Así opera el Predator B del Ejército del Aire desde su base en Talavera la Real
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Así opera el Predator B del Ejército del Aire desde su base en Talavera la Real

RPAS Predator B del Ejército del Aire. Foto: B. CarrascoInfodefensa.com
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A poco más de 25 kilómetros de la frontera con Portugal, en la ribera del Guadiana, muy cerca de Badajoz, está ubicada la base aérea de Talavera la Real. Desde aquí, el Ejército del Aire opera sus cuatro MQ-9 Predator B, un avanzado sistema remotamente tripulado, en servicio desde principios de este año. El inicio de las operaciones con esta aeronave, equipada con tecnologías punteras, ha supuesto todo un hito no solo para la Fuerza Aérea, sino también para las Fuerzas Armadas españolas, que hasta la fecha no disponían de RPAS de estas características. El salto será inmenso sobre todo de cara a las misiones de vigilancia, inteligencia y reconocimiento. El Predator B aportará capacidades que hasta ahora eran inalcanzables. Por ejemplo, podrá seguir desde el aire objetivos durante más de un día, sin pisar tierra firme.

No son todavía las nueve de la mañana, pero la actividad ya es frenética en el 233 Escuadrón del Ala 23, la unidad responsable de sacar el máximo rendimiento a estos aviones. Una de las cuatro aeronaves entra en la pista de despegue y en pocos segundos está en el aire. Casi a la vez, una segunda comienza a calentar motores, mientras el personal de mantenimiento comprueba que todo está en orden. En el hangar, las otras dos esperan su momento.

La jornada de trabajo está en marcha. El jefe del Grupo de Fuerzas Aéreas RPAS, teniente coronel Juan José Terrados, recibe a Infodefensa.com junto al hangar de las aeronaves y los contenedores que hacen de cabinas de vuelo desde las que los pilotos y operadores de las cámaras controlan cada movimiento del avión. Un poco más lejos, se encuentra la antena satelital, clave para transmitir las órdenes al RPAS. A pocos metros de nosotros, el Predator sigue con los preparativos para el despegue, ante la atenta mirada de personal de General Atomics, fabricante estadounidense de la aeronave, que apoya el Ejército del Aire. El motor ruge con fuerza, pero permite la conversación. Como apunta el teniente coronel, no tiene nada que ver con el ensordecedor ruido de un avión de combate.

Los vuelos son diarios. El Ejército del Aire tiene en servicio los aparatos desde el pasado mes de febrero, si bien los primeros RPAS llegaron a finales de 2019. Después, durante todo el año 2020, el 233 Escuadrón llevó a cabo una intensa campaña de pruebas funcionales. Terrados destaca que, aunque no lleva piloto a bordo, el Predator es como cualquier otra aeronave del Ejército del Aire, despega desde "una pista pavimentada con los mismos apoyos, equipos contraincendios, vehículos de combustible…".

El Predator tiene una longitud de 11 metros, una envergadura de 20 metros y un peso máximo al despegue próximo a las cinco toneladas de 4.780 kg. El veterano caza de entrenamiento F-5, en servicio también en la base de Talavera, se queda pequeño a su lado. La aeronave está equipada con un potente motor turbohélice TPE 331-10 de 950 caballos de potencia. En la parte delantera, sobresale una joroba que guarda en su interior los equipos de comunicaciones satélite y bajo el morro se encuentra un conjunto de sensores conocido como MTS Bravo, formado por tres cámaras, una infrarroja, una de baja visibilidad y otra de visibilidad normal.

La autonomía es una de sus grandes virtudes. "El sistema tiene tanta autonomía y permanencia en vuelo, casi 27 horas, que puede alcanzar cualquier parte de la península o incluso llegar a Canarias", destaca el teniente coronel. La elección de Talavera la Real como base de operaciones, añade, se produjo por dos motivos. Por un lado, la buena meteorología y, por otro, la existencia de un espacio aéreo de entrenamiento justo en la vertical de la base. "La base dispone de mucho espacio aéreo que también emplea la escuela de caza, este fue un elemento de peso para elegir la ubicación", comenta.

Dos modos de operación


El avión dispone de dos modos de operación, uno para el despegue y aterrizaje con antenas en pista y otro para la conducción de la misión operativa mediante enlace satelital. Durante todas las fases de vuelo, incluido el despegue y aterrizaje, el sistema es remotamente tripulado. "La aeronave no es automática", subraya Terrados. "Como todos los aviones tiene automatismos para que mantenga por ejemplo la altura de vuelo, pero el piloto está a los mandos en todo momento y hablando con los controles".

En la fase de despegue y aterrizaje, conocida como lanzamiento y recuperación, detalla el jefe de la unidad, se emplean dos antenas GDT ubicadas en unas plataformas elevadas en la pista que garantizan las comunicaciones por radiofrecuencia entre el avión y la unidad de control para llevar a cabo las maniobras de forma precisa.

Estas antenas tienen un alcance de 150 millas, por lo tanto, una vez que el RPAS adquiere cierta altura el piloto activa el modo satélite. "¿Por qué no se utiliza el modo satélite siempre? La señal tiene que ir al satélite y volver, luego, aunque la demora sea de apenas un segundo o dos no es lo suficientemente exacta para el despegue y aterrizaje", señala Terrados.

Cualquier base desde la que opere el sistema necesita al menos las antenas GDT para el despegue y aterrizaje, después el vuelo puede realizarse desde Talavera a través de la antena satelital. El tiempo necesario para el despliegue de la aeronave y los equipos asociados en una base no preparada ronda los diez días. El teniente coronel apunta que por ejemplo las misiones contra la piratería de los Predator del Ejército estadounidense en el Cuerno de África se vuelan desde Estados Unidos.





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