El día 29 de mayo de 2018, la base aérea de Santa Lucía, al norte de Ciudad de México, volvió a escuchar el rugido de los F-5 Tiger II del Escuadrón Aéreo 401, ya que después de casi seis meses de inactividad, uno de estos cazas regresó a condiciones de vuelo. Esto es una señal positiva y significa que la Fuerza Aérea Mexicana (FAM) ya ha comenzado a recuperar la operatividad en su flota de jets, a reserva de que aún quedan diez células del avión disponibles, con los sistemas originales de fábrica, pero estructuralmente lejos de agotar sus horas de vuelo seguras.
El tema de los Northrop F-5 en México es sumamente controversial, pues alrededor de 2016 un blog sensacionalista mexicano publicó que los aviones serían dados de baja en septiembre del mismo año. Inexplicablemente, esta desinformación tuvo un impacto adverso al ser replicada sin control, pese a nunca haberse conocido la fuente que avalara la misma y que al paso del tiempo, terminó siendo información falsa.
En la práctica, al menos un par de aviones continuaron volando después de septiembre de 2016, hasta que a finales de 2017 un F-5 sufrió una falla en su tren de aterrizaje de nariz sin mayores consecuencias. Cabe aclarar que ni la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) ni la FAM declararon en ningún momento el retiro de estas aeronaves, pero sí reportaron en su documentación pública que se estaba trabajando por recuperar la operatividad de las mismas, a causa de la necesidad de mantenimiento en sistemas de combustible y motores. Esto no significa que las máquinas no recibieran atención en el inter, sólo que los motores tendrían que ser atendidos por otro medio, ya que en México no existen empresas que tengan esta habilidad. Esta situación es una consecuencia heredada desde 1982, al haber introducido los aviones sin un nivel de soporte mayor en suelo mexicano, particularmente en los motores.
Confirmado de modo oficial con las autoridades mexicanas, es que desde el año 2015 existe un programa de recuperación para cinco F-5 y seis motores General Electric J85GE. Esto se ha complementado con inspecciones no destructivas de 1.200, 2.100 y 1.800 horas de vuelo hechas a las cinco células mencionadas. Cabe señalar que el programa de recuperación no es nuevo ni tiene reportada una fecha de término, lo que significa que se trata de un proceso que concluirá hasta que su objetivo de devolver cinco aviones al servicio se cumpla.
A su vez, la Sedena también confirmó que a mediados de 2015 los seis motores J85GE21C aún no habían sido enviados a recibir un mantenimiento de 600 horas, pues los trámites de traslado estaban en proceso por la compañía que realizaría los trabajo, la cual Sedena también confirmó como la Suiza Ruag, que es una de las firmas más importantes, sino la más especializada, en el mantenimiento de los motores J85GE a nivel mundial. La defensa mexicana también contempló en el programa de recuperación, reparar componentes menores de sus Tigres como los controles del postquemador en dos aviones, dos amplificadores T-5, que es un sistema crítico que gobierna la descarga de combustible en las turbinas a diferentes niveles de potencia y finalmente se reparó el control de combustible principal de un solo avión.
Pese a los incesantes rumores sobre su reemplazo, hasta hoy no existen pruebas o programas de inversión que demuestren lo contrario y es necesario recordar que en una entrevista para la revista mexicana Armas, el excomandante de la Fuerza Aérea Mexicana, general Rodríguez Munguía, declaró en marzo de 2015, que "no se encuentra en los programas de adquisición de la Sedena para esta administración, adquirir aviones de combate de alto rendimiento", recalcando que las necesidades se encuentran en otros lados. Si a esto le sumamos la actual inestabilidad política mexicana a causa de su proceso electoral para nuevo presidente, resulta poco probable que México se aventure a incorporar algún otro caza antes de 2024.