Al menos desde 1979, tras la revolución sandinista, las Fuerzas Armadas de Nicaragua no han apostado por aeronaves a reacción bombarderas ni mucho menos por cazas, y su tendencia vuelve a confirmarse con la adquisición a la Federación de Rusia de cinco helicópteros Mi-17, tres aviones de transporte Antonov AN-26 y 18 piezas modernizadas de artillería antiaérea ZU-23-2, conocidas como Zushka (se montan en camiones para su movilidad).
Ambos tipos de aeronave han sido parte del estándar de la flota de la Fuerza Aérea de Nicaragua por los últimos 45 años desde su creación. Mientras que el Zushka es un cañón automático antiaéreo doble remolcado. ZU es el acrónimo de Zenitnaya Ustanovka o afuste (armazón para montar el cañon) antiaéreo en ruso. El arma fue desarrollada a finales de la década de 1950 y fue diseñada para emplearse contra aviones que volaban a baja altitud, con un alcance de 2,5 kilómetros, así como contra vehículos blindados situados a una distancia de dos kilómetros y para defender tropas y posiciones estratégicas de ataques aéreos llevados a cabo por helicópteros y aviones de ataque a tierra.
Sin embargo, no ha quedado claro si las aeronaves y el armamento, de origen ruso, son producto de una donación, cooperación o compra, aunque el presupuesto de este año del Ejército de Nicaragua no contempla adquisiciones y es tan bajo que no alcanzaría para cubrir una inversión tan relevante como esta.
Sobre esto, el comandante en jefe del Ejército de Nicaragua, el general del Ejército Julio César Avilés, indicó: “A partir de hoy, la Fuerza Aérea tiene mayores fortalezas y capacidades que han sido posibles desde el cumplimiento de relevantes objetivos que nos propusimos en saludo al 45 aniversario de constitución del Ejército de Nicaragua. Con sus esfuerzos, los integrantes de la Fuerza Aérea del Ejército de Nicaragua contribuyen a que los nicaragüenses tengamos excelentes niveles de seguridad en el país, apoyando la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado”.