Buena parte de los retos de Uruguay en Defensa para 2024 se refieren a procesos ya iniciados y que, por diferentes motivos, se han ido posponiendo en el tiempo.
La Armada Nacional tiene como prioridad la recepción de la patrullera rápida clase Chamsuri, donada por Corea del Sur, y se espera que arribe al país durante el primer semestre de 2024. De igual manera se espera la llegada del buque científico Mt. Mitchel, reemplazo del ROU 22 Oyarvide. La firma del contrato para la construcción de dos OPV con el astillero español Cardama hará que el 2024 concentre buena parte de la atención de la fuerza en la materialización de este proyecto.
Las negociaciones con Estados Unidos para la adquisición de material diverso como aeronaves y sistemas de vigilancia se ha empantanado, fundamentalmente por la falta de definición desde el Gobierno uruguayo, que no dispone de fondos necesarios para completar las adquisiciones. Si bien se realizaron múltiples cartas de solicitud (LOR por sus siglas en inglés) por material, el gobierno de Uruguay ya habría indicado que no tiene la disponibilidad presupuestal para ejecutar las compras. Ante esto, queda únicamente la alternativa de que el Gobierno de Estados Unidos facilite las compras, ya sea a través de donaciones o como compras muy subsidiadas.
En el caso de la Fuerza Aerea la situación es aún más crítica. La falta de compromiso politico para modificar la ley de derribos, según lo había solicitado Estados Unidos, para permitir el traspaso de material de ese origen, ha alejado sensiblemente cualquier posibilidad de recambio en lo que se refiere a aviación de combate.
La referida ley de derribos, que actualmente es únicamente aplicable en el papel, ha sido el principal escollo que ha encontrado la FAU para obtener aviones modernos de combate. Otros paises de la región han adaptado sus propias leyes de derribo para adaptarlas a los requerimientos de Estados Unidos para la utilización de material militar de ese origen e inmediatamente han recibido el apoyo norteamericano.
Sin embargo, Uruguay no ha hecho lo mismo y el proceso ha quedado paralizado. Con una Fuerza Aérea que actualmente tiene como capacidad de combate tres o cuatro entrenadores artillados Pilatus PC-7U Turbo Trainer, se puede decir que las capacidades bélicas de la FAU son actualmente nulas. En lo que se refiere a aviación de transporte no han avanzado las tratativas para adquirir un par de Beechcraft B-200 Super King Air en Estados Unidos como asi tampoco un Embraer C-120 Brasilia adicional. Apenas la compra, con fondos del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, de tres aeronaves ligeras Tecnam P2012, es la única novedad positiva.
Por su parte, la flota de helicópteros está al mínimo histórico y sería solo reforzada por el retorno de las aeronaves que están desplegadas en la República Democrática de Congo, bajo bandera de la ONU. Este retorno que, si bien sirve como refuerzo de la flota de helicópteros, también implicará que no ingresen más fondos a la FAU como parte del reembolso que reciben por la utilización del material en misiones de paz. Estos fondos son los únicos con los que cuentan las fuerzas para realizar inversiones por lo que, al terminarse, las pocas inversiones que pudieran estar planeadas dejaran de existir.
El Ejército Nacional no espera grandes inversiones o cambios para el 2024. La recepción de dos decenas de vehículos MRAP Oshkosh M-ATV comprados con fondos propios junto a la donación por parte de Estados Unidos de una cifra similar de MRAP Osprea Mamba Mk5 para ser utilizados en Misiones de Paz son las dos noticias más relevantes que se esperan para el presente año. Adicionalmente se espera recibir desde Brasil una partida de camiones administrativos. Si bien la fuerza cuenta con múltiples proyectos e ideas, la falta de recursos hace imposible pensar en algún cambio mayor de sus capacidades de combate.