Como es habitual iniciamos el año asomándonos a esta ventana repasando las intervenciones realizadas el día de la Pascua Militar que examinan los acontecimientos más relevantes del año anterior y marcan los hitos u objetivos principales para el que comienza.
No han sido pocas las referencias a los valores de las Fuerzas Armadas que son la base del respeto y aprecio que hacia ellas siente la inmensa mayoría de la sociedad española. La proximidad entre Ejército y sociedad cada día está más patente, como dijo Su Majestad el Rey, quién de nuevo subrayó la importancia del respeto a los valores constitucionales que debe alcanzar a todos los españoles.
Esta cercanía no es ajena a las múltiples actividades realizadas por los Ejércitos en apoyo a las autoridades del Estado. El año 2021 ha estado plagado de ellas. Todas se repasaron en la intervención de la ministra de Defensa, Margarita Robles. O casi todas, puesto que no se hizo alusión al papel de las unidades militares en la protección de nuestras fronteras en Ceuta y Melilla durante los sucesos de la pasada primavera.
El apoyo a emergencias es una labor que no debe hacer olvidar a los ciudadanos cual es el papel principal de nuestros Ejércitos. No deberíamos mandar mensajes equívocos. La evacuación de Kabul, “una difícil misión”, como dijo la ministra, fue una operación de riesgo como muchas de las que han realizado y realizan nuestros soldados en operaciones. Felipe VI puso el dedo en la llaga al afirmar que debemos “analizar y valorar” la experiencia en Afganistán para “extraer enseñanzas”. Sobre todo, desde el punto de vista de objetivos políticos.
Esa reflexión obliga a los españoles, pero también a nuestros socios y aliados. La aprobación en primavera de la brújula estratégica, citada por la ministra, debe servir, como toda brújula, de orientación a unos europeos que parecemos perdidos. Veremos si 2022 es el año de la defensa europea como afirmó recientemente el presidente del Consejo, y si somos capaces de mirar con atención a lo que ocurre tanto en nuestra frontera este, como en nuestra más próxima ribera sur del Mediterráneo.
El refuerzo de la política de defensa europea será beneficioso para la OTAN. La cumbre de Madrid de junio será importante para España, como afirmó la ministra en su intervención. No parece que lo haya hecho con la fe del converso. La cumbre debe servir no solo para conmemorar el 40 aniversario de la entrada de España en la Alianza ni en aras de protagonismos políticos personales. España, su gobierno, debe recuperar la confianza de nuestros aliados atlánticos como socio estratégico imprescindible, más allá de posturas políticas coyunturales. Nuestro esfuerzo operativo solidario es indiscutible e inequívoco.
También lo ha sido el esfuerzo en inversiones realizado en 2021 que repasó Robles y que no ha estado libre de discusiones entre los socios de Gobierno. El peso se ha volcado sobre aquellas que generan mayor actividad económica, industrial y laboral. No deberían olvidarse otras, igualmente necesarias para nuestra disuasión y defensa y que también repercuten de forma directa en generar tejido tecnológico e industrial. Los desequilibrios en inversiones pueden pagarse caros.
En ese sentido, el esfuerzo en capacidades convencionales debe permitir garantizar un nivel adecuado de disuasión y defensa. Se han señalado como líneas prioritarias para 2022 las capacidades espaciales y de ciberdefensa. Ambas afectan directamente a nuestra soberanía, especialmente de cara a conflictos en zona gris. En las primeras se mencionaron las capacidades de seguimiento y vigilancia espacial, pero no deben descuidarse las de observación y comunicaciones que son estratégicas para garantizar nuestra libertad de acción. Un principio también muy ligado al ciberespacio en donde convendría revisar nuestras alianzas y políticas de colaboración con algunos de nuestros socios tradicionales preferentes que pueden tener intereses contrapuestos en determinados escenarios.
Hay que valorar positivamente el esfuerzo de gestión como hizo Robles. Tanto nuestros Ejércitos como la estructura administrativa del ministerio se esmeran en sacar el mejor provecho a los escasos recursos de que disponen. Pero ha llegado quizás la hora de hacer política con mayúsculas. En el plano interno las inversiones no deben producir desequilibrios en capacidades operativas ni hipotecar a nuestros nietos. Hacia nuestros aliados debemos recuperar peso político, ofrecer confianza y demandar lealtad mutua en los compromisos. No debemos olvidar que una política sólida es la base de una disuasión y defensa creíbles.