ser que se determine que, si la penetración operativa es inevitable, debería ser el ejército británico quien la imponga activamente a los adversarios. El Ejército británico genera y despliega fuerzas de combate cualitativamente superiores a nivel de unidades pequeñas que la mayoría de los adversarios y podría imponer riesgos serios en un espacio de batalla entremezclado, con la condición de que las unidades británicas no se fijen en el punto de contacto con el enemigo.
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