A la Marina brasileña se le ha terminado la paciencia con el que alguna vez fue su buque insiginia y ha decido hundir el antiguo portaaviones São Paulo de forma controlada, mediante la colocación y detonación de explosivos para abrir grietas en el casco de la embarcación, convertida desde hace meses en una nave fantasma que espera, a 20 millas de la costa brasileña, una resolución sobre su destino final.
Según trascendió, la drástica decisión fue consensuada entre el Gobierno Federal y la Marina, a pesar de las protestas de la ministra de Medioambiente, Marina Silva. Depositar el portaaviones en el lecho marino lo antes posible se consideró una alternativa viable dado el avanzado grado de degradación del buque de 266 metros de eslora, hecho comprobado, el pasado 13 de enero, durante una inspección técnica que detectó un nuevo desgarro en el buque, un mayor nivel de inundación y corrosión en comparación con el examen realizado cuatro meses antes.
Lo cierto es que no hay muchas opciones para deshacerse del portaaviones, abandonado -según la Marina- por la empresa Sök, que lo adquirió por 1,9 millones en 2021 para su desmantelamiento en Turquía, que hace que el hundimiento sea la única alternativa para poner fin a una polémica de proporciones internacionales que inició el pasado agosto, cuando el São Paulo tuvo que retornar a Brasil tras negársele el ingreso al mar Mediterráneo.
Foto realizada no final de 2022 por Edson De Lima Lucas
Riesgo ambiental
La propuesta ha hecho que las discusiones sobre el portaaviones lleguen a las altas esferas del Gobierno brasileño. El principal problema es la presencia de amianto, un producto considerado tóxico. La ministra de Medioambiente habría incluso buscado formalmente a su de Defensa, José Múcio Monteiro, para exponerle esta preocupación.
El Gobierno brasileño tiene prisa por tomar una decisión ya que, según los informes del personal militar que participa en la operación, hay un cambio en la alineación del casco con respecto a la línea de flotación de "una banda a babor", lo que compromete su flotabilidad y aumenta el riesgo de colapso estructural en un plazo de hasta cuatro semanas.
Según los datos recogidos por los forenses y filtrados a la prensa brasileña, desde agosto de 2022 hasta ahora han entrado 2.787 litros de agua (el límite para una navegación segura sería de 3.500 litros).
En octubre de 2022, diez compartimentos tendrían algún grado de inundación. En enero, después de que la Marina se hiciera cargo de la operación, se identificaron 23 compartimentos comprometidos por el agua de mar, lo que hacía imposible devolver el casco a un estado seguro para la navegación y el acceso a tierra.
Todo indica que el destino final del portaaviones São Paulo, controlado o no, será el fondo del mar.
Foto realizada no final de 2022 por Edson De Lima Lucas