Offsets, no tan bueno como parece II
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Offsets, no tan bueno como parece II

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La utilización de las compensaciones en economías en desarrollo y en países emergentes responde a distintos intereses. Por caso Singapur y Taiwán tienen destinado cierto nicho del mercado de armamentos que ellos desean dominar por sí mismos y por lo tanto diseñan las adquisiciones de armas importadas y demandan compensaciones para el cumplimiento de esa meta.

Brasil, India e Indonesia debido a intereses geopolíticos que se traducen en ambiciones de poder regional, están orientados a desarrollar habilidades autóctonas para producir un importante abanico de sistemas de armas en el país. Entonces buscan un sistema de armamentos y continuarlo, para lo cual tienen una estrategia de compensaciones con amplios requerimientos de transferencia de tecnología.

En el caso de Corea del Sur busca desarrollar habilidades para producir un amplio espectro de sistemas, no por ambición de poder regional sino porque tiene ansias de participar en forma creciente y ampliamente en todo el mercado industrial. Otros estados parecen ver en las compensaciones del comercio de armamento, una oportunidad para revivir una colapsada o fallada industria autóctona de armamentos, tal el caso de Polonia. Países como Sudáfrica parecen buscar en las compensaciones de armamentos un simple camino para obtener armas y mantener el dinero en casa[2]. Argentina guiada por gobiernos democráticos populistas, confía así en revivir mejores tiempos pasados de la industria autóctona, exacerbar el nacionalismo y colateralmente intentar neutralizar la falta de acceso a los mercados internacionales[3] por su permanente default económico y la presión del Reino Unido a sus aliados NATO y extra NATO para la no venta de equipos militares de origen británico en razón del embargo impuesto a la Argentina en 2012.

En lo político y en el campo de los medios de noticias, la expectativa es que las compensaciones reducen los costos de adquisición de armamentos importados para un país, y que verdaderamente no se generen recargos en comparación con la compra de armas de rápida disponibilidad. Pero esto es ilusorio: el costo administrativo de las compensaciones se estima para los vendedores de armas en cualquier negociación que es del 7 al 10% del valor del contrato y este costo debe ser recuperado de alguna forma.

El impacto negativo de las compensaciones se ve reflejado en muchos casos testigos en los países mencionados precedentemente. Por ejemplo en Brasil el proyecto de submarino nuclear propio ha dado lugar a serios costos inflacionarios y por demoras. Además en la adquisición de armas el costo agregado de cada acuerdo compensado comparado con la adquisición de rápida disponibilidad es enorme. Sin embargo hasta ahora esto fue aceptado por los gobiernos brasileños como el precio necesario para obtener tecnología. El reemplazo de los cazas Mirage de Brasil (del orden de los 6.000 millones de dólares) no fue pensando probablemente para que resulte en una fuente de trabajo sustentable a menos que surjan órdenes de exportación que sostengan este acuerdo[4]. De hecho todos los emprendimientos extensivos en la producción de armamento nativo que arrancaron desde la década del 30 con varias formas de compensaciones, uno solo, Helibras puede ser considerado comercialmente viable.

En India los programas tecnológicos con licencia en tanques, aviones y navíos enfrentaron demoras y sobrecostos, y resultaron en espectaculares fracasos. En estas demoras con proveedores de occidente, tal como Gran Bretaña, Francia y Suecia, India tendió a hacer uso de acuerdos de financiación para cubrir la demora en los intercambios al exterior, sin embargo las evidencias sugieren que tales acuerdos resultaron en un incremento en los precios de venta. Asimismo la relación comercial en el mercado de armamentos de la India con Rusia y Europa Occidental, parece haber resultado en una significativa carga para la economía de la India.

En Indonesia el aparente éxito del programa de aviación civil basado en acuerdos de compensaciones, fue ilusorio, en realidad, fue un colosal elefante blanco estatal, empleando muchos más trabajadores que lo necesario y saturando la capacidad de producción. El gobierno derramó cerca de 1.000 millones de dólares dentro de un especial avión de línea, que eventualmente fracasó para recibir las certificaciones de la Federal Aviation Administration (FAA) y de este modo hizo imposible venderlo en cualquier mercado.

Las autoridades de Sudáfrica en 1999 estimaron la generación de 65.000 nuevos trabajos en siete años en un acuerdo[5] con algunas naciones europeas para la adquisición de armas. Si bien el mismo tuvo un efecto positivo sobre la economía de Sudáfrica, sobretodo relacionado en la industria de defensa, los sobrecostos asociados al mismo, determinaron un costo per cápita en mano de obra, casi 20 veces superior al promedio por puesto de trabajo en la industria de defensa de Sudáfrica. Además nunca se aclaró si las compañías serian internacionalmente competitivas para permitir seguir un desarrollo industrial en forma sustentable[6]. Una vez más, la principal lección es que, virtualmente no hay evidencias positivas y convincentes que las compensaciones crean nuevos y sustentables trabajos en el tiempo.

Si bien Japón y Corea del Sur, han dirigido (sin éxito) la producción autosuficiente en todo el sistema de defensa, Taiwán se dio cuenta a tiempo de los obstáculos prácticos existentes que limitan el impacto económico de los acuerdos de compensaciones. Los analistas han notado que pocas compañías u organizaciones de investigación dentro del país, tienen suficiente capacidad para manejar amplios programas militares. Por tanto han limitado las obras directas hacia el sector civil en alrededor de un 15% de todo el trabajo de compensaciones y así han minimizado los múltiples efectos de estas. Los esfuerzos para desarrollar los sistemas locales en la década del 90, resultó en productos que permanecieron fuertemente dependientes de la tecnología importada y no todos los programas de desarrollo fueron exitosos[7].

