La concentración de los combates en la región del Donbás ha cambiado la fisionomía de la guerra iniciada en Ucrania el 24 de febrero por la invasión rusa, y en la que ahora se emplean medios pesados de forma masiva. Los sistemas de artillería de gran calibre que distintos países llevan suministrando a Kiev desde el pasado abril se encuentran ya en el teatro de operaciones, donde están haciendo frente a la ofensiva del Kremlin, que a su vez ha incrementado el uso de sus armas pesadas.
El Ministerio de Defensa británico precisó el martes en un comunicado que Rusia ha aumentado la intensidad de sus operaciones en Donbás mientras busca rodear las localidades de Severodonetsk, Lyschansk y Rubizhne. Las tres se encuentran en el oeste de la disputada provincia de Lugansk, un territorio que las tropas rusas van a acabar ocupando al completo si tiene éxito en esta ofensiva que el ministro de Exteriores de Ucrania, Dmitro Kuleba, ha afirmado que es “la más grande en suelo europeo desde la Segunda Guerra Mundial”.
En este marco, estos días han comenzado a disparar en Ucrania los obuses remolcados M777 que Estados Unidos ha enviado al país, lo que equivale a poner en juego el arma más letal que los aliados occidentales han facilitado a las tropas ucranianas desde que comenzó la invasión. El uso de armamento de este tipo por parte de la defensa ucraniana, incluidas piezas autopropulsadas de 155 mm como PzH 2000 y M109, entre otras, resulta clave en la nueva fase de los combates, que se están librando sobre todo en estepas planas y abiertas, a gran distancia.
El experto Michael Kofman, director de estudios rusos del instituto de investigación estadounidense CNA, explica que el ruso es “uno de los ejércitos de artillería más grandes que puedes enfrentar”, después de precisar en una pieza del diario The New York Times que “la artillería es en gran medida un asunto de cantidad”.
Al comenzar la ofensiva, las Fuerzas Armadas rusas contaban con casi 6.600 piezas de artillería autopropulsadas y otras cerca de 7.600 remolcadas, además de unos 3.400 sistemas de lanzadores múltiples de cohetes; frente a un arsenal ucraniano formado por algo más de un millar de obuses autopropulsados, por encima de las 2.000 piezas de artillería remolcadas y algo menos de 400 sistemas de lanzadores múltiples.
Centenares de piezas occidentales
A este inventario se han sumado en las últimas semanas el armamento enviado por distintos países a Kiev. Se trata de al menos 118 obuses remolcados M777 de 155 mm (108 enviados por Estados Unidos, seis por Australia y cuatro por Canadá), cinco M114A1 de 155 mm suministrados por Portugal, un número no concretado de FH-70 de 155mm de Italia, nueve D-30 de 122 mm y piezas de artillería y obuses en números no concretados de origen británico y checo.
También se contabilizan piezas autopropulsadas de 155mm, incluidos 20 M109A3GN de Noruega, entre 10 y 12 Caesar de Francia, 12 PzH 2000 (siete alemanes y cinco neerlandeses); al menos 20 ShKH vz. 77 DANA de 152 mm, y una cantidad no concretada de sistemas 2S1 Gvozdika, de los que al menos 20 han sido suministrados por Polonia y un número no determinado por parte de la República Checa. Además, Ucrania ha recibido al menos 20 sistemas de lanzamiento múltiples de cohetes RM-70 de 122mm, enviados por Chequia, y otros tantos del mismo calibre y del modelo BM-21 Grad de origen polaco. Todo ello acompañado de diversa munición para alimentar el armamento, al que Canadá acaba de sumar 20.000 nuevos proyectiles de artillería pesada.
Pérdidas en ambos bandos
De momento, según los registros en imágenes recogidos por los especialistas de la web neerlandesa Oryxpioenkop, las fuerzas rusas han perdido en Ucrania como mínimo 61 piezas de artillería remolcada, 118 sistemas de artillería autopropulsados y 69 lanzadores múltiples de cohetes. Y los ucranianos, a su vez, se han quedado sin al menos 28 piezas de artillería remolcadas, 32 piezas autopropulsadas y 18 sistemas lanzacohetes múltiples, aunque las cifras reales pueden ser mucho más altas, teniendo en cuenta que los datos se basan en imágenes tomadas sobre el terreno principalmente por parte de fuentes ucranianas, no muy interesadas por lógica en mostrar las propias pérdidas.