Niinistö en Valencia
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Niinistö en Valencia

Soldados trabajan en la limpieza de garajes y retirada de enseres en Valencia
Soldados trabajan en tareas de limpieza en Valencia. Firma: MDE
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El miércoles 30 de octubre, la Comisión Europea hizo público el llamado informe Niinistö, cuyo objeto es evaluar la preparación y el nivel de alistamiento de las estructuras civiles y militares de la Unión Europea ante todo tipo de crisis y elevar a la presidenta de la Comisión las propuestas correspondientes. El ex primer ministro finlandés aborda con profusión la problemática de las catástrofes naturales extremas, entre otros riesgos ante los que tenemos que estar preparados y debemos estar dispuestos y en condiciones de responder.

Por ironías del destino, siempre caprichoso, el informe nos llegó apenas 24 horas después de que la naturaleza descargase su furia sobre varias provincias españolas, con especial virulencia y consecuencias dramáticas sobre un buen número de localidades de la provincia de Valencia.

Como todo documento de análisis estratégico, el informe parte de la necesidad de identificar las crisis y amenazas para que se pueda garantizar la actuación de las instituciones en todas las circunstancias, por lo que es preciso disponer de organizaciones, estructuras operativas, procedimientos y medios adecuados.

Aborda estos tres aspectos junto con otros transversales a todo tipo de crisis como son la necesidad de contar con respaldo ciudadano, la necesaria cooperación entre instituciones públicas nacionales e internacionales y de estas con organismos privados, el control de actores maliciosos, disponer de un nivel tecnológico adecuado y asignar suficientes recursos económicos.

De forma muy resumida concluye que para que la UE, y sus estados miembros a nivel individual, tengan capacidad de disuasión frente a amenazas armadas, de prevención en el caso de catástrofes naturales y de respuesta en ambos casos, hay que mejorar las capacidades disponibles en cinco grandes ámbitos: identificación de riesgos, medidas de prevención, alerta temprana, visión estratégica y acción coordinada. En este último aspecto incide especialmente en la necesidad de vencer las actuaciones por “silos” tanto en la disuasión o prevención como en la respuesta.

Si seguimos las tradicionales doctrinas militares los tres principios básicos del Arte de la Guerra, aplicables también a las crisis extremas son voluntad de vencer, libertad de acción y capacidad de ejecución. De forma más simple: querer, poder y saber.

La libertad de acción, el poder, está íntimamente ligada a asegurar que las capacidades disponibles son las adecuadas para prevenir y responder a las crisis. El saber, la capacidad de ejecución, tiene mucho que ver con establecer procedimientos de actuación adecuados y con que las organizaciones estén bien dimensionadas, coordinadas y con los niveles de responsabilidad bien definidos. Para tener libertad de acción, disponer de financiación para obtener recursos es una premisa necesaria, aunque quizás no suficiente. Para tener capacidad de ejecución es necesario contar con legislación, normativa y procedimientos adecuados para operar con garantías en las diferentes situaciones de crisis.

Ejercito de Tierra en ValenciaLimpieza de una calle afectada por las inundaciones. Firma: Ejército de Tierra 


Las Fuerzas Armadas, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y otros organismos técnicos hacen un importante esfuerzo de preparación en sus actividades diarias para anticipar, prevenir, resistir y responder a las situaciones de crisis. En definitiva, para poder y saber cumplir con sus obligaciones. Su rapidez en la respuesta es ciertamente esencial. Es sobre estos aspectos técnicos dónde más incide Niinistö.

Pero ¿qué pasa con la voluntad de vencer? ¿Qué ocurre si disponemos de medios, organización y procesos razonablemente adecuados, pero quien tiene que dirigir las actuaciones no asume su responsabilidad y no toma decisiones? ¿Qué ocurre si los niveles operativos tienen voluntad de vencer, pero esta falla en los niveles de dirección estratégica? El principio, querer implica un aspecto moral que no es ni mucho menos desdeñable. Graham Greene, en su estupenda novela El Factor Humano, nos recuerda que las decisiones de las personas por intereses particulares pueden producir efectos realmente decisivos. Por supuesto que es necesario concienciar a la sociedad de que tenemos que asumir nuestras responsabilidades en la prevención y respuesta a situaciones de crisis o guerra. La respuesta social y de los organismos técnicos desplegados en Valencia ha sido abrumadora. Hemos querido reaccionar, pero ha faltado una capacidad de organización que afecta a la voluntad de quienes tienen la responsabilidad última de derrotar al enemigo o vencer los efectos del desastre.

Está muy bien revisar capacidades, procesos y organizaciones, pero no es suficiente actuar solo sobre los niveles técnicos como hace el informe Niinistö. Si, como también afirma, la seguridad es un bien público básico, la responsabilidad de garantizarla recae en último extremo sobre los dirigentes políticos, de quienes depende querer y trasladar con responsabilidad y vocación de servicio a los ciudadanos su voluntad de vencer utilizando adecuadamente las capacidades de los órganos técnicos.




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