En lo que respecta a transferencia de tecnología general y específica, militar o civil a la industria, los registros mencionan casos positivos en las economías avanzadas, y generalmente negativas para las economías en desarrollo y emergentes. Algunos estudios informan que la transferencia de tecnología militar directa con acuerdos de compensación, es considerada exitosa en sus propios términos en algunos países, al menos en ciertos casos. Por ejemplo Embraer Brasil, es un caso de como la industria aeronáutica asociada, puede representar el más claro éxito en la estrategia de transferencia de tecnología. Ellos han gradualmente ascendido en la escala tecnológica y sus tecnologías militares y civiles han trabajado juntas efectivamente, produciendo un líder mundial en el mercado regional de jet. Sin embargo, esto ha sido alcanzado a través de una inversión masiva del gobierno y mediante subsidios, y al final del día Brasil en ningún sector está cerca de alcanzar la producción autónoma total de armamentos.

En India, si bien no hay duda que ciertas tecnologías fueron efectivamente transferidas, la industria no logró adquirir la suficiente capacidad para acercar la brecha tecnológica con los países desarrollados y mantener el ritmo del avance tecnológico en los sistemas de armas. Un problema particular parecería ser que las transferencias de técnicas a nivel de sistemas completos son menos eficientes que a nivel componentes, debido tal vez a que los vendedores tienden a retener el núcleo del conocimiento. Un caso exitoso como Singapur sugiere que ellos aprendieron de la experiencia de otros países. La industria de defensa de Singapur parece ser floreciente, en gran medida porque su estrategia empresarial es haber encontrado un nicho de producción clave, donde las competencias adquiridas disputan exitosamente frente a otros experimentados productores internacionales. La consecuencia de esta estrategia, es el significativo impacto en este país, sobre la disminución del apego a las compensaciones como una política industrial. En el caso de su participación en el proyecto del Caza de Combate Conjunto de EE.UU F-35, el país rechazo explícitamente la idea de las compensaciones.

Hasta la fecha, la evidencia no sugiere que los países con compensaciones tengan avances en su economía en el largo plazo o en metas militares. Para resumir, la convicción es bastante clara que las compensaciones no resultan en reducción de costos en la adquisición de armamentos, no estimulan las bases del desarrollo económico, que no hay ni sustancial ni sostenida creación de trabajo, ni siquiera en el sector militar y que casi no se observa transferencia tecnológica en el sector civil, y que solamente ocurre transferencia limitada de tecnología en el sector militar, a menudo después de décadas y alto costo. Además, cualquier tecnología que es transferida es rápidamente superada por los continuos avances tecnológicos en los principales países desarrollados, especialmente los EE.UU.

Nota del autor: El artículo se basa en las investigaciones, de Jurgen Brauer; College of Business Administration; Augusta State University, Augusta, USA y John Paul Dunne; School of Economics; University of the West of England; Bristol, United Kingdom.

[2] Por el lado del balance en las exportaciones de armas, los exportadores de armas v.g. EE.UU, Reino Unido, Suecia y otros, ven el requerimiento de compensaciones como una costosa distracción y molestia. Algo que tienen que hacer para ganar contratos, pero que ellos prefieren haber evitado.

[3] En la última década las negociaciones por equipamiento militar han sido con países como Rusia y China dispuestos a negociar con Argentina sin condicionamientos del mundo occidental. Países occidentales como Francia y España que venden rezagos militares de tecnología anteriormente transferida. También empresas tecnológicas de Israel, proveedores habituales del mercado de reciclados en armamentos o aquellos que por diversos objetivos producen armamentos y no tiene una alineación incondicional con EE.UU y sus aliados como el caso de Brasil, que si necesita tener un mercado regional propio.

[4] Brasil cerró un acuerdo compensado con Suecia por la provisión de 36 aviones Gripen NG, partes de los cuales serán armados en Brasil con cierto porcentaje de manufactura local. De ahí el fuerte interés brasileño por sellar un reciente acuerdo con Argentina, con el objeto de ser parte en la compra triangulada de 24 unidades suecas similares. Se fabricarían en Brasil, permitiéndole a Argentina ser proveedor de ciertas partes. Posiblemente tendrá aviónica sin tecnología británica, y no de última generación con el visto bueno de la NATO.

[5] El programa original y la lista de suministros preferidos fue aprobado por el gabinete en Noviembre de 1999. El programa revisado fue dividido en dos tramos, el primer tramo, calculado en 21.300 millones de rand (código ISO: ZAR), incluía 3 submarinos y 4 corbetas de Alemania, 12 jet de entrenamiento británico, 9 cazas livianos de Suecia, y 30 helicópteros utilitarios livianos de Italia. El segundo tramo, costeado y adicionado por 8.600 millones ZAR, incluía 12 jet de entrenamiento de Gran Bretaña y 19 cazas livianos de Suecia e Inglaterra. Los 4 helicópteros de Gran Bretaña y el saldo de 10 helicópteros utilitarios livianos de Italia fueron excluidos desde la revisión del programa.

[6] Un caso de estudio sobre compensaciones de Defensa en Arabia Saudita (2002), revela que en lugar de los 75.000 empleos locales proyectados que se iban a generan con la concreción de varios acuerdos de compensaciones, solo se alcanzaron 2.000

[7] El avión de caza nativo, por ejemplo, corrió entre costos y problemas de control de calidad limitando la producción.



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