“Alemania podría abandonar el proyecto de avión de combate de 100.000 millones de euros que tiene con Francia”. Este titular, publicado el miércoles por el principal periódico británico, The Times, supone una tormenta para el programa de futuro sistema aéreo de combate (FCAS, por sus siglas en inglés). El país está ahora comprometido a partes iguales con Francia y España para sustituir, con un sistema de nueva generación, las actuales flotas de aviones de combate Eurofighter alemanes y españoles y de Rafale franceses, con 2040 en el horizonte. Otro medio británico,The Telegraph, ha publicado posteriormente la negativa de Berlín sobre este extremo, asegurando que continúa adelante con el proyecto comprometido con París y Madrid, en el que se estima que Alemania dedicará 40.000 millones de euros.
El programa FCAS tiene previsto realizar en 2029 las primeras pruebas del avión de combate de nueva generación (NGF), que compone el pilar central de la iniciativa. Hace ahora un año, los tres socios consolidaron su compromiso con un acuerdo con el que se desbloqueó su paralización tras meses de desencuentros entre la compañía francesa Dassault Aviaton, que lidera la parte industrial de su país, y Airbus, con el mismo papel en Alemania, a cuenta del reparto de la carga de trabajo, y ante la mirada de Indra, socio por la parte española.
Más recientemente, el pasado septiembre, volvieron las dudas sobre la continuidad del FCAS a cuenta de los planes franceses de modernización de su avión de combate Rafale, que podría llevarle a obtener unas capacidades similares a las previstas en el FCAS una década antes y por menos coste.
La expectativa francesa de acabar desarrollando su propio avión de combate tras haber iniciado un programa conjunto con otros países recuerda a lo ocurrido en su momento con el avión de combate Eurofighter. Este programa arrancó en 1983 con Francia, Alemania, Reino Unido, Italia y España como socios. Pero finalmente, en 1985, tras diversos desencuentros derivados principalmente de la necesidad francesa de contar con una versión desplegable en portaaviones (al igual que ocurre con el FCAS), impulsaron a París a emprender un programa por separado, lo que derivó en el desarrollo del actual Rafale. De momento, en todo caso, Francia recoge un gasto de 1.300 millones en el FCAS para los próximos cuatro años.
Entre tanto, Reino Unido avanza junto a sus socios Japón e Italia en su programa de aéreo de combate global (GCAP), competidor directo del FCAS. A este programa es al que ahora se plantea Alemania unirse, si abandona sus actuales compromisos con Francia y España, para erigirse en cuarto socio, junto a los tres citados.
Se da la circunstancia de que Berlín está bloqueando la venta a Arabia Saudí de al menos 48 Eurofighter más (ya cuenta con 72) que lidera su socio Reino Unido en este otro programa, aludiendo cuestiones de derechos humanos que ensombrecen al régimen saudí. Sobre este punto, Alemania puede acabar levantando ese veto, que ahora está tratando de aprovechar Francia con sus Rafale como alternativa, al tiempo que Berlín considera acordar con Reino Unido su entrada en el GCAP, según la información recogida por The Times que The Telegraph apunta que Alemania niega.
Un solo programa
Numerosos especialistas llevan desde hace años advirtiendo de las dificultades para sacar adelante dos proyectos en torno a aviones de combate de sexta generación en Europa. De este modo se ha esgrimido en numerosas ocasiones la carta de la unidad en un solo programa, algo que incluso el Senado francés llegó a recoger, en un informe de 2020, que resulta necesario para poder mantener unos niveles de competitividad sobre otros desarrollos, aunque al mismo tiempo apuntaban las escasas posibilidades de un acuerdo en este ámbito. Lo que apenas se ha contemplado hasta el momento es que una de las iniciativas acabase por desbaratar la otra y quedarse prácticamente sola en el tablero. Eso es lo que puede ocurrir, según se deduce de la información de The Times, un medio que conviene recordar que es puramente británico.