El portaaviones más caro de la historia de Estados Unidos, el CVN-78, bautizado como Gerald R. Ford, en honor al trigésimo octavo presidente del país, debía haber sido entregado hace ahora dos años, en septiembre de 2014. Sin embargo, una serie de problemas técnicos están retrasando su traspaso a la Armada del país e incluso pueden acabar afectando a las capacidades de un buque en el que se han invertido 12.900 millones de dólares.
El jefe de pruebas del Pentágono, Michael Gilmore, ha llegado a reconocer que de acuerdo con las actuales estimaciones de fiabilidad “resulta poco probable que el CVN-78 pueda llevar a cabo operaciones aéreas de alta intensidad”. La agencia de información económica Bloomberg recogió hace unas semanas las crecientes inquietudes de Gilmore conforme se aproxima la entrega de la nave, prevista ahora para finales de este año. “Mi preocupación acerca de la fiabilidad de estos sistemas se mantiene y el riesgo de que el buque no tenga éxito en el combate crece, ya que los problemas siguen sin resolverse”.
Los contratiempos están aplazando la primera salida al mar de la nave, de acuerdo con Defense News, que ha revelado que el pasado 12 de junio se produjo un incidente próximo a una explosión eléctrica (las fuentes consultadas no se ponen de acuerdo sobre la entidad del acontecimiento) en la segunda turbina generadora principal (MTG) de las cuatro con las que cuenta el CVN-78. Un mes después volvió a tener lugar una situación similar en otra de las MTG.
Según una fuente del Pentágono consultada por el citado medio los fallos fueron provocados por reguladores de tensión defectuosos y su reparación supondrá un desembolso de al menos 37 millones de dólares.
La eliminación de los problemas pasa “posiblemente por un rediseño de las partes defectuosas”, ha señalado Gilmore, para quien en caso contrario “la capacidad de la nave para realizar las operaciones de combate quedarán considerablemente limitadas”.
Los problemas en el Gerald Ford llevaron al responsable de adquisiciones de armamento del Pentágono, Frank Kendall, a solicitar una evaluación independiente de la nave, lo que ha dado origen a un listado de problemas tanto reales como potenciales enumerados por Bloomberg.
Para Kendall, “fue claramente prematuro incluir tantas tecnologías no probadas en el buque”, lo que explica el origen de los contratiempos. El responsable señala al secretario de Defensa en 2001, Donald Rumsfeld, al apuntar que la inclusión de tecnologías no probadas se tomó “hace mucho tiempo como parte de una iniciativa del departamento de Defensa llamada Transformación”.
De acuerdo con la información recogida por la agencia estatal rusa Sputnik, aún hay tiempo de corregir los defectos antes de que el buque pueda iniciar posibles operaciones de combate, para lo que aún quedan años, ya que la Armada tiene previsto empezar a operar con él en 2021. En todo caso, la resolución de los problemas resulta ahora clave para la buena marcha del buque.
“Lo que tenemos que decidir ahora es si es preferible continuar el rumo o ajustar los planes”, ha explicado Kendall. La decisión resulta fundamental en relación con el segundo y tercer buque de la nueva clase de portaaviones que inaugura el Gerald Ford, dentro de un programa al que se le calcula un coste de 42.000 millones de dólares.
De momento Mike Kafka, portavoz de la Armada, ya ha advertido que a la vista de los acontecimientos “puede que haga falta revisar la fecha prevista de entrega [a finales de año] a medida que se realizan las pruebas a bordo”.
Imagen: Armada de Estados Unidos