(Infodefensa.com)
Con la puesta a flote del buque S-81 este mes de abril la industria naval española bota un nuevo submarino Peral 132 años después de que el primero tocase el agua. La unidad que inaugura la nueva serie S-80 lleva, precisamente en recuerdo de ese hito, el nombre del artífice de aquella nave pionera: el científico y teniente de navío de la Armada española Isaac Peral y Caballero. Cuando entre en servicio, a principios de 2023, el S-81 será el primer submarino de la Armada española desarrollado y construido enteramente por nuestro país.
Sin embargo, paradójicamente, ningún otro país tiene una historia tan antigua como el nuestro en la creación de este tipo de buques militares, ya que el artilugio de 22 metros de eslora y 85 toneladas en inmersión que el teniente de navío cartagenero echó al agua el 8 de septiembre de 1888 es el primer submarino militar de la historia. Antes de él ningún otro buque de este tipo contaba con la capacidad de disparar torpedos. Lamentablemente para el desarrollo militar español, aquel prototipo, con una autonomía de casi tres días y un radio de acción próximo a los 300 kilómetros, nunca llegó a incorporarse a la Armada, pese a que fue ésta la que financió su desarrollo.
Apenas cuatro años después de su botadura, y pese a haber demostrado buenas capacidades en las pruebas a las que fue sometido, sobre todo en los ensayos de ataques nocturnos, aquel primer Peral (después hubo otros cinco más, sin contar el que ahora sale de fábrica) comenzó a desmontarse. Por fortuna nunca llegó a ejecutarse la orden de desguace decretada ya entrado el siglo XX, y en 1929 fue recuperado por el primer comandante del arma submarina española, el almirante Mateo García de los Reyes, que dará nombre a la cuarta unidad de la clase S-80, cuya entrega se prevé para febrero de 2028. Los otros dos buques de la nueva clase lucirán igualmente los nombres de otros dos pioneros españoles de la navegación mundial bajo el agua.
El S-82, que deberá entrar en servicio en diciembre de 2024, será bautizado como Narciso Monturiol, en recuerdo del ingeniero y político catalán que diseñó y construyó entre 1858 y 189 el Ictníneo, un sumergible de 7 metros de eslora que originalmente concibió para facilitar la pesca de coral, y que logró hacerlo navegar en aguas de Barcelona y Alicante entre 1859 y 1862. Pese a tan prometedor arranque su empresa acabó quebrando y el proyecto se quedó sin apoyo. Monturiol también dejó para la posteridad su Ensayo sobre el arte de navegar por debajo del agua, que salió a la luz tras su muerte, en 1989.
En cuanto al S-83, que pasará previsiblemente a la Armada en octubre de 2026, será conocido como Cosme García, en honor al ingeniero logroñés que el 4 de agosto de 1860 completó con éxito en el puerto de Alicante las pruebas oficiales del submarino capaz de albergar a dos personas que patentó y construyó en Barcelona. Isabel II rechazó adquirirlo ante los gastos de la guerra en África a los que entonces hacían frente las arcas españolas, pero la Francia de Napoleón III sí se interesó por el invento.
De hecho, las autoridades del país vecino propusieron a Cosme García trasladarse a Tolón, en la costa sureste francesa, y construir allí un submarino. El inventor español rechazó la oferta y su nave acabó años después en el fondo del mar, como solución drástica ante las quejas de la autoridad portuaria de Alicante, donde permanecía anclado.
1917, primer submarino en servicio
La cuarta unidad, como se ha explicado, será bautizada en honor del primer comandante del arma submarina española, creada en 1915 por el ministro de Marina almirante Augusto Miranda y Godoy, que ambicionaba contar con una flota de 28 unidades. En total, desde entonces el inventario completo de submarinos españoles suma 45 naves (incluidos los dos de la clase Tiburón, botados en los años 1960, que nunca llegaron a prestar servicio). En ellos han cumplido servicio centenares de submarinistas bajo el lema, elegido entonces y todavía en vigor, Ad atrumque paratus (Siempre preparados).
El primer buque de la nueva arma fue adquirido a Estados Unidos en 1917 y bautizado, como no, Isaac Peral. Los tres siguientes se compraron en Italia. El primer buque de este tipo construido en España comenzó a operar cinco años después, en 1922, y acabó su servicio en 1940. Y el bautismo de fuego de los sumergibles españoles tuvo lugar en 1921 en la Guerra del Rif, donde se emplearon para evacuar personal civil del peñón de Vélez de la Gomera y suministrar provisiones a las tropas destacadas en Marruecos.
A finales de la década de 1920 la flotilla alcanzó el máximo número de sumergibles de su historia, 16. Unos años después, la Guerra Civil acabó con buena parte del inventario. Tras la contienda, en agosto de 1939, se planeó la adquisición de hasta medio centenar de unidades, pero la Segunda Guerra Mundial y las dificultades económicas impidieron su ejecución.
Del S-31 de EEUU a los buques franceses
En los años 1950 se construyeron algunas naves en Cartagena, siempre de diseño extranjero (clase Foca y Tiburón), y al final de la década se adquirió a Estados Unidos el USS Kraken, un buque construido durante la Segunda Guerra Mundial que, tras ser modernizado, pasó a prestar servicio para la Armada española como Almirante García de los Reyes (S-31). Se convirtió en el mejor buque del inventario submarino nacional, y el único capaz de cargar baterías navegando en inmersión, gracias a su sistema snorkel, de disparar torpedos guiados y de incorporar un sónar de submarino. Tras él llegaron otros cuatro submarinos más que habían prestado servicio en la Armada estadounidense.
Una década después, en 1968, comenzó la construcción del S-61, el primer submarino español de diseño francés (en concreto de la clase Delfín). Desde entonces, y hasta la llegada del S-80, todos los submarinos de la Armada han sido desarrollos franceses, aunque fuesen construidos en Cartagena, incluido el Tramontana S-74, la última nave de este tipo aún en servicio hasta la entrada en servicio del nuevo Isaac Peral, que será el primero en la Armada íntegramente español tras más de 130 años desde que nuestro país puso en el agua el primer submarino militar del mundo.