Creo que si hiciéramos una encuesta sobre los mayores problemas a los que se enfrenta Occidente, en ambos lados del Atlántico, entre los tres primeros se encontraría la inmigración ilegal, lo de llamarlo irregular es un eufemismo. Se ha convertido en un problema y a su vez en un drama para todo el mundo civilizado y ante el cual estamos desbordados política y materialmente.
En las elecciones de Francia, como en los discursos de Viktor Orban y de otros líderes populistas, el tema de frenar la inmigración es recurrente, y su ascenso en todos los países muestra que es algo que debemos comenzar a resolver entre todos y de forma urgente.
Las islas Canarias y las islas italianas y griegas del Mediterráneo se encuentran en una crisis humanitaria y moral que no veíamos desde los campos de refugiados en 1945, y no basta con proponer medidas audaces y radicales que luego no sirven para nada. Reino Unido se fue de la Unión Europea para poder defenderse de la inmigración ilegal, entre otras cosas, y ahora el problema es mayor.
En el caso de España, tenemos en medio de esta corriente migratoria al mar, aunque en su parte sur sea muy estrecha como para facilitar el tráfico de personas y de drogas. Disponemos de una Guardia Civil del mar para proteger el mar interior y tenemos una Armada dispuesta a barrer con misiles cualquier escenario enemigo y a Aduanas buscando drogas o evasores fiscales, pero en medio hay un abismo por el que se nos cuela todo este problema y para el que nadie ha pensado soluciones imaginativas.
En 2004, el ministro José Bono lanzó una idea que en aquellos momentos resultó a muchos peregrina, una Unidad Militar de Emergencias para que las Fuerzas Armadas con sus medios, disciplina y orden pudieran actuar con más eficacia ante crisis como incendios o catástrofes de cualquier naturaleza. Hoy en día nadie duda de su eficacia y de su consolidación. Eran tiempos en los que invertir en Defensa no tenía mucha prensa, pero invertir en la UME generaba una positiva corriente de opinión social que facilitó la adquisición de medios necesarios para su eficaz actuación.
Unidad Naval de Emergencias
Ante la emergencia naval a la que nos enfrentamos con la inmigración ilegal, necesitamos crear una UNE, Unidad Naval de Emergencias, que disponga de los medios adecuados para proteger nuestras costas y ayudar a los inmigrantes que son dejados por las mafias en las manos de Poseidón, que no suele ser un dios pacífico. También necesitaría de medios en los buques para un primer triaje y para atender los casos más habituales con los que se encuentran. Dada esta atención inicial en los propios buques, se podría actuar con más eficacia sobre qué hacer con los inmigrantes: devolución en caliente, acogida de menores, atención médica hospitalaria, alojamiento etc.
Para cuando lleguen a tierra, deberían disponer de campamentos de emergencias, amplios y seguros. Las Fuerzas Armadas tienen todo el conocimiento para liderar esta operación.
Pero hay que ser claros, es una parte de la solución pero no va a resolver el problema, como a algunos les gustaría. La inmigración empieza con las mafias que viven en nuestro país, que se pasean con coches de lujos, se alimenta de la corrupción y buscan a sus víctimas no entre los más desfavorecidos que no pueden pagar un pasaje en el Titanic, sino entre aquellos que han conseguido ahorrar, también es un eufemismo en muchos casos, para pagar su billete.
Mientras sea más fácil emigrar ilegalmente que a través de un permiso de trabajo otorgado en un consulado, el problema continuará. Si los empresarios no contrataran mano de obra ilegal, también sería determinante. Curiosamente donde más contratación ilegal se da es donde hay más inmigración ilegal y es dónde más votos reciben los populistas, que obviamente no son votados por los que carecen de DNI, toda una contradicción.
El Ministerio de Defensa debería plantear al Gobierno la creación de esta Unidad Naval de Emergencias con al menos unos treinta buques preparados para proteger nuestras costas y atender a los inmigrantes. Necesitamos acuerdos con nuestros vecinos para devolver a los inmigrantes mayores de edad a los lugares de dónde partieron, no estamos salvando a los desfavorecidos de África que no tienen para llegar hasta el norte de Marruecos o Senegal, sino a los que pueden pagar a las mafias. Aquí no hay, en la mayoría de los casos, espaldas mojadas huyendo del comunismo cubano.
Esta unidad naval necesitará buques diseñados para sus misiones de detección, abordaje y atención a las víctimas. Necesitaría elementos de vigilancia permanente sobre el Estrecho y Canarias que ya existen en nuestro país y de helicópteros, de campamentos de atención amplios y con medios sanitarios y de alojamiento adecuados. La Armada no dispone de medios personales para esta misión, pero sí de los mandos adecuados, así que, a este esfuerzo al que estamos obligados en nombre de eso que llamamos Occidente, habrá que adecuarle los medios, pero el beneficio para el conjunto siempre será infinitamente mayor.
Una unidad que debería ser en cierta forma europea, pero no podemos esperar de Europa grandes consensos a corto plazo, y menos de la presidencia húngara, así que empecemos nosotros con lo nuestro que no es poco.