El Plan Nacional Continuo de Construcción Naval representa una iniciativa clave para la Armada de Chile ya que permitirá renovar sus buques auxiliares, unidades logísticas y fragatas en lugar de adquirirlas usadas en el extranjero fomentando la inversión y la colaboración público-privada en el largo plazo.
Este programa dio sus primeros pasos durante el mando del almirante Julio Leiva quien abordó en diversos foros la importancia de concretarlo bajo una mirada estratégica-país y será uno de las cuatro líneas de acción que impulsará su sucesor en la institución, el almirante Juan Andrés De la Maza.
El plan busca impulsar la construcción de buques en un horizonte de 30 años de acuerdo a los intereses nacionales a través de un desarrollo planificado y una optimización logística contribuyendo a la generación de empleos, investigación, innovación y nuevas empresas además de dejar una parte significativa de la inversión en Chile.
Su concreción permitiría al país dejar de depender de la oferta de buques usados. Esta alternativa no permite incorporar las unidades que la institución necesita y la inversión genera pocos réditos en el país. Un buque usado tiene una vida útil más corta lo que provoca gastos mayores en mantenimiento y genera la necesidad de su reemplazo en un horizonte más corto a diferencia de una plataforma de nueva construcción.
En este marco, la institución ha dado grandes pasos con la construcción del rompehielos Almirante Óscar Viel, el primer buque de su tipo que se construye en un astillero del Pacífico Sur y que será botado a finales del 2022 en Astilleros y Maestranzas de la Armada (Asmar), y la selección del diseño básico de los nuevos buques multipropósito.
importancia estratégica
El director de Programas, Investigación y Desarrollo de la Armada (Diprida), contraalmirante Fernando Le Dantec, realizó en el marco del IV° Encuentro de Innovación Pública Innovapolinav una conferencia en donde explicó las características y la importancia estatégica que tiene el Plan Nacional Continuo de Construcción Naval para la Armada y el país.
El contraalmirante explicó que la renovación de los buques es el resultado de un proceso de planificación de fuerzas de largo plazo y que a medida que se van dando de baja sin un reemplazo escalonado se produce una oscilación del poder naval bastante indeseada.
Esta situación, en el caso chileno, provocó debilidades a nivel estratégico que fueron oportunidades donde ocurrieron crisis vecinales y la compra de unidades de segunda mano en su último tercio de vida útil generó posteriormente problemas de operación por obsolescencia.
Un ejemplo en esta materia es el buque antártico Almirante Viel comprado en 1995 a Canadá en la fase tardía del ciclo de vida y con bastantes problemas de disponibilidad. Se realizaron inversiones de reingeniería y bastante esfuerzo logístico para mantenerlo operativo entre el año 2010 al año 2017 en que fue necesario darlo de baja.
Actualmente se está construyendo su sucesor lo que ha significado que la institución no ha tenido la capacidad de rompehielo desde el 2017 producto de este desfase entre la necesidad de reemplazo y la oportunidad de construir el buque.
La demanda de construcción naval
El responsable de Diprida indicó que los esfuerzos de construcción naval de la institución debería enfocarse en 20 unidades mayores a 1.500 toneladas y en 32 buques menores entre las 200 y las 1.500 toneladas.para usar la mano de obra y la tecnología nacional.
Los buques grandes son proyectos complejos y de largo plazo, particularmente las fragatas por la integración de diversos sistemas, mientras que para los buques menores se requieren diseños polivalentes.
En el caso de 20 unidades mayores debieran reemplazarse una cada dos años lo que significaría, si se construye una clase de dos unidades, dos cada cuatro años, y para 32 unidades menores, se necesitaría una clase de cuatro buques cada cuatro años.
Asmar ha construido en los últimos 44 años un total de 35 buques para la Armada de Chile y en esta materia Le Dantec destacó el conocimiento alcanzado por el astillero en proyectos como el buque de investigación oceanográfica AGS-61 Cabo de Hornos con sistemas complejos.
En el caso de la construcción del rompehielos, la empresa aumentó el tamaño de los módulos de ensamblaje de construcción naval y el proceso de pre outfitting llevando estos módulos con todos sus componentes internos a la grada de construcción.
Construcción de fragatas
Le Dantec se refirió también al estudio de factibilidad técnica y económica para poder construir fragatas encargado a la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC) en 2019. Este estudio plantea la construcción de una fragata de 5.200 toneladas de desplazamiento y 132 metros de eslora. El buque alcanzaría una velocidad máxima de 28 nudos y una vida útil de 35 años.
La construcción de cada fragata debería demorar cinco años de los cuales tres corresponderían a los trabajos en grada y los dos siguientes a flote en un muelle para el proceso de outfitting final. Como la grada en Talcahuano es solo una, la segunda fragata entra una vez que la primera fragata es botada al mar para su proceso de outfitting a flote lo cual permitiría producir dos buques en el lapso de ocho años.
Para poder acelerar este proceso, el astillero necesita una inversión en capacidad como una segunda grada o artefacto que puede ser una unidad tipo syncrolift lo que permitiría construir la segunda fragata en paralelo con un ligero desfase para alivianar los procesos de ingeniería.
El contraalmirante destacó el rol que podrían jugar astilleros privados en este proceso, como Asenav en Valdivia o el astillero Detroit en Puerto Montt. Si se sumaran sus capacidades de producción, podría construirse el casco de una fragata en Valdivia y el proceso final de integración de sistemas finalizaría en Talcahuano.
Los desafíos del Plan de Construcción Naval
Le Dantec indicó que los principales desafíos para llegar a buen puerto con el Plan Nacional Continuo de Construcción Naval son tener proyectos aprobados a 15 años para de esta manera poder planificar el reemplazo de sus necesidades sin tener la necesidad de comprar un buque usado y después darlo de baja.
El segundo reto es aprobar el financiamiento de una clase de dos o cuatro buques para poder adquirir equipos y sistemas a distintos proveedores minimizando los costos recurrentes en este ámbito
El tercer desafío es fomentar la inversión y la colaboración público-privada en capital humano; infraestructura, productividad y competitividad en astilleros; el desarrollo de sistemas navales, un clúster de proveedores y un modelo de negocios integrador.
En cuanto a capital humano, se requiere capacitar a especialistas en arquitectura y construcción naval; ingeniería de sistemas/ diseño preliminar; construcción con normas militares; control de sistemas de plataforma; conformar equipos multidisciplinarios y transferencia tecnológica desde el extranjero.
En el área de desarrollo de sistemas, la Armada cuenta con un gran número de soluciones nacionales y se deben potenciar aún mas, mientras que la generación de clúster contribuirá a potenciar una red de proveedores locales de insumos y servicios tanto en construcción naval, estudios de mercado de la logística en astilleros, insumos y servicios con potencial uso dual, y la creación de Pymes, entre otros.
Finalmente, este programa ofrece una oportunidad para crear un entorno colaborativo y sinérgico a largo plazo, generar alianzas estratégicas entre astilleros, otras industrias, universidades, CFT y agencias de Gobierno, favorecer la competitividad a nivel del ecosistema nacional y oportunidades de innovación.