El portaaviones HMS Queen Elizabeth, de la Real Armada de Reino Unido (Royal Navy), tiene previsto sumarse, a partir del lunes, al ejercicio Neptune Strike 23 de la OTAN, en el que también tomarán parte el portaaviones italiano Cavour y el español Juan Carlos I. Sin embargo, el buque británico ha tenido que regresar de forma súbita a su base, en Portsmouth, al sureste de Inglaterra.
El inesperado regreso a puerto de la nave ha levantado especulaciones sobre la posibilidad de que precise alguna reparación de urgencia, quizá en uno de sus ascensores, según la información recogida por el periódico The News de Portsmouth.
La fuente recoge información facilitada por la Royal Navy, a través de un portavoz, asegurando que “el HMS Queen Elizabeth ha regresado a puerto para una parada logística y un breve periodo de mantenimiento”. Se da la circunstancia de que al regresar a su base, antes de la medianoche del domingo, la cubierta de portaaviones estaba ocupada por distintas aeronaves. Se trata de una circunstancia inusual, ya que estos aparatos suelen llegar o salir del buque cuando éste se encuentra navegando.
El buque gemelo del HMS Queen Elizabeth, el HMS Prince of Wales, sufrió en el verano de 2022 una avería que le dejó durante meses fuera de servicio y llevó incluso a extraer piezas del Queen Elizabeth para repararlo. En aquel momento, un problema en su sistema de propulsión le obligó a regresar a Escocia, poco después de salir de puerto, para ser sometido a una serie de reparaciones inicialmente previstas alargar hasta este otoño, si bien el portaaviones ya pudo salir el pasado septiembre a una misión en Estados Unidos.
Londres llegó a poner a la compañía francesa Thales bajo investigación, junto a la subcontratista noruega Kongsberg, como posibles responsables de la situación. La firma francesa es la líder de un grupo de socios industriales encargados de la energía y la propulsión del portaaviones, y en el que además se encuentran la firma estadounidense GE Energy y la británica Rolls-Royce.