(Infodefensa.com)
La Armada española apuesta en un futuro próximo por el empleo de vehículos submarinos no tripulados (UUV, por sus siglas en inglés) para complementar y ampliar las misiones de sus sumergibles de la serie S-80, cuya primera unidad, el S-81 Isaac Peral, ha sido recientemente puesta a flote.
El subdirector de la Base de Submarinos de la Armada, capitán de fragata Augusto Conte de los Ríos, explicó este jueves en un seminario online, organizado por IDS Connect y patrocinado por SAES, que el empleo combinado de submarinos y UUV resulta “crucial” en el caso de España, especialmente, en el entorno del estrecho de Gibraltar “con corrientes de cinco nudos, tránsito continúo de fuerzas aliadas y no aliadas, presencia de otros submarinos, y trasiego de personas y mercancías”.
“Un escenario de zona gris donde la furtividad y la discreción son claves, y en el que las armas idóneas son el submarino, complementado por el vehículo submarino”, añadió.
El representante de la Armada también destacó que los futuros UUV deben estar preparados para la guerra antisubmarina y tener una gran autonomía, en un Mediterráneo con un alto número de submarinos y presencia de fuerzas de otros países como la Federación Rusa. “Este vehículo será un completo ideal para el S-80 y permitirá ampliar las misiones”, incidió.
Conte de los Ríos además hizo hincapié en que el vehículo no tripulado tendrá que ser estibado y recogido desde un amplio número de plataformas navales, entre ellas, el nuevo submarino S-80; operar de forma autónoma; y regresar después al submarino nodriza o a su base en tierra firme. Por otra parte, no descartó tampoco que estos vehículos puedan ir armados.
Entre las misiones en las que deberá intervenir -subrayó- se encuentran ISR, inteligencia y reconocimiento de señales, vigilancia acústica, guerra antisubmarina, guerra de minas u operaciones especiales. El subdirector de la base de Submarinos destacó que los UUV proporcionará “una gran ventaja táctica y estratégica cruciales en la guerra antisubmarina”, pero también tendrán un papel importante en otras áreas civiles (y estratégicas) como el tendido de cables o la industria petrolífera.
Asimismo, recordó que ya están en marcha el programa Barracuda en la DGAM para explorar las oportunidades que existen en el mercado de los UUV y probar tecnologías basadas en las necesidades de la Armada sobre prototipos. Dichas pruebas están previstas para fechas próximas en la base de Algameca en Cartagena.
El papel de la inteligencia artificial
Las nuevas tecnologías también serán claves en este tipo de vehículos. “Gracias a la inteligencia artificial en un futuro tendremos miles de vehículos submarinos navegando de forma autónoma por nuestras aguas”, resaltó el capitán de fragata. Este último punto fue tratado con más detalle por otro de los ponentes, el responsable técnico del Centro de Supervisión y Análisis de Datos de la Armada (Cesadar), alférez de navío del cuerpo de ingenieros Francisco Lamas.
En un futuro a corto y medio plazo, pronosticó, “empezaremos a tener plataformas de superficie o submarinas con inteligencia artificial embarcada que permitan hacer operaciones”. Por ejemplo, Lamas señaló que a través de la IA podrán realizarse operaciones de ‘lanzamiento y olvido’ sobre blancos con una navegación autónoma y optimización de la ruta y conectar enjambres de drones submarinos para labores de vigilancia, rescate, recogida de inteligencia, disminuyendo la intervención humana en tareas peligrosas.
En la aplicación de la inteligencia artificial, remarcó, “es muy importante la calidad de los datos, es muy importante no meter basura en los algoritmos, porque si metemos basura vamos a sacar basura. Tenemos que declarar desde el primer día procesos continuos de auditoria de los datos registrados”.
El ponente del Cesadar comentó que en la actualidad la gran disponibilidad de hardware y software a bajo coste permite realizar un gran abanico de drones. Sin embargo, tecnologías como la inteligencia artificial marcarán la diferencia. “El valor añadido en el uso de IA embarcada se encuentra en la optimización de resolución del problema, casi artesanal y altamente dependiente del humano, del científico de datos, y en el correcto entrenamiento de los modelos”, destacó, para añadir después a modo de conclusión que “la calidad de los datos y los sensores es el 80 por ciento del problema”.