La próxima llegada de carros de combate occidentales a Ucrania es un paso más en los planes de Kiev para rearmarse ante el previsible recrudecimiento de la guerra la próxima primavera. El foco ahora pasa en parte a centrarse en la obtención de aviones de combate. Este debate ya ha llegado a los ámbitos de decisión de los aliados occidentales y, de hecho, en Países Bajos se ha comenzado a hablar de ello incluso en sede parlamentaria. El ministro de Relaciones Exteriores Neerlandés, Wopke Hoekstra, ha anunciado que el Gobierno considerará el envío de aviones de combate F-16 a Ucrania tras la correspondiente solicitud de Kiev.
Países Bajos cuenta en la actualidad con una flota de 68 aviones de combate F-16A/B MLU de la que se plantea debatir con “mente abierta”, en palabras de Hoekstra, enviar algunas unidades a Ucrania. De esta manera, la contribución de Ámsterdam a los esfuerzos militares ucranianos sería de mayor entidad de la que puede proporcionar con los carros de combate Leopard 2, sobre cuyo suministro el Ejecutivo neerlandés se ha mostrado favorable aunque su flota únicamente consiste en la actualidad con 18 unidades alquiladas a Alemania. De ahí que la ministra de Defensa, Kajsa Ollongren, haya concretado que están dispuestos a pagar los envíos de Leopard 2 que realicen otros países a Ucrania, informa la cabecera neerlandesa NL Times.
El responsable de asuntos exteriores del partido socio liberal D66 (autodefinido como de centro), Sjoerd Sjoerdsma, ha solicitado directamente al Gobierno el suministro de cazas F-16, además de vehículos de combate de infantería a Ucrania, sobre lo que el ministro Hoekstra ha afirmado que “no hay tabús” en la entrega de equipos regulares a Ucrania, si bien solo envían material solicitados por Kiev. Ese momento parece haber llegado. El periódico estadounidense Politico revela, tras consultar a media docena de militares y diplomáticos occidentales, que ya existe un debate interno sobre el posible suministro de aviones de combate a Ucrania, promovido por representantes ucranianos y con el apoyo de algunos países báltico. Un Estado de la zona, Polonia, ya ha mandado, de hecho, aviones de combate MiG-29 a Ucrania, enviados por partes, según la información publicada por el portal polaco Dziennik, citando una fuente del gobierno del país, sin concretar más.
Oficialmente, el Ejecutivo polaco ha negado que se hayan envido aviones de combate a Ucrania utilizando suministros de piezas de repuesto, como también negó en su momento haberlo hecho Bulgaria a través de terceros países, tras haber saltado informaciones de fuentes no reveladas afirmándolo. Sin embargo, estas informaciones recuerdan a las afirmaciones que ya hizo en abril, apenas dos meses después del inicio de la guerra, el secretario de prensa del Departamento de Defensa de Estados Unidos, John Kirby, sobre que los ucranianos ya habían “recibido aeronaves adicionales y partes de aeronaves para ayudarles aponer más aeronaves en el aire”. Estas declaraciones las hizo Kirby en una comparecencia de prensa en la que, ante los requerimientos de los periodistas para que diese más detalles, zanjó el asunto concluyendo: “Creo que lo dejaría así”.
Impulso inicial de Borrell
En las primeras semanas de la guerra, que comenzó el 24 de febrero, se insistió en la posibilidad de enviar a Ucrania aviones de combate de origen soviético, particularmente MiG-29, (con los que los pilotos del país están más familiarizados) del inventario de distintos países. El Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, fue el primero en señalar, a finales de febrero, la posibilidad de enviar plataformas de este tipo provenientes de Estados miembros que “tienen este tipo de aviones”, atendiendo a la petición que hizo el ministro de Asuntos Exteriores ucraniano, Dmmitro Kuleba.
Estados Unidos presionó posteriormente para que algunos socios de la OTAN que cuentan con estos aparatos los hiciesen llegar a Ucrania, como es el caso de Polonia, Eslovaquia y Bulgaria. En las siguientes jornadas se produjeron unos singulares movimientos diplomáticos a los que las citadas palabras de Kirby parecieron después dotar de sentido. Polonia acabó accediendo a suministrar sus aviones, pero a través de Estados Unidos. El propio Ministerio de Asuntos Exteriores polaco anunció el 8 de marzo en una nota oficial que enviaría todos sus cazas MiG-29 a la base que el Pentágono tiene en Ramstein, Alemania, lo que dejaba en manos de Washington, y con implicación de Berlín, el envío final de los aviones a Ucrania.
La medida no gustó a los estadounidenses, ni tampoco a los alemanes, que la rechazaron. “La perspectiva de que los aviones de combate [puestos por Polonia] a disposición del Gobierno de EEUU partan a una base de EEUU y la OTAN en Alemania para volar al espacio aéreo sobre Ucrania, disputado con Rusia, plantea serias inquietudes para toda la alianza”, replicó entonces John Kirby.
Por otra parte, un portavoz de las Fuerzas Aéreas ucranianas, Yurii Ihnat, ha explicado que ya hay pilotos de su país que han visitado Estados Unidos y se ha asignado fondos para su formación, lo que se interpreta como una preparación para el posible uso de aviones occidentales en la guerra.
Advertencia rusa
El Ministerio de Defensa ruso llegó a advertir de que el uso por parte de las fuerzas ucranianas de aeródromos de otros países para combatir a sus fuerzas “puede considerarse como la participación de esos países en el conflicto armado”. El temor a una expansión del conflicto a otros países de la zona, que obligaría a la OTAN a intervenir de tratarse de uno de sus socios, está detrás de los recelos que se han mostrando desde el principio al aviones de combate. Unas precauciones similares es lo que había impedido hasta ahora el suministro de carros de combate occidentales que ahora, finalmente, se ha autorizado, lo que despeja algo el camino a la posibilidad de que también acaben enviándose abiertamente aviones de combate.