A continuación puede leer las primeras líneas de uno de los últimos reportajes publicados por Infodefensa.com en el diario La Razón. Una colaboración que ya tiene más de un año.
“Desde el comienzo de la anterior crisis, hace 13 años, la Armada ha dado de baja 27 buques, y de alta solo nueve”. Con esta frase, el Almirante Jefe de Estado Mayor de la Armada (Ajema), almirante general Teodoro López Calderón, resumía a la perfección en una reciente entrevista el impacto que la falta de inversiones ha tenido sobre la Fuerza Naval.
Dos grandes programas, las fragatas F-110 y los submarinos S-80, contribuirán durante la próxima década a revertir esta situación. Estos proyectos cuentan con un presupuesto conjunto superior a los 8.000 millones de euros y representan la punta de lanza de la modernización tecnológica. También está atada la llegada de nuevos helicópteros NH90 de transporte en torno a 2023 para sustituir a los Sea King de su Arma Aérea, reliquias casi, con medio siglo de vida en algunos casos. Y, además, Estados Unidos ha dado luz verde a la renovación de los vehículos de asalto anfibio.
Sin embargo, como ocurre en el Ejército de Tierra o el Ejército del Aire, las necesidades no han hecho más que crecer durante los últimos años, y lo han hecho en un escenario marcado por un presupuesto menguado. Ahora, a las puertas de una nueva crisis -según todos los expertos- derivada de la pandemia de la Covid-19, la Armada tiene por delante el desafío de continuar con la renovación de la flota de buques, al mismo tiempo que actualiza su veterana flota de aeronaves y potencia los medios de su fuerza de élite anfibia, la Infantería de Marina. Ante este panorama, los frentes abiertos son muchos, pero las prioridades están muy claras.