Los familiares de los 44 tripulantes que iban a bordo del ARA San Juan cuando desapareció el 15 de noviembre de 2017 llevan meses pidiendo al Gobierno que contrate empresas especializadas en la búsqueda subacuática. Finalmente, el ministro de Defensa, Oscar Aguad, anunció que el Ejecutivo inició el proceso de “contratación directa” de un vehículo submarino autónomo (AUV) de la empresa Sistemas Electrónicos Avanzados (SEA), con sede en Miami. El problema es que Argentina no tiene dónde transportarlo.
SEA está dirigida por el empresario venezolano Hugo Marino quien, en declaraciones a radios locales, ha asegurado que en menos de 100 días podría hallar el submarino de la Armada argentina. El rastro del sumergible se perdió hace ya cinco meses y en su búsqueda han participado decenas de trabajadores y medio centenar de equipos aéreos y marítimos de países como Reino Unido, Rusia, Estados Unidos o Chile. Sin embargo, el último buque que quedaba, el oceanográfico ruso Yantar, zarpó este mismo martes de regreso a su país.
Tras esta marcha, la contratación de firmas especializadas se hace más que necesaria. Con la presión de los familiares, SEA se ha ganado ser la elegida. Durante su comparecencia esta semana en la comisión parlamentaria que investiga la desaparición del San Juan, Aguad lo confirmó, aunque advirtió de que Argentina no cuenta con ningún buque en el que el torpedo teledirigido de esta firma pueda ser colocado, por lo que deberá trabajar para discernir cómo hacerlo.
Marino pide al Gobierno 3,8 millones de dólares de presupuesto. Para iniciar el proceso, necesitaría que le abonasen el 10% de esta cantidad, y el resto, cuando se cumplan esos 100 días. El empresario del país caribeño no viene con las manos vacías: asegura que ha participado en la búsqueda de naufragios y en operativos de trascendencia pot la desaparición del vuelo 447 de Air France en 2009, o el 470 de Malaysia Airlines en 2014.
Pese al operativo sin precedentes que se realizó en el Atlántico Sur, desde aquel 15 de noviembre de 2017 no hay rastro alguno del submarino. Su última comunicación la estableció a unas 240 millas náuticas (unos 430 kilómetros) de la costa patagónica argentina.
Lo único que se sabe a ciencia cierta es que el día que el buque se contactó con la base naval por última vez, en la misma zona desde la que lo hizo, se registró una explosión. Horas antes, el comandante había llamado a la base naval para comunicar que se había producido un cortocircuito en las baterías debido a la entrada de agua como consecuencia del complicado temporal.
Además de la gran indignación de las familias de la tripulación y de rumores y cavilaciones de todo tipo, este caso ha desatado una fuerte crisis en las Fuerzas Armadas del país, provocando destituciones como la del propio jefe de la Armada, Marcelo Srur, a finales de año, como publicó Infodefensa.com.