Los 28 miembros que formaban la Alianza Atlántica en 2014 se comprometieron a alcanzar diez años después un gasto militar de al menos el 2% de sus respectivos PIB. Ese plazo ha expirado, y el objetivo, en general, se ha cumplido. El grupo que componen Canadá y los países europeos de la organización, a los que iba dirigido principalmente la medida, ha logrado sumar en 2024 exactamente el ansiado 2% en defensa, la cifra más alta que han alcanzado en conjunto en estos diez años (en 2014 apenas llegaban al 1,4%).
El pacto no vinculante suscrito en 2014 apelaba a cada uno de los miembros, no al global de la organización, porque de hecho en 2014 ya se rebasaba ese 2% con cierta holgura, gracias ante todo a Estados Unidos. En concreto, la OTAN dedicó ese año el 2,54% del PIB de la suma de todos sus países a Defensa, aunque con un reparto muy desigual. Únicamente tres superaban el 2% (Estados Unidos, con el 3,68%; Grecia, con el 2,24% y Reino Unido, con un 2,14%). De los 25 restantes, ninguno alcanzaba hace diez años ese 2%, e incluso nueve países ni tan siquiera llegaban entonces al 1%.
Ahora, la cifra global es del 2,61%, solo siete décimas por encima de la de 2014. La escasa diferencia se explica por el enorme peso de Estados Unidos en los presupuestos militares de la OTAN. Del poco más de billón de dólares que el conjunto de los 28 socios de la organización emplearon en defensa en 2017 (a precios constantes de 2021), más de 740.000 millones salieron de las arcas estadounidenses, casi tres cuartas partes.
En 2024, con la incorporación de Montenegro, Macedonia del Norte, Suecia y Finlandia (estos dos últimos como consecuencia de las crecientes tensiones frente a Moscú), y con los incrementos presupuestarios, el gasto total ha superado los 1,3 billones de dólares. De esa cantidad, Estados Unidos es responsable de casi 818.000 millones (dato expresado igualmente a precios constantes de 2021; a precios reales ya alcanza los 935.000 millones).
De este modo, se observa que el peso de Washington en la Alianza ha disminuido hasta componer en torno al 62%, unos 12 puntos porcentuales menos que diez años antes. Esta involución evidencia que quienes realmente han incrementado su cuota en la organización son el resto de países: Canadá y las naciones europeas. A ellos es a los que realmente iba dirigida la apuesta por el 2%, que ahora lleva camino de apuntar al 3%, como se prevé acordar en la próxima cumbre de la OTAN, en La Haya dentro de apenas dos meses.
Nueva meta: el 3%
Por ahora ya son cuatro los miembros que superan ese posible nuevo objetivo del 3%. Se trata de Estados Unidos, que de facto es el único país que ha reducido su presupuesto de defensa en relación al PIB en la última década (del 3,68% en 2014 ha pasado al 3,19% en 2024), y de tres países más acuciados por su vecindad con Rusia: Lituania (ha pasado del 0,88% en 2014 al 3,29% ahora), Letonia (del 0,97% ha evolucionado al 3,39%) y Polonia (partía del 1,88% y ya alcanza el 4,07%). Un quinto aliado, Grecia, roza la previsible futura meta con el 2,99%.
España, a la cola
En el otro extremo se encuentran nueve países que todavía no han cumplido con el objetivo del 2%, aunque han protagonizado en general importantes incrementos en estos diez años. Son Bélgica (del 0,97% ha evolucionado al 1,29%), Canadá (del 1,91% ha pasado al 1,45%), Croacia (en este caso apenas ha incrementado su 1,81% de 2014 para sumar el 1,86% en 2024), Italia (del 1,13% al 1,50%), Luxemburgo (del 0,37% ha evolucionado al 1,3%), Montenegro (en 2014, cuando aún no estaba dentro de la OTAN, se situaba en el 1,5%, y ahora llega al 1,71%), Portugal (del 1,31% al no mucho más elevado 1,46%), Eslovenia (del 0,86% al 1,37%) y España, que se encuentra a la cola de todos ellos, con un 1,24% del valor de su economía empleado en partidas militares en 2024. Aunque el Gobierno español asegura que el dato real es casi dos décimas superior (1,43%). En todo caso, este país queda muy lejos del objetivo del 2%, que se ha propuesto finalmente alcanzar este mismo año, con una inyección extra de 10.471 millones de euros.