El pasado 15 de noviembre el Grupo Parlamentario Unidos Podemos en el Congreso ha presentado una proposición no de ley en la que insta al Gobierno a elaborar un plan industrial para Navantia. Un día después el Grupo Parlamentario Socialista en el Senado ha presentado una iniciativa similar. Ambas propuestas se plantean a debate en las respectivas comisiones de Industria, Energía y Turismo.
Aunque la iniciativa de Unidos Podemos se refiere a la ría de Ferrol y tiene un enfoque más local que la del Grupo Socialista, que abarca el conjunto de las actividades del sector a nivel nacional, sus planteamientos contemplan una serie de principios que son difícilmente discutibles.
En primer lugar, se plantea la necesidad de "salvaguardar un sector estratégico con potencialidades extraordinarias para el desarrollo social, económico e industrial de nuestro país" como recoge la proposición de Unidos Podemos. Con unos empleos que superan los 5.000 puestos directos y unos indirectos próximos a los 25.000, los astilleros de Navantia son "centros productivos vitales para los territorios en los que se desarrolla su actividad".
Ferrol genera el 24% del PIB industrial de la provincia de La Coruña. Los astilleros de la bahía de Cádiz representan un tercio del empleo industrial de la provincia, y Cartagena representa un 10% a nivel regional. Siempre según la información aportada por las iniciativas parlamentarias citadas. Esta consideración de sector estratégico es compartida por diferentes informes presentados por sindicatos y comunidades autónomas, y por el Gobierno tanto a nivel general, en la agenda para el fortalecimiento del sector industrial, como por la propia estrategia del sector de la defensa. Las iniciativas parlamentarias recogen también el importante efecto tractor de Navantia sobre otras empresas "auxiliares".
En segundo lugar, la necesidad de planificar las necesidades de la Armada en cooperación con la industria, comenzando por la construcción de las fragatas F110. Efectivamente la Armada española ha sido un elemento clave para el desarrollo de la empresa y del conjunto de la industria nacional asociada. Sus necesidades están establecidas en diferentes planes que contemplan tanto la construcción de nuevas unidades, como la necesidad de contar con un soporte industrial para el mantenimiento de los buques en condiciones operativas.
La nueva serie de fragatas es importante para garantizar las capacidades operativas, pero quizás lo sea más para dar continuidad a una línea industrial en donde se ha demostrado un nivel tecnológico de primer nivel mundial. Además habría que sumar la necesidad de dar continuidad a la serie BAM, como elementos necesarios para contribuir a la acción internacional en tareas humanitarias de lucha contra la inmigración ilegal, la continuidad del programa de submarinos o la modernización de unidades de cazaminas.
Tercero, la necesidad de impulsar a nivel Estado el fomento de la exportación. Algo en lo que se ha venido insistiendo desde el Ministerio de Defensa en los últimos años. Algunos despliegues de la Armada en el exterior han sido claves para posicionar a la empresa en mercados donde ahora está consolidada. Sin el apoyo del Ministerio de Defensa en general, y de la Armada en particular, la situación pudiera haber sido otra. Ahora es preciso dar un salto cualitativo implicando además a otros agentes nacionales. Porque en definitiva se trata de impulsar la industria nacional. Algo que se recoge en las iniciativas parlamentarias.
Finalmente, pero no menos importante, se menciona la necesidad de constituir un “polo de investigación e innovación” para el desarrollo de nuevas tecnologías y proyectos. Pocos sectores pueden a nivel nacional ser mejor referencia para integrar capacidades científicas, tecnológicas e industriales con la participación de universidades, centros tecnológicos, pymes, grandes empresas y administración. Las inversiones a nivel local, regional y nacional, tanto desde el sector público como el privado,pueden y deben contribuir al impulso tecnológico necesario para potenciar la competitividad del sector.
Como reflejan las proposiciones, el sector naval español tiene un largo recorrido histórico que ha propiciado un posicionamiento importante a nivel internacional al que es necesario dar continuidad para garantizar su futuro, máxime en un escenario complejo. Aunque las iniciativas no mencionan el factor europeo, la posibilidad de movimientos de racionalización en el sector naval en Europa introduce un elemento adicional que debe tomarse en consideración.
Esperemos que estas iniciativas debatidas en las comisiones de Industria, Energía y Turismo sean un primer paso para respaldar la financiación necesaria y estable que permita poner en práctica un plan estratégico muy necesario y evitar un “brutal destrozo socioeconómico” (Podemos dixit).