El ministro de Defensa de Japón, Atsuo Suzuki, ha enviado esta semana una carta a la jefa de adquisiciones del Pentágono, Ellen Lord, tanteando las posibilidades de su país para entrar en el programa del avión de combate de quinta generación F-35. Tokio ya es en la actualidad un importante cliente del programa (prevé recibir 147 unidades del caza), pero quiere contar con más información sobre la posibilidad de pasar a ser “un miembro de pleno derecho de este consorcio de base industrial”.
La solicitud oficial nipona, revelada por Defense News, llega el mismo mes en el que Estados Unidos ha iniciado el proceso para sacar a Turquía de este programa, como represalia a la compra que ha realizado a Rusia de sistemas de misiles S-400.
A priori no resulta probable que Japón logre su inclusión en este consorcio formado originalmente por Gran Bretaña, Italia, Holanda, Australia, Dinamarca, Noruega, Turquía y Canadá, además de Estados Unidos, que lo lidera. Las reglas previstas marcan que solo los socios que participaron en la fase de desarrollo del F-35 pueden seguir siendo socios durante las etapas de producción, mantenimiento y modernización de los aviones.
Sin embargo, otra fuente próxima al proyecto del F-35 consultada por el citado medio, que lo presenta como un antiguo alto cargo del programa, cree que ahora, tras la salida de Turquía, “hay un espacio vacante” que puede ser ocupado por Japón. El mismo interlocutor recuerda que, dado que “en última instancia las reglas las hizo el Departamento de Defensa en coordinación con el Departamento de Estado”, es el mismo Departamento de Defensa el que “puede cambiar las reglas” que abrirían las puertas al nuevo socio.
Antiguo fabricante
El del F-35 está considerado como el proyecto militar más caro de la historia (se le calculan 400.000 millones de dólares de coste, incluido su ciclo de vida). En total está prevista la fabricación de 2.500 unidades.
Japón aprobó a finales de 2018 unas nuevas directrices para su estrategia de defensa que incluyen la compra de 42 nuevos F-35, en este caso de la versión B, que es la capacitada para realizar despegues cortos y aterrizajes verticales (STOVL), lo que le permite operar desde portaaviones sin catapultas de despegue. Además, el país prevé en sus nuevos planes adquirir otros 63 F35 de la versión A, que es la variante convencional, y con los que completará una flota total de 147 F-35.
Japón es, además de Italia, el único país extranjero (considerando que se trata de un programa ante todo estadounidense) al que Washington autorizó a ensamblar F-35. Sin embargo Tokio anunció a principios de año que había optado por dejar de fabricarlos, por resultarle demasiado caro, y que pasaría a obtener sus siguientes aeronaves directamente de la firma estadounidense Lockheed Martin, que es la contratista principal del programa